Villa Favorita en Portici, Italia, es un magnífico ejemplo de las villas aristocráticas que embellecen la costa del Golfo de Nápoles. Esta joya arquitectónica, diseñada por el renombrado arquitecto Ferdinando Fuga, fue construida a mediados del siglo XVIII y ha jugado un papel importante en la historia de la región, sirviendo como residencia real y más tarde como escuela de formación para la policía penitenciaria. Su vibrante historia y elegante diseño la convierten en un destino imprescindible para aquellos que exploran el patrimonio del sur de Italia.
Los orígenes de Villa Favorita se remontan al siglo XVIII, cuando Giuseppe Beretta, Duque de Simari, encargó la construcción de un casino junto al mar en la pequeña localidad vesubiana de Resina, ahora conocida como Ercolano. En 1761, la propiedad fue adquirida por Esteban Reggio y Gravina, Príncipe de Jacci y Campoflorido, quien contrató al célebre arquitecto Ferdinando Fuga para diseñar una nueva villa de estilo barroco tardío. La construcción tuvo lugar entre 1762 y 1768, culminando con una grandiosa inauguración en abril de 1768, coincidiendo con el matrimonio del Rey Fernando IV y la Archiduquesa María Carolina de Austria.
Tras la muerte del Príncipe de Jacci en 1790, sus herederos vendieron la villa al Rey Fernando IV en 1792. El rey transformó parte de la propiedad en la Accademia dei Cavalieri di Guardiamarina, una academia naval para jóvenes nobles. Aunque la academia se trasladó a Nápoles en 1799, la villa fue redecorada y amueblada lujosamente entre 1796 y 1798. Una adición notable durante este período fue la instalación de un gran mosaico en el salón oval del piso inferior, procedente de la Villa Del Castiglione en Capri.
Otras redecoraciones tuvieron lugar entre 1800 y 1802 para reparar los daños de la Revolución Napolitana de 1799. En 1802, Fernando IV amplió la villa hacia el mar al adquirir la propiedad del Barón de Zezza. A principios del siglo XIX, Villa Favorita había alcanzado su máximo esplendor en términos de opulencia, con grandiosos salones de recepción, apartamentos reales y exquisitas decoraciones en estilos chino y etrusco.
Durante la ocupación francesa de 1806 a 1815, la villa fue utilizada por Joaquín Murat y Carolina Bonaparte para reuniones familiares y celebraciones. A pesar de la agitación política, los muebles de la villa permanecieron elegantes pero sencillos. Tras el regreso de Fernando IV al trono en 1815, la villa fue utilizada frecuentemente y embellecida aún más, aunque nunca recuperó completamente su esplendor anterior a 1806.
En 1825, tras la muerte de Fernando IV, la villa pasó a ser propiedad de su segundo hijo, el Príncipe Leopoldo de Salerno. Leopoldo llevó a cabo importantes transformaciones, incluyendo la construcción de una nueva ala por el arquitecto Pietro Bianchi para acomodar a su numeroso séquito. También introdujo una variedad de atracciones en el parque de la villa, convirtiéndolo en un parque de diversiones público al estilo del Prater de Viena. Estas atracciones incluían carruseles, columpios, una noria y un tren en miniatura, haciendo del parque un destino popular para los napolitanos durante tres décadas.
Tras la muerte del Príncipe Leopoldo en 1851, la villa volvió a ser propiedad real. El Rey Fernando II encargó planes para una mayor expansión, aunque estos nunca se realizaron. Sin embargo, sí renovó las atracciones del parque, añadiendo una montaña rusa y un pequeño tren. La villa continuó siendo un sitio de actividad social y cultural hasta la unificación de Italia en 1860.
Con la unificación de Italia, Villa Favorita pasó a manos de la Casa de Saboya, aunque fue raramente utilizada por el Rey Víctor Manuel II. Los muebles de la villa fueron gradualmente trasladados a otras residencias reales, y para finales del siglo XIX, había caído en un estado de abandono. En 1879, la villa fue vendida y, tras varios cambios de propiedad, fue adquirida por el estado en 1936. La villa fue utilizada para diversos fines, incluyendo como escuela para la policía penitenciaria, y sufrió un deterioro significativo a lo largo de los años.
Los esfuerzos para restaurar la villa comenzaron en el siglo XXI, con las fachadas siendo repintadas en 2015 y partes del parque reabiertas al público en 2016. A pesar de estos esfuerzos, la villa sigue en un estado frágil, con secciones del edificio colapsando tan recientemente como en 2019.
Hoy en día, Villa Favorita se erige como un testimonio de la grandeza de su pasado y el atractivo perdurable de su belleza arquitectónica. Los visitantes pueden explorar su rica historia, maravillarse con su diseño e imaginar el opulento estilo de vida de sus antiguos habitantes reales. Ya sea que seas un entusiasta de la historia o simplemente busques experimentar una parte del patrimonio cultural de Italia, Villa Favorita ofrece una fascinante mirada al pasado.
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