El Castell de Rubí, conocido originalmente como Castillo de Rubí, es un testimonio de la rica historia de Rubí en la región del Vallès Occidental en España. Esta magnífica estructura, que fue ampliamente restaurada en la década de 1990, se encuentra ahora en excelentes condiciones y actúa como un faro cultural en la zona. El edificio actual del castillo consta de tres secciones principales: el oeste (parte noble), el norte y el este, que rodean un patio en el lado sur. Desde 1996, se ha transformado primero en un Ecomuseo Urbano y, desde el año 2000, en el Museo Municipal Castell, una designación que subraya su importancia cultural e histórica.
El Castell de Rubí es una gran mansión residencial que se transformó en una masía a lo largo de los siglos. Los registros históricos indican que el castillo fue reconstruido en el siglo XVII. En 1963, J. Miralta escribió un artículo titulado ¿Cuál Será el Futuro del Castell de Rubí? en el que afirmaba: Arqueológicamente, el castillo no parece tener mucho valor, pero contiene ventanas valiosas y está íntimamente ligado a la historia de Rubí. Su construcción data de hace unos trescientos años... El castillo podría adaptarse como hogar para una institución cultural, ya que contiene grandes salas y algunas de sus dependencias podrían adaptarse al trabajo que se considere más adecuado. Naturalmente, sería necesaria una reparación profunda.
El último inquilino de esta mansión fue Miquel Vila, un sucesor de generaciones de su familia desde mediados del siglo XVIII. Cerca del perímetro del castillo hay restos arqueológicos del período románico, lo que añade otra capa de intriga histórica a este notable sitio.
La historia del Castell de Rubí se remonta al año 986, cuando se documentó por primera vez la iglesia de Sant Pere de Rubí. El castillo en sí se menciona en registros históricos de 994, cuando el obispo Vives de Barcelona compró una cuarta parte de un molino en la zona del Río Rubio. El castillo fue confirmado como propiedad del monasterio de Sant Cugat del Vallès por el Papa Silvestre II en 1002. Los condes de la región tenían dominio eminente sobre el castillo, y fue listado entre la serie de castillos que la condesa Ermessendis dio como garantía a su hijo Berenguer Ramón I en 1023.
Seniofred de Rubí fue nombrado veguer (un oficial feudal) del castillo por los condes en 1017. Posteriormente, la línea de los Claramunt se estableció en la zona, y en el siglo XI, Saurina de Claramunt se casó con Ramón de la Guàrdia, cuyo hijo Guillem heredó el castrum de Rivo Rubeo mientras mantenía el apellido Claramunt. El castillo fue reconstruido como una casa fortificada alrededor de 1223, reflejando su importancia estratégica.
El Castell de Rubí ha pasado por varias fases de transformación a lo largo de su historia:
Esta fase corresponde a la fortaleza original, ubicada a unos 200 metros al oeste de los restos de la ermita de Sant Genís.
En 1233, Berenguer de Rubí recibió permiso del Rey Jaume I para construir una domus (casa) para defensa. Esta mansión en forma de L sirvió como residencia del señor de Rubí y albergó a los Templarios, quienes perecieron en la cruzada de Jaume I. En 1361, la familia Torrelles convirtió la mansión en su castillo, abandonando la fortaleza de Sant Genís. El edificio fue ampliado y adquirió una apariencia de fortificación militar, sirviendo como centro administrativo del dominio feudal de Rubí.
Durante esta fase, la jurisdicción civil y militar del señor de Rubí pasó de la familia Torrelles al Rey Joan I. El edificio se transformó en una residencia señorial, perdiendo su carácter militar anterior. Características notables de este período incluyen la puerta de acceso al balcón que da al patio y la sección oriental con sus almenas, ventanas góticas y murales interiores que representan barcos.
El castillo se transformó en una masía durante este período, con cambios estructurales mínimos.
A principios del siglo XVIII, el castillo continuó funcionando como una masía. Se añadió un techo de una sola vertiente a la sección oriental, lo que llevó a la desaparición de las almenas en la pared oriental y al relleno de espacios en la pared occidental.
En esta fase final, el edificio sufrió una degradación significativa y la demolición de paredes. Cambió de manos entre varias familias hasta que fue adquirido por el Ayuntamiento de Rubí en 1983. El ayuntamiento remodeló el edificio, estableciendo el Castell-Ecomuseu Urbà en 1996 y posteriormente el Museo Municipal Castell en 2000. En 2010, se construyó un anfiteatro en el lado este del castillo.
Hoy en día, el Castell de Rubí se erige como un símbolo de la rica historia y patrimonio cultural de la región. Los visitantes pueden explorar su pasado histórico, admirar sus características arquitectónicas e impregnarse de las historias de antaño que han dado forma a este notable monumento. Ya seas un entusiasta de la historia o un turista casual, el Castell de Rubí ofrece un viaje cautivador a través del tiempo que no te puedes perder.
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