San Francesco, conocido localmente como la Basílica de San Francesco alla Rocca, es un símbolo del rico entramado religioso y cultural de Viterbo, Italia. Esta impresionante basílica, con su historia llena de acontecimientos y su arquitectura impactante, invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y explorar el corazón espiritual de esta ciudad histórica.
Los orígenes de San Francesco se remontan a 1237, cuando el Papa Gregorio IX donó tierras a los franciscanos, marcando el inicio de su trayectoria. Incorporando originalmente el Palacio de los Alemanni de 1208, la basílica ha experimentado numerosas transformaciones. Durante los siglos XVI y XVII, se llevaron a cabo importantes restauraciones que introdujeron elementos barrocos, los cuales fueron eliminados posteriormente para devolverle su encanto románico tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Reabierta en 1953, la basílica refleja ahora sus raíces medievales, ofreciendo una ventana al pasado.
Al acercarse a San Francesco, la fachada románica captura la atención con sus columnas retorcidas y la insignia papal del Papa Pío XII, quien elevó la iglesia a basílica menor en 1949. La fachada alguna vez contó con un pórtico y frescos vibrantes, insinuando el esplendor artístico que se encontraba dentro de sus muros. El púlpito hexagonal, erigido en 1428, conmemora los sermones de San Bernardino de Siena, añadiendo un toque de intriga histórica.
Junto a la iglesia se alza un campanario con una campana que data de 1259, un recordatorio del legado perdurable de este sitio sagrado. La simplicidad del exterior oculta la rica historia que ha presenciado, desde santos y papas hasta emperadores que han pasado por sus pasillos.
Al entrar, te recibe un diseño en cruz latina con un ábside cuadrado y un techo que alguna vez tuvo una bóveda barroca. A pesar de los daños de la guerra, San Francesco conserva importantes obras de arte. Entre ellas se encuentra un panel pintado en 1572 que representa a Viterbo con los Santos Antonio de Padua y Rosa de Viterbo, ofreciendo una rara vista panorámica de la ciudad desde finales del siglo XVI.
El transepto derecho alberga tesoros como la única pieza restante del monumento funerario del Cardenal Giordano Pironti y la exquisita tumba del Papa Adriano V, atribuida a Arnolfo di Cambio. Esta obra maestra de la escultura funeraria gótica está adornada con intrincadas decoraciones cosmatescas, un verdadero tesoro de la historia del arte italiano.
La pared trasera del presbiterio está dominada por una moderna vidriera de 1951, que representa el árbol franciscano, simbolizando la historia y los logros de la orden. Debajo, un gran órgano añade una nota armoniosa al ambiente sagrado.
En el transepto izquierdo, la restaurada tumba del Papa Clemente IV se encuentra junto a la estatua funeraria del Cardenal Vicedomino Vicedomini, conocido como el Papa por un día. El altar de la familia Botonti, que alguna vez albergó la famosa Piedad de Sebastiano del Piombo, ahora muestra una réplica perfecta de esta obra maestra.
La pared izquierda de la nave presenta restos de la tumba del Cardenal Marco da Viterbo y una pintura de la Madonna con el Niño y Santos de Monaldo Trofi. Las paredes, que alguna vez estuvieron completamente decoradas con frescos inspirados en la Basílica de San Francisco de Asís, han perdido gran parte de su arte original debido a restauraciones pasadas y daños de guerra.
San Francesco no es solo un relicario del pasado; sigue siendo una parte vibrante de la vida cultural y espiritual de Viterbo. Administrada por el Polo Museale del Lazio desde 2014, la basílica continúa atrayendo visitantes de todo el mundo, deseosos de experimentar su riqueza histórica y artística.
Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o un buscador espiritual, San Francesco ofrece un profundo viaje a través del tiempo. Sus muros resuenan con las historias de quienes han caminado por sus pasillos, desde los humildes franciscanos hasta las poderosas figuras de la iglesia y el estado.
En conclusión, San Francesco es un faro de historia y fe en Viterbo, invitando a todos los que la visitan a explorar sus profundidades y descubrir la belleza de su legado perdurable. Mientras recorres sus espacios sagrados, tómate un momento para reflexionar sobre los siglos de devoción y arte que han dado forma a esta notable basílica.
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