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Monasterio de San Pedro el Viejo

Monasterio de San Pedro el Viejo Huesca

Monasterio de San Pedro el Viejo

En el corazón de Huesca, España, se encuentra una joya de la arquitectura románica y un testimonio del rico tapiz histórico de la región: el Monasterio de San Pedro el Viejo. Este antiguo monasterio benedictino, que data de principios del siglo XII, invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y explorar su pasado lleno de historias, maravillas arquitectónicas y significancia cultural.

La Importancia Histórica del Monasterio de San Pedro el Viejo

El Monasterio de San Pedro el Viejo es una de las iglesias más antiguas de España, con sus orígenes remontándose a una iglesia visigótica construida sobre los restos de un templo romano. Durante la ocupación musulmana, se erigió una iglesia mozárabe en este sitio para servir a la población cristiana. Tras la reconquista cristiana de Huesca en 1096, el Rey Pedro I de Aragón y Navarra confió el lugar a los monjes benedictinos de la Abadía de Saint-Pons-de-Thomières en Francia, marcando el inicio de la transformación del monasterio en la magnífica estructura que vemos hoy.

La construcción de la actual iglesia románica comenzó en 1117, reemplazando a la más pequeña iglesia mozárabe. Para 1158-1160, la nueva iglesia estaba completada, presentando un diseño que ha perdurado a lo largo de los siglos. La siguiente fase importante de construcción, entre 1170 y 1198, incluyó la adición de un nuevo claustro, realzando el esplendor arquitectónico del monasterio. A principios del siglo XIII, comenzó la construcción de la torre, que no se completó hasta el siglo XIV. Para mejorar la iluminación interior, se añadió un cimborrio entre 1236 y 1240.

Maravillas Arquitectónicas

Al acercarte al Monasterio de San Pedro el Viejo, lo primero que te recibe es la torre campanario hexagonal del siglo XIII, que se alza orgullosa junto al portal de la iglesia. El nivel inferior de la torre cuenta con ventanas estrechas en forma de saetera enmarcadas por columnas, que dejan entrar luz en la capilla de San Ponce abajo. La entrada a la iglesia, situada en el lado norte, era originalmente el acceso al cementerio. El antiguo portal principal, ahora reemplazado por el coro oeste, estaba adornado con tres arquivoltas de arco redondo decoradas con motivos de hojas y de tablero de ajedrez. El tímpano sobre el portal muestra a dos ángeles sosteniendo un disco con el Crismón y las letras Alfa y Omega, con el Cordero de Dios en el centro.

Explorando el Interior de la Iglesia

Al entrar, te recibe una nave de tres pasillos dividida en cinco tramos, con un crucero que no se extiende más allá de la nave. La iglesia mide 41,30 metros de largo y 14 metros de ancho, con tres ábsides semicirculares en el extremo oriental. La nave principal y los pasillos laterales están cubiertos con bóvedas de cañón, sostenidas por arcos redondos masivos que descansan sobre pilares cruciformes. El cimborrio, con su bóveda de nervaduras y óculos enmarcados en diamante, ilumina el crucero, creando una atmósfera serena y contemplativa.

El pasillo norte alberga pinturas murales del siglo XIII, atribuidas al pintor Sancristóbal, quien trabajó en la iglesia alrededor de 1276. Estos frescos representan escenas de la Biblia, incluyendo la batalla de David contra Goliat, Moisés y la zarza ardiente, y la serpiente de bronce. El altar mayor, tallado en madera y dorado en 1601 por Juan de Berrueta y Juan de Alí, es un ejemplo fino de la transición del estilo renacentista al barroco. En el ábside derecho, la figura policromada de la Virgen de las Nieves, que data de finales del siglo XIV, añade un toque de color y devoción.

Descubriendo el Claustro

El claustro, construido en la segunda mitad del siglo XII, es un oasis rectangular de tranquilidad. Sus arcadas, sostenidas por columnas dobles con capiteles compartidos, presentan intrincadas tallas que representan escenas de las vidas de María y Jesús, la historia de Caín y Abel, y criaturas míticas. De los 38 capiteles, 18 son originales, mientras que el resto fueron reemplazados por réplicas a finales del siglo XIX. Los capiteles originales, ahora albergados en el Museo Provincial de Huesca, muestran la habilidad del Maestro de San Juan de la Peña, quien se cree que también trabajó en el claustro del Monasterio de San Juan de la Peña.

La Capilla de San Bartolomé

Una de las partes más fascinantes del monasterio es la Capilla de San Bartolomé, que data de la iglesia prerrománica. Esta capilla de tres tramos, cubierta con una bóveda de cañón sostenida por dos arcos transversales, sirvió como sala capitular para los monjes benedictinos y más tarde como panteón real. Aquí reposan los restos del Rey Alfonso I, conocido como el Batallador, quien fue trasladado desde el Castillo de Montearagón en 1843, y del Rey Ramiro II, quien pasó sus últimos veinte años como monje en el monasterio. La capilla también alberga la tumba del último prior del monasterio, Bernardo Alter Zapila, quien murió en 1494.

Un Legado Intemporal

El Monasterio de San Pedro el Viejo no es solo un monumento; es un testimonio vivo de la resiliencia y la fe de la gente de Huesca. Declarado sitio de patrimonio cultural en 1885, continúa siendo un lugar de culto y un faro de historia. Al recorrer sus antiguos pasillos, claustros y capillas, casi puedes escuchar los ecos de siglos pasados, invitándote a reflexionar sobre el legado perdurable de este notable monasterio.

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