La Basílica Inferior de San Francisco, situada en el corazón de Asís, es una maravilla de la arquitectura medieval y un testimonio del legado perdurable de San Francisco. Este lugar sagrado, conocido localmente como la Basílica Inferiore di San Francesco d'Assisi, forma parte del complejo basilical dedicado al venerado santo. Su rica historia, tesoros artísticos y significado espiritual la convierten en un destino imprescindible tanto para peregrinos como para turistas.
La historia de la Basílica Inferior de San Francisco comienza con la canonización de San Francisco. Apenas un día después de este evento trascendental, el 17 de julio de 1228, el Papa Gregorio IX colocó la primera piedra de lo que se convertiría en una obra maestra arquitectónica. Para 1230, la basílica estaba casi terminada, lista para albergar las reliquias de San Francisco. Esta rápida finalización fue un testimonio de la dedicación y reverencia que la gente de Asís sentía por su amado santo.
A lo largo de los siglos, la basílica ha experimentado numerosos cambios y mejoras. La estructura que vemos hoy es una mezcla armoniosa de austeridad románica y elegancia gótica, reflejando las transiciones arquitectónicas de la época. A pesar del paso del tiempo, la basílica sigue siendo un faro de fe y arte, atrayendo visitantes de todo el mundo.
Entrar en la Basílica Inferior es como adentrarse en un reino diferente, donde la historia y la espiritualidad se entrelazan. La entrada está marcada por un magnífico portal gótico, adornado con intrincadas tallas y una llamativa roseta. Este portal, completado antes de 1271, prepara el escenario para el festín visual que espera en el interior.
Dentro, la basílica está diseñada en forma de cruz Tau, un símbolo apreciado por San Francisco. La nave única, con sus cinco tramos, está cubierta por bóvedas de crucería, mientras que el transepto presenta bóvedas de cañón. La tenue iluminación y la simplicidad románica crean un ambiente propicio para la reflexión y la oración.
Las paredes de la Basílica Inferior son un lienzo para algunos de los más grandes artistas del siglo XIV. Los frescos, que representan escenas de la vida de San Francisco y la Pasión de Cristo, se atribuyen a maestros como Giotto y Cimabue. Aunque el tiempo ha dejado su huella en algunas de estas obras, su belleza y significado permanecen intactos.
Entre los puntos destacados se encuentra la Capilla de Santa Catalina, también conocida como la Capilla del Crucifijo. Esta capilla poligonal está adornada con frescos de Andrea Bartoli, que ilustran la vida de Santa Catalina. Las vibrantes vidrieras, creadas por Giovanni di Bonino, añaden un caleidoscopio de colores al espacio sereno.
Una de las partes más sagradas de la Basílica Inferior es la cripta, donde se encuentran los restos de San Francisco. Esta cripta, accesible desde la plaza inferior, es un lugar de peregrinación y oración. El diseño simple pero poderoso de la cripta refleja la humildad y devoción que caracterizaron la vida de San Francisco.
La cripta también alberga los restos de algunos de los compañeros más cercanos de San Francisco, convirtiéndola en un punto focal para aquellos que buscan conectarse con el espíritu del santo y sus enseñanzas.
Las capillas de la basílica son tesoros de arte y devoción. La Capilla de San Antonio Abad, ubicada en la parte más al norte de la nave de entrada, presenta monumentos sepulcrales elaborados por artesanos locales en el siglo XIV. El cementerio adyacente, que una vez fue un claustro, es un espacio tranquilo que invita a la contemplación.
Cada capilla está adornada con frescos que cuentan historias de fe y martirio. La Capilla de San Antonio de Padua, por ejemplo, exhibe obras de Cesare Sermei, que representan escenas de la vida del santo. Estas obras de arte, junto con el esplendor arquitectónico de la basílica, hacen de cada visita un viaje a través de la historia y la espiritualidad.
La Basílica Inferior de San Francisco no es solo un monumento; es un testimonio viviente del legado perdurable de San Francisco y del brillante arte del período medieval. Sus muros resuenan con historias de devoción, sacrificio e inspiración, convirtiéndola en un destino ineludible para cualquiera que visite Asís. Ya sea que busques consuelo espiritual o iluminación artística, la basílica ofrece una experiencia profunda que perdura mucho después de abandonar sus sagrados pasillos.
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