Gelmelslot, también conocido como el Castillo de Hoogstraten, es un testimonio de siglos de historia, evolución arquitectónica y el espíritu perdurable de la región. Ubicado en el pintoresco pueblo de Hoogstraten en Bélgica, esta majestuosa estructura invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y explorar su pasado legendario, desde sus inicios hasta su actual función como centro escolar penitenciario.
Según la leyenda local, los orígenes de Gelmelslot se remontan al siglo IX, cuando un normando llamado Gelmel construyó una torre de madera rodeada de fosos. Esta primera fortificación sentó las bases de lo que eventualmente se convertiría en un grandioso castillo de piedra. Para el siglo XII, la torre de madera se había transformado en una formidable fortaleza de piedra, preparando el escenario para siglos de importancia histórica.
En la primera mitad del siglo XV, Jan IV van Cuijk reconstruyó el castillo en estilo gótico, marcando el inicio de la evolución de Gelmelslot como símbolo de poder y prestigio. La propiedad del castillo pasó por varias familias nobles, incluyendo las familias van Culemborg y Van Lalaing, cada una dejando su huella en la estructura.
Bajo la administración de Antoine I de Lalaing, el primer Conde de Hoogstraten, y su esposa Elisabeth de Culemborg, Gelmelslot experimentó su propio renacimiento. La pareja contrató al renombrado arquitecto Rombout II Keldermans para transformar el castillo en una lujosa obra maestra renacentista. El complejo contaba con tres muros fortificados, torres de vigilancia, puentes levadizos, una armería, múltiples capillas, salones ricamente decorados y elegantes pórticos. Este período de opulencia y grandeza consolidó el estatus de Gelmelslot como símbolo de riqueza e influencia.
A pesar de su grandeza, Gelmelslot enfrentó numerosos desafíos a lo largo de su historia. En 1542, el castillo resistió un asedio por Maarten van Rossum, demostrando su resistencia. Sin embargo, en 1581, un devastador incendio arrasó el castillo, y sufrió más daños durante un asedio en 1603. Aunque se elaboraron planes de restauración en el siglo XVII, nunca se llevaron a cabo por completo.
Maria-Gabriëla de Lalaing, la última descendiente de la familia Lalaing, se casó con Karl Florentin zu Salm, un general en la República de los Siete Países Bajos Unidos. Tras su muerte, el castillo pasó a manos de la Casa de Salm. Su nieto, Nikolaus Leopold zu Salm-Salm, emprendió la restauración del castillo. En 1740, se convirtió en el primer Duque de Hoogstraten, y en 1743, fue elevado al rango de Príncipe de Salm-Salm.
En 1768, otro incendio afectó a Gelmelslot, causando esta vez daños extensos en el interior del castillo. El corazón del castillo nunca fue reconstruido, y el ala sur se reutilizó como área residencial para la familia principesca. Durante la ocupación francesa, el castillo fue nacionalizado, saqueado y parcialmente demolido. Sirvió para diversos propósitos, incluyendo cuartel de gendarmería y refugio para mendigos. En 1810, fue reutilizado como colonia agrícola, y desde 1931, ha funcionado como centro escolar penitenciario.
Gelmelslot está lleno de intrigantes anécdotas y leyendas. Se cree que el 13 de marzo de 1566 tuvo lugar una importante reunión en el castillo, posiblemente relacionada con la redacción de la Petición de los Nobles, aunque los detalles de las consultas permanecen desconocidos. Una pintura en el Taxandriamuseum en Turnhout muestra las duras condiciones que soportaban los mendigos sentenciados a trabajos forzados en el molino del castillo hasta 1891. El escritor Georges Eekhoud incluso señaló que podía ajustar su reloj por los incansables esfuerzos de los mendigos, que eran reemplazados cada hora hasta que colapsaban de agotamiento.
Visitar Gelmelslot hoy en día ofrece una oportunidad única para sumergirse en su rica historia y belleza arquitectónica. Aunque la función principal del castillo ahora es como centro escolar penitenciario, su importancia histórica y esplendor arquitectónico permanecen intactos. Las imponentes paredes del castillo, sus torres de vigilancia y puentes levadizos evocan un sentido de grandeza medieval, mientras que los elementos renacentistas añaden un toque de elegancia.
Al pasear por los terrenos del castillo, uno puede imaginar las vidas de los nobles que alguna vez habitaron sus salones, las batallas libradas para proteger sus muros y la resistencia que ha permitido a Gelmelslot perdurar a través de los siglos. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, Gelmelslot ofrece un cautivador viaje a través del tiempo.
En conclusión, Gelmelslot en Hoogstraten es más que un castillo; es un testimonio vivo del rico tapiz de la historia, la resiliencia y la transformación. Sus muros resuenan con las historias del pasado, invitando a los visitantes a explorar y apreciar el legado perdurable de esta notable fortaleza.
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