En el corazón de Tienen, Bélgica, se encuentra una joya oculta que susurra historias de épocas pasadas y esplendor arquitectónico: la Paterskerk, también conocida como la Iglesia del Beguinaje. Esta obra maestra gótica, ahora en ruinas, se erige como un recordatorio conmovedor del rico tapiz histórico y herencia religiosa de la ciudad. Ubicada en el barrio del Groot Begijnhof (Gran Beguinaje), la iglesia atrae a los visitantes con su belleza inquietante y su pasado lleno de historias.
Los orígenes de la Paterskerk se remontan a principios del siglo XIII, cuando se estableció el Beguinaje de Tienen. Este enclave de mujeres devotas, conocidas como beguinas, buscaban una vida comunitaria dedicada a actividades espirituales sin tomar votos religiosos formales. El Beguinaje prosperó y, para 1240, se construyó la primera iglesia, convirtiéndose en una de las iglesias de beguinaje más antiguas de Bélgica.
La Paterskerk, construida en estilo gótico primitivo, se erigió en dos fases significativas. La nave y el transepto se completaron en la segunda mitad del siglo XIII, mientras que el coro y las capillas se añadieron a principios del siglo XIV. La iglesia fue elevada a la categoría de parroquia en 1250, reflejando su creciente importancia dentro de la comunidad.
El Beguinaje alcanzó su apogeo en el siglo XIV, pero para el siglo XVII comenzó a declinar. El número de beguinas se redujo a alrededor de 50 para 1622. La Revolución Francesa asestó un golpe severo al Beguinaje, llevándolo a su disolución en 1797. La iglesia y sus propiedades fueron transferidas a la Comisión de Hospicios Civiles de la ciudad.
En 1843, los padres dominicos de Gante adquirieron la iglesia, el convento y la enfermería, y la iglesia se conoció popularmente como la Paterskerk (Iglesia de los Padres). A finales del siglo XIX se llevó a cabo una restauración integral bajo la dirección del arquitecto Jean-Baptiste de Béthune, quien también añadió una nueva capilla. Sin embargo, en 1976, un devastador incendio durante reparaciones en el techo dejó la iglesia en ruinas, con solo una capilla solitaria y paredes carbonizadas.
Los esfuerzos para preservar las ruinas comenzaron en 1997, con la consolidación de las estructuras restantes y la creación de un parque peatonal diseñado por el arquitecto paisajista Herman Van den Bossche. Hoy en día, la Paterskerk se mantiene como un testimonio de resistencia, sus ruinas ofrecen un vistazo a su pasado lleno de historias.
El exterior de la Paterskerk es un ejemplo de elegancia gótica, construida con cuarcita de Overlaar y detalles intrincados en piedra de Gobertange. La fachada occidental, aunque carece de torre, es impresionante con su alta superficie plana. Una puerta arqueada del siglo XVII o XVIII y una alta ventana gótica central adornada con un pentalóbulo y cuatrifolios captan la atención. Sobre la ventana, un arco tapiado y un pequeño nicho gótico que alberga una estatua añaden encanto a la fachada.
La fachada sur, a lo largo de la calle Groot Begijnhof, presenta ocho ventanas de arco apuntado, cuyos marcos de piedra contrastan con las paredes desgastadas por el tiempo. Al este, el ábside de siete lados, aunque en ruinas, aún ostenta altas ventanas góticas con tracería de cuadrilóbulo, testimonio de la antigua grandeza de la iglesia.
Entrar en la Paterskerk es como retroceder en el tiempo. El interior, ahora abierto al cielo, se ha transformado en un sereno parque peatonal. La nave, con sus tres pasillos de seis tramos cada uno, data de la segunda mitad del siglo XIII. La nave central está flanqueada por cinco pilares de mampostería a cada lado, restos de la majestuosa estructura que una vez fue.
El coro, del siglo XIV temprano, termina en un ábside de siete lados, flanqueado por capillas rectangulares. Una de estas capillas, añadida durante la restauración del siglo XIX, se puede acceder a través de una puerta de arco apuntado en el pasillo izquierdo. Las ruinas evocan un sentido de reverencia, sus piedras desgastadas y espacios abiertos invitan a la contemplación.
Entre las ruinas, los visitantes pueden encontrar dos losas funerarias góticas de piedra azul en la pared del pasillo izquierdo. Estas losas conmemoran a Gheridt Foet († 1481) y Reynder Caus († 1562), cuyas inscripciones y tallas ofrecen un vínculo tangible con la narrativa histórica de la iglesia.
A pesar de su estado ruinoso, la Paterskerk sigue siendo un monumento vivo, un lugar donde la historia y la modernidad convergen. El parque peatonal, con sus caminos cuidadosamente diseñados y ruinas preservadas, invita a los visitantes a explorar y reflexionar. La inclusión de la iglesia como monumento histórico desde 1946 y su inclusión en el inventario del patrimonio inmobiliario flamenco subrayan su importancia cultural.
En conclusión, la Paterskerk en Tienen es más que un simple vestigio del pasado. Es un símbolo de resistencia, un faro de historia y un espacio sereno para la reflexión. Su arquitectura gótica, su pasado lleno de historias y su entorno tranquilo la convierten en un destino imprescindible para los entusiastas de la historia, los amantes de la arquitectura y cualquiera que busque un momento de paz entre los ecos del tiempo.
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