Ubicada en el corazón de la ciudad belga de Sint-Truiden, la Torre del Campanario de Sint-Truiden se alza como un orgulloso guardián de la historia y la cultura. Conocida localmente como el Belfort van Sint-Truiden, esta emblemática estructura es más que una simple torre; es un símbolo del rico patrimonio de la ciudad y un testimonio de la brillantez arquitectónica. Desde 1999, forma parte de la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, junto con otros 32 campanarios belgas, ofreciendo una fascinante visión del pasado mientras sigue desempeñando un papel activo en la comunidad actual.
La historia de la Torre del Campanario de Sint-Truiden es un relato fascinante de resiliencia y transformación. Originalmente, se erigió una sala de paños en la plaza del mercado en 1366, probablemente construida de madera y acompañada por un campanario de estilo gótico. Sin embargo, esta estructura inicial sucumbió a una tormenta en 1606, lo que llevó a la construcción del actual campanario. Esta nueva torre, diseñada en un estilo de transición entre la arquitectura renacentista y barroca temprana, ha resistido el paso del tiempo, siendo testigo de los altibajos de la fortuna de la ciudad.
El declive del comercio de paños a finales del siglo XV cambió el enfoque de la sala de paños a la bulliciosa plaza del mercado. Para 1754-1755, la sala se transformó en el ayuntamiento, un proyecto liderado por el arquitecto de Lieja Etienne Fayen. Esta transformación marcó un nuevo capítulo en la vida del campanario, convirtiéndose en una parte integral del corazón administrativo de la ciudad.
Con una altura de 40 metros, el Campanario de Sint-Truiden es un impresionante ejemplo de ingenio arquitectónico. Los dos primeros niveles, integrados en el ayuntamiento, están construidos con ladrillos pintados de rojo y adornados con pilastras de sillería plana. El tercer nivel, más estrecho que los inferiores, continúa el tema con ladrillos y pilastras, pero añade un toque de elegancia con el escudo de armas de la ciudad en su cara sur, añadido en 1930.
Cada cara visible de este nivel está decorada con un frontón roto con volutas y una concha de vieira, un guiño al estilo artístico de la ciudad. A medida que asciendes, las pilastras dan paso a cadenas de piedra y arcadas de ladrillo, mostrando los escudos de armas de la ciudad, de Fernando de Baviera, Príncipe-Obispo de Lieja, y del Abad Leonardus Betten, junto con un bajorrelieve dorado de San Trudo, el santo patrón de la ciudad, añadido en 1927.
El nivel superior del campanario, con sus pequeñas ventanas enmarcadas por columnillas y una robusta cornisa burdeos, está coronado por un impresionante reloj, añadiendo un toque de grandeza a esta estructura histórica.
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En la cima del campanario, una notable aguja bulbosa octogonal alberga un carillón de 50 campanas. Las 41 campanas originales fueron fundidas por el renombrado campanero de Lovaina Andreas van den Gheyn en 1754. Hoy en día, el carillón sigue encantando a locales y visitantes, sus melodías resuenan por la plaza del pueblo, añadiendo una banda sonora armoniosa a la vida bulliciosa de abajo.
El interior del Campanario de Sint-Truiden es tan cautivador como su exterior. Las habitaciones del primer piso, que datan del siglo XVIII, están ricamente decoradas con estuco, ofreciendo un vistazo a los gustos opulentos de la época. El vestíbulo del ayuntamiento presenta relieves elaborados por el artista de Lieja André Vivroux en 1788, mientras que la sala de matrimonios cuenta con alegorías pintadas al óleo por Jean-Baptiste Coclers, un pintor de Maastricht.
Visitar el Campanario de Sint-Truiden es un viaje a través del tiempo y el arte. Al explorar sus niveles, casi se pueden escuchar los susurros de la historia resonando a través de sus paredes. El campanario no solo ofrece un festín visual, sino que también sirve como un faro cultural, organizando eventos y actividades que celebran el espíritu vibrante de la comunidad de la ciudad.
Erguido orgullosamente en el Grote Markt, el Campanario de Sint-Truiden es más que un monumento histórico; es un testimonio vivo del legado perdurable de la ciudad. Ya seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, el campanario te invita a descubrir las historias y secretos que han dado forma a Sint-Truiden a lo largo de los siglos.
En conclusión, el Campanario de Sint-Truiden es una visita obligada para cualquiera que explore los encantadores paisajes de Bélgica. Su mezcla de historia, arquitectura y cultura ofrece una experiencia única que cautiva la imaginación y enriquece el alma, convirtiéndolo en un destacado inolvidable de cualquier viaje por esta pintoresca región.
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