Ubicada en la pintoresca ciudad de Wavre en Bélgica, la Basílica de Nuestra Señora de Basse-Wavre, conocida localmente como Basiliek van Onze-Lieve-Vrouw van Basse-Wavre, se erige como un faro de importancia espiritual y belleza arquitectónica. Esta basílica católica del siglo XVI, declarada basílica menor en 1999 por el Papa Juan Pablo II, no solo es un lugar de culto, sino también un apreciado sitio de peregrinación dedicado a Nuestra Señora de la Paz y la Concordia.
Los orígenes de la Basílica de Nuestra Señora de Basse-Wavre están envueltos en leyendas. Según relatos del siglo XI, los campesinos locales eran atraídos a los pantanos de Basse-Wavre por la música celestial que escuchaban en las noches anteriores a ciertas fiestas marianas. Ellos presenciaban ángeles rodeados de una luz divina, lo que les llevó a creer que la Virgen María había elegido este valle como su morada. A pesar de los intentos iniciales de construir una capilla en una colina cercana, las paredes se trasladaban misteriosamente a los pantanos cada noche. Aceptando esta señal milagrosa, los aldeanos construyeron la capilla en el valle, donde descubrieron un santuario de extraordinaria belleza, que creían que había descendido del cielo.
El santuario románico inicial, uno de los más antiguos del país, fue construido con grandes piedras típicas de los siglos XI y XII. Esta estructura aún existe hoy en día, ubicada a la izquierda del coro en la basílica actual. El sitio ganó mayor prominencia cuando el Conde Enrique III de Lovaina y su hermano Godofredo I establecieron un nuevo señorío en Wavre y donaron la tierra a la joven Abadía de Affligem, lo que llevó al establecimiento de un pequeño priorato benedictino alrededor de la capilla original.
Con el paso de los siglos, la basílica sufrió varias transformaciones. En el siglo XVI se añadió un coro gótico, seguido por la construcción de tres naves barrocas en el siglo XVII. La nave izquierda, construida en 1659, se extendía desde la capilla del siglo XI, mientras que las naves central y derecha se completaron en 1710. La llamativa torre de ladrillo y piedra azul de la basílica, coronada con una aguja bulbosa, también data de 1710. La fachada, una mezcla de elementos barrocos y originales, presenta una distintiva pantalla de arenisca ferruginosa.
El interior de la Basílica de Nuestra Señora de Basse-Wavre es un tesoro de artefactos históricos y artísticos. La iglesia alberga confesionarios y asientos del coro de la segunda mitad del siglo XVIII, así como paneles de madera estilo Luis XV y bancos de comunión. Dos pinturas significativas adornan el coro: "El Matrimonio Místico de Santa Catalina" (1650) de la escuela de Rubens y "La Adoración de los Reyes Magos" (1760) de Maximilien de Haese.
Uno de los objetos más preciados de la basílica es el relicario de 1628, una magnífica pieza de cobre dorado y platería adornada con 14 medallones ovalados que representan los orígenes y primeros milagros del santuario. Este relicario, coronado como la Virgen María, contiene reliquias de más de cuarenta santos y mártires, añadidas a lo largo de los años.
La actual estatua de Nuestra Señora, una obra maestra barroca esculpida en roble por Luc Fayd’herbe, un alumno de Rubens, en 1640, es otro punto destacado. Esta estatua de 1.6 metros de altura y 150 kilogramos fue originalmente pintada de blanco para parecer mármol. En 1897, el Papa León XIII otorgó al Cardenal Goossens la autoridad para coronar la estatua, lo que llevó a la creación de un impresionante conjunto de oro y vermeil, incluyendo una corona de oro de 24 quilates, un cetro de vermeil y un manto y velo ricamente decorados.
La Basílica de Nuestra Señora de Basse-Wavre sigue siendo un vibrante centro de devoción mariana. Cada año, el 8 de diciembre, la Fiesta de la Inmaculada Concepción, una procesión de antorchas recorre la basílica y las calles circundantes. El santuario, considerado un "santuario vivo", se abre periódicamente para recibir nuevas reliquias, con ceremonias presididas por el Abad de Affligem y el obispo diocesano. Estos eventos, que se celebran cada 25 años desde la coronación de la estatua en 1897, atraen a peregrinos de cerca y de lejos.
Una de las tradiciones más notables es el Gran Tour de Nuestra Señora, una procesión que se lleva a cabo el domingo siguiente al 24 de junio, la Fiesta de San Juan Bautista. Esta ruta de 8.5 kilómetros a través de Wavre y sus alrededores incluye paradas en varias capillas y santuarios. Una característica única de esta procesión es el Wastia, un pan de 15 kilogramos adornado con flores, bendecido y llevado sobre la cabeza de un peregrino.
La Basílica de Nuestra Señora de Basse-Wavre es más que un monumento histórico; es un testimonio vivo de siglos de fe, milagros y comunidad. Sus paredes resuenan con las oraciones y las historias de innumerables generaciones, convirtiéndola en un destino imprescindible para cualquiera que explore el rico patrimonio cultural y espiritual de Bélgica. Ya sea que seas un peregrino en busca de consuelo o un entusiasta de la historia ansioso por adentrarte en el pasado, la basílica ofrece una experiencia profunda y enriquecedora.
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