El Parque Miguel Servet en Huesca, España, es un exuberante oasis urbano que ofrece una combinación perfecta de belleza natural, importancia histórica y oportunidades recreativas. Como el parque más grande y uno de los más antiguos de la ciudad, abarca más de 6,95 hectáreas, proporcionando un escape sereno tanto para los locales como para los visitantes. La rica historia del parque, su diversa flora y sus encantadoras atracciones lo convierten en un destino imprescindible en Huesca.
Los orígenes del Parque Miguel Servet se remontan a principios del siglo XX. Antes de su creación, el área albergaba los jardines de la familia Lastanosa, quienes poseían un gran palacio que fue demolido a finales del siglo XIX. En 1928, el ayuntamiento aprobó la construcción de un parque municipal en este sitio, expropiando más de 3,76 hectáreas de terreno. El parque fue diseñado por Antonio Uceda, Bruno Farina y Santos Coarasa, con contribuciones del arquitecto José Luis de León y el artista Ramón Acín. La construcción floral fue supervisada por el jardinero catalán Domingo Vidal y un equipo de horticultores locales.
El parque fue inaugurado oficialmente en 1930, aunque inicialmente no estaba dedicado a Miguel Servet. Fue solo al año siguiente cuando el ayuntamiento decidió nombrar el parque en honor a este renombrado teólogo y científico. En la década de 1960, el parque experimentó una expansión significativa bajo la dirección del alcalde Emilio Miravé y el concejal de Parques y Jardines José Antonio Llanas. Esta expansión conectó el parque con el centro histórico de Huesca, aumentando su tamaño a las actuales 6,95 hectáreas y añadiendo nuevos elementos naturales y arquitectónicos.
Una de las características más icónicas del Parque Miguel Servet es Las Pajaritas, un monumento diseñado por Ramón Acín en 1928. Este tributo artístico al origami se ha convertido en un símbolo de Huesca, capturando la imaginación de todos los que visitan el parque. Las elegantes esculturas, con sus formas geométricas y diseño lúdico, son un testimonio del genio creativo de Acín y del patrimonio cultural de la ciudad.
Ubicado cerca de la entrada principal en la Calle Rioja, el Quiosco de la Música es otra atracción notable del parque. Originalmente construido para las actuaciones de la Banda Municipal, ahora alberga una variedad de actividades y eventos durante todo el año. La encantadora arquitectura del quiosco y su ubicación central lo convierten en un lugar de reunión popular tanto para locales como para turistas.
Para las familias con niños, la Casita de Blancanieves es una parte encantadora del parque. Esta reproducción caprichosa de la casa de la clásica película de Disney está rodeada por un mural de cerámica que representa a Blancanieves y los Siete Enanitos, así como un medallón con un retrato de Walt Disney creado por José María Aventín. Junto a la casita hay un estanque lleno de lirios de agua, añadiendo al ambiente de cuento de hadas. La zona está sombreada por un bosquecillo de pinos de Alepo, proporcionando un refugio fresco en los calurosos días de verano.
Junto a la Casita de Blancanieves, los visitantes encontrarán el Jardín de Rosas, un área circular adornada con bancos y una pequeña fuente. El centro del jardín es una estructura metálica que añade un toque de elegancia al entorno sereno. Este lugar tranquilo es perfecto para un paseo relajado o un momento de reflexión silenciosa.
En la entrada de la Calle Juan XXIII se encuentra la Estatua de los Reyes Pirenaicos, un tributo a los monarcas de la línea pirenaica. Creada por el artista César Montaña, la composición metálica de la estatua recuerda el estilo de Pablo Gargallo. La estatua descansa sobre una base rocosa que simboliza el terreno accidentado de los Pirineos, añadiendo una dimensión histórica y geográfica al parque.
El Parque Miguel Servet también cuenta con un pequeño zoológico, donde los visitantes pueden observar una variedad de animales, incluyendo pavos reales, gallinas y otras especies de aves. En el pasado, los pavos reales deambulaban libremente por el parque, pero ahora están alojados en un recinto dedicado. El zoológico ofrece una experiencia educativa tanto para niños como para amantes de los animales.
En el lado opuesto del parque se encuentra un gran estanque, rodeado de terrazas cubiertas de hierba donde los visitantes pueden relajarse y disfrutar del sol. El estanque es hogar de patos, gansos y cisnes, creando una escena pintoresca y animada. Es un lugar perfecto para un picnic o una tarde tranquila observando las aves acuáticas.
En conclusión, el Parque Miguel Servet es un destino vibrante y encantador que ofrece algo para todos. Ya sea que estés interesado en su rica historia, su diversa flora, sus monumentos artísticos o sus instalaciones recreativas, este parque es una verdadera joya en el corazón de Huesca. Una visita al Parque Miguel Servet promete una experiencia memorable llena de belleza, tranquilidad y un toque de magia.
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