La Mikaelikyrkan, situada en la dinámica ciudad de Västerås, Suecia, es un impresionante ejemplo de arquitectura modernista con un toque de brutalismo. Esta iglesia única, dedicada al Arcángel Miguel, es un testimonio de las innovaciones arquitectónicas de los años 60 y del espíritu comunitario que la hizo posible. Su fascinante diseño e historia rica la convierten en una visita obligada para quienes exploran la región.
A mediados del siglo XX, Västerås era una ciudad en crecimiento, con nuevos barrios surgiendo para acomodar a su creciente población. La necesidad de una nueva iglesia se hizo evidente, ya que las instalaciones existentes eran insuficientes para las comunidades en expansión de Jakobsberg-Pettersberg, Vetterstorp, Annedal y Hammarby. Por lo tanto, se estableció una fundación para financiar la construcción de Mikaelikyrkan, y la ciudad asignó un terreno en las afueras de Vetterstorp.
Los renombrados arquitectos Bertil Tideström y Gösta Ekroth fueron contratados para diseñar la iglesia. Aunque su propuesta inicial era una estructura cuadrada y modesta, el diseño final evolucionó hacia un edificio más amplio, con capacidad para unas 400 personas. La construcción comenzó en febrero de 1965, y la iglesia fue consagrada el 26 de marzo de 1966 por el obispo Sven Silén, justo a tiempo para la Fiesta de la Anunciación.
Mikaelikyrkan es una obra maestra de la arquitectura moderna, con una base de hormigón armado y paredes construidas con piedra caliza danesa. El exterior de la iglesia se caracteriza por sus paredes austeras y sin ventanas, y un diseño de techo innovador. La sección central del techo se eleva dramáticamente hacia el este, alcanzando su punto más alto en el presbiterio, mientras que las secciones laterales ascienden hacia el oeste.
Una de las características más distintivas de la iglesia es su campanario de 19 metros de altura, construido con cuatro pilares de hormigón y coronado con una cruz de aluminio rodeada por tres círculos, simbolizando el centro del universo. La torre alberga tres campanas, cada una inscrita con versos del himno de Nathan Söderblom, Ring in gudstjänsttid.
El interior de Mikaelikyrkan es tan impresionante como su exterior. La nave de la iglesia es luminosa y minimalista, con paredes de piedra caliza en bruto y un suelo de baldosas cerámicas de Höganäs. El espacio se divide en tres naves por arcos que descansan sobre pilares de hormigón sin tratar, creando una sensación de apertura y tranquilidad.
El presbiterio está elevado unos escalones por encima de la nave, y el altar, elaborado en mármol de Gotlandia, se erige orgulloso sobre un podio de mármol. La iglesia también cuenta con una capilla más pequeña dedicada a la Virgen María, ideal para servicios íntimos y reflexión.
Mikaelikyrkan alberga varias obras de arte notables. El retablo, pintado por Helge Andersson en 1975, consta de tres paneles que representan escenas como la Anunciación y la Resurrección de Jesús. Fuera de la iglesia, una escultura blanca de concreto de María, obra del artista Pellis Hellbom, da la bienvenida a los visitantes, mientras que en el interior, su escultura de metal Nucellus simboliza a Jesús como el núcleo desde el cual los apóstoles difundieron el evangelio.
Otro destacado artístico es la pintura Jesús en Getsemaní de Robert Hugo Jäckel, que cuelga en la nave norte. Esta pieza fue originalmente alojada en el predecesor de la iglesia, Västra församlingshemmet.
Más allá de su importancia arquitectónica y artística, Mikaelikyrkan es un centro comunitario vibrante. En 1985, se añadió una extensión a la parte occidental de la propiedad, proporcionando espacio para un salón parroquial, archivos, oficinas y una sala de coro. El centro juvenil Mikaeligården, construido poco después de la iglesia, ofrece instalaciones para clases de confirmación y otras actividades juveniles, reforzando el papel de la iglesia como un centro para la vida comunitaria.
Los amantes de la música apreciarán el órgano de 16 registros de la iglesia, elaborado por Åkerman & Lund Orgelbyggeri. Los tubos de cobre del órgano añaden una dimensión visual y auditiva a los servicios y conciertos de la iglesia, enriqueciendo la experiencia espiritual de todos los asistentes.
En conclusión, Mikaelikyrkan no es solo un lugar de culto; es un faro de comunidad e innovación. Su audaz diseño y vibrante vida comunitaria reflejan el espíritu de Västerås, convirtiéndola en una parada esencial para cualquiera interesado en la arquitectura moderna, el arte y la cultura sueca.
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