En el corazón de Rubí, España, se encuentra un impresionante testimonio del rico patrimonio vitivinícola de Cataluña: el Celler Cooperatiu de Rubí. Esta joya del modernismo, diseñada por el renombrado arquitecto Cèsar Martinell, no es solo un edificio, sino una pieza de historia viva que ha presenciado la evolución de la elaboración del vino en la región. Construido entre 1920 y 1921, esta maravilla arquitectónica invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y explorar la grandeza de la Cataluña de principios del siglo XX.
La historia del Celler Cooperatiu de Rubí comenzó el 16 de marzo de 1919, cuando un grupo de 119 agricultores locales decidió unirse para formar una cooperativa. Su objetivo era mejorar su competitividad en el mercado del vino, y buscaron la experiencia de Cèsar Martinell, un discípulo del legendario Antoni Gaudí. La visión de Martinell para el Celler Cooperatiu de Rubí fue extraordinaria, y su diseño ha convertido al edificio en una de las estructuras agrarias más importantes de Cataluña.
La cooperativa adquirió un terreno de 3,189 metros cuadrados para la construcción de la bodega. El proyecto inicial contemplaba dos naves paralelas, pero solo se construyó una junto a una sala de máquinas en la parte trasera. El edificio presenta una distintiva nave principal en forma de L, construida con paredes de ladrillo doble y adornada con ventanas semicirculares y pilares. El techo, con sus dos pendientes, añade un encanto único al edificio.
El Celler Cooperatiu de Rubí es un brillante ejemplo del modernismo catalán, un estilo caracterizado por el uso de formas naturales, detalles intrincados y técnicas de construcción innovadoras. La nave principal del edificio alberga dos filas de cubas, cada una sostenida por elegantes soportes arqueados que las elevan del suelo. Una de estas cubas lleva una baldosa con el nombre del constructor, José Montemar, añadiendo un toque personal a la estructura.
Los visitantes pueden explorar las cubas a través de pasarelas suspendidas accesibles por una escalera de caracol, ofreciendo una perspectiva única del funcionamiento interno de la bodega. Bajo tierra, se instalaron dos hileras de tanques cilíndricos para almacenar el vino, mostrando aún más el diseño funcional del edificio.
En 1957, se añadió una segunda nave rectangular al complejo, dedicada al almacenamiento y venta de vino y productos relacionados. Esta adición, sin embargo, se diferencia de la estructura original tanto en diseño como en construcción.
La historia del Celler Cooperatiu de Rubí es un relato de resiliencia y adaptación. En 1929, la bodega obtuvo una medalla de plata y una mención honorífica en la Exposición Internacional de Barcelona, un testimonio de su importancia en la industria del vino. Con el tiempo, la cooperativa se expandió, alcanzando una capacidad de 27,000 hectolitros en 1958.
Sin embargo, los años 60 trajeron desafíos, incluyendo una devastadora inundación en 1962 que marcó el inicio de un declive en la producción. Para 1989, la capacidad de la cooperativa había disminuido a 2,000 hectolitros, lo que llevó a su cierre. Reconociendo el valor cultural e histórico del edificio, el Ayuntamiento de Rubí adquirió la propiedad, asegurando su preservación para las generaciones futuras.
En agosto de 2007, una parte del techo de la bodega colapsó, lo que provocó un esfuerzo de restauración integral liderado por el arquitecto Joan Albert Adell. La restauración tuvo como objetivo preservar los elementos modernistas del edificio, incluyendo los arcos de descarga en forma de palma que sostienen las cubas y los pilares de ladrillo en el sótano. El techo fue completamente renovado, siguiendo los principios modernistas con tejas de colores verde y tierra.
El primer piso, accesible desde la calle Pintor Murillo, conserva su diseño de doble altura, con una pequeña plataforma que ofrece una vista panorámica de la nave central y sus 20 cubas originales. La restauración también incluyó la instalación de dos escaleras y un ascensor para conectar los dos pisos del edificio, asegurando la accesibilidad para todos los visitantes.
El restaurado Celler Cooperatiu de Rubí fue inaugurado el 26 de octubre de 2013, marcando un nuevo capítulo en su rica historia. Hoy en día, se erige como un símbolo del rico patrimonio vitivinícola de Cataluña y un testimonio del espíritu perdurable de los agricultores y artesanos de la región.
Una visita al Celler Cooperatiu de Rubí es un viaje a través del tiempo, ofreciendo una visión de la historia y el arte de la elaboración del vino catalán. Mientras exploras los intrincados detalles y el diseño innovador del edificio, obtendrás una apreciación más profunda por la artesanía y la visión que se invirtieron en su creación.
Ya seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o un amante del vino, el Celler Cooperatiu de Rubí promete una experiencia inolvidable. Sumérgete en la belleza y la historia de esta obra maestra modernista y descubre las historias que han dado forma al legado vitivinícola de la región.
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