La Basílica de San Bernardino, conocida localmente como Basilica di San Bernardino, es un impresionante edificio religioso situado en el corazón de L'Aquila, Italia. Esta asombrosa basílica, dedicada a San Bernardino de Siena, no solo es una maravilla arquitectónica sino también un depósito de rica historia y cultura. Construida entre 1454 y 1472, la basílica es un testimonio de la devoción y la excelencia artística de su época.
La historia de la Basílica de San Bernardino comienza con la llegada de San Bernardino de Siena a L'Aquila en 1444. Bernardino, un predicador muy respetado, fue invitado a la ciudad para mediar entre facciones en conflicto. A pesar de su frágil salud, aceptó la invitación y se dirigió a L'Aquila, donde falleció poco después, el 20 de mayo de 1444. Inicialmente, sus restos fueron enterrados en la Iglesia de San Francesco en Piazza del Palazzo. Sin embargo, los ciudadanos de L'Aquila, inspirados por sus enseñanzas y deseando honrar su memoria, decidieron construir una gran basílica en su honor. Esta iniciativa fue liderada por Giovanni da Capestrano con el apoyo del Papa Nicolás V, quien canonizó a Bernardino en 1450.
La construcción de la basílica comenzó en 1454, solo una década después de la muerte de Bernardino. El sitio elegido estaba estratégicamente ubicado entre el antiguo hospital de San Salvatore y la ahora desaparecida Iglesia de Sant'Alò, cerca de las murallas orientales de la ciudad. El diseño inicial incluía un plan central con una gran cúpula destinada a albergar la tumba de Bernardino. Sin embargo, el terremoto de 1461 causó daños significativos, deteniendo la construcción temporalmente. Los trabajos se reanudaron en 1464 y, para 1472, la basílica estaba completa, y los restos de Bernardino fueron trasladados a su lugar de descanso final dentro de la nueva capilla.
La fachada de la basílica, completada en el siglo XVI por Cola dell'Amatrice, es una obra maestra de la arquitectura renacentista con elementos inspirados en Miguel Ángel. La fachada presenta tres órdenes de columnas y nichos intrincadamente diseñados, creando una apariencia armoniosa y grandiosa que llama la atención.
En 1703, un devastador terremoto golpeó L'Aquila, causando extensos daños a la basílica. Solo la fachada y las paredes laterales permanecieron intactas. Los esfuerzos de reconstrucción, que comenzaron unos años más tarde, transformaron el interior de la basílica en una obra maestra barroca. La reconstrucción fue supervisada por varios arquitectos, incluidos Filippo Barigioni, Sebastiano Cipriani y Giovan Battista Contini. Sus esfuerzos combinados resultaron en un interior ricamente decorado que incluye un impresionante techo de madera adornado con pan de oro, elaborado por Ferdinando Mosca.
La Basílica de San Bernardino alberga numerosas obras de arte significativas. Entre ellas se encuentra el mausoleo de San Bernardino, creado por Silvestro dell'Aquila, que es un notable ejemplo de escultura renacentista. Además, la basílica cuenta con obras de artistas renombrados como Andrea della Robbia, Francesco Bedeschini, Pompeo Cesura, Rinaldo Fiammingo y Donato Teodoro. Estas obras, junto con las capillas intrincadamente decoradas financiadas por familias locales influyentes, contribuyen al estatus de la basílica como un tesoro cultural y artístico.
En 1902, la Basílica de San Bernardino fue declarada monumento nacional, reconociendo su importancia histórica y cultural. En 1946, el Papa Pío XII la elevó al rango de basílica menor, un título que comparte con otras dos iglesias en L'Aquila: San Giuseppe Artigiano y Santa Maria di Collemaggio. La basílica fue sometida a una extensa restauración tras el terremoto de 2009, que causó graves daños al ábside y al campanario. Después de años de meticulosos trabajos de reparación y consolidación, la basílica reabrió sus puertas en 2015, una vez más recibiendo a visitantes y fieles por igual.
Hoy en día, la Basílica de San Bernardino está gestionada por el Polo Museale dell'Abruzzo, bajo el Ministerio de Patrimonio Cultural y Actividades. Esto asegura su preservación y su continuo papel como una parte vital del patrimonio cultural de L'Aquila.
Una visita a la Basílica de San Bernardino es un viaje a través de siglos de historia, arte y devoción. Al acercarse a la basílica, la grandiosidad de su fachada captura inmediatamente su atención. Al entrar, se es recibido por el opulento interior barroco, con su techo dorado, el majestuoso órgano y las impresionantes obras de arte. Cada rincón de la basílica cuenta una historia, desde la vida de San Bernardino hasta la resiliencia del pueblo de L'Aquila que reconstruyó su querida iglesia después de cada desastre.
Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o un buscador espiritual, la Basílica de San Bernardino ofrece una experiencia profunda y enriquecedora. Se erige como un símbolo de fe, arte y el espíritu perdurable de una comunidad que ha preservado su legado para que las futuras generaciones lo admiren y aprecien.
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