La Catedral de Reggio Emilia, o Duomo di Reggio Emilia, se erige orgullosamente en el corazón de Reggio Emilia, Italia, como un testimonio de siglos de evolución arquitectónica y devoción religiosa. Esta majestuosa estructura, dedicada a Santa María de la Asunción, no solo es la iglesia madre de la Diócesis de Reggio Emilia-Guastalla, sino también un faro del rico tapiz histórico de la ciudad.
Los orígenes de la Catedral de Reggio Emilia están envueltos en la niebla del tiempo, con la primera evidencia documentada de su existencia que data de mediados del siglo IX. Sin embargo, se cree que los cimientos de la catedral fueron colocados ya en el año 451 d.C., cuando el obispo Favenzio de Reggio participó en un sínodo en Milán. La catedral ha sido testigo de numerosas reconstrucciones y modificaciones a lo largo de los siglos, cada capa añadiendo a su riqueza histórica y arquitectónica.
En el siglo IX, la catedral y el palacio episcopal fueron fortificados con muros por orden del emperador Luis III, tras las devastadoras incursiones de los húngaros, que cobraron la vida del obispo Azzo. En el siglo XIII, el colapso del campanario original en 1228 llevó a la construcción de la actual torre octogonal bajo el obispo Guido da Fogliano en 1268. Esta torre, adornada con una impresionante estatua de cobre de la Madonna y el Niño por Bartolomeo Spani en 1522, sigue siendo una característica definitoria del perfil de la catedral.
La fachada de la Catedral de Reggio Emilia es una intrigante mezcla de estilos y épocas, reflejando su naturaleza incompleta pero cautivadora. La parte inferior de la fachada, diseñada por Prospero Sogari, conocido como Il Clemente, en el siglo XVI, presenta pilastras enmarcando nichos con estatuas de cuatro santos: Grisante, Venerio, Daria y Gioconda, los protectores de la ciudad. Sobre el portal principal, estatuas de Adán y Eva, también de Il Clemente, saludan a los visitantes con un toque de inspiración miguelangelesca.
La parte superior de la fachada, con su carácter románico, se atribuye a la llamada restauración Malaguzzi alrededor de 1275. Los frescos prominentes del siglo XIII de Cristo Pantocrátor y ángeles, que adornaban la fachada hasta la década de 1950, se conservan ahora en el Museo Diocesano, protegidos de los elementos.
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Entrar en la Catedral de Reggio Emilia es como adentrarse en una gran narrativa de arte y arquitectura. El interior, diseñado en un plano de cruz latina, se extiende a lo largo de 73.3 metros y cuenta con tres naves con ábsides semicirculares. La nave central, flanqueada por arcadas sobre robustos pilares, conduce a la gran cúpula en el crucero, una obra maestra diseñada por el arquitecto local Messori en 1623. Las bóvedas de cañón de las naves, completadas por Giuseppe Barlaam Vergnani en 1778, añaden al carácter monumental de la catedral.
El interior sufrió importantes renovaciones a partir de 1599 bajo la guía del arquitecto sienés Cosimo Pugliani, quien incorporó la antigua estructura románica en un entablamento dórico. Esta renovación es un testimonio de la destreza escultórica de Reggio Emilia durante los siglos XV y XVI, mostrando obras de escultores notables como Bartolomeo Spani y Prospero Sogari.
Las capillas dentro de la Catedral de Reggio Emilia son tesoros de arte e historia. La Capilla Brami cuenta con un retablo de Jacopo Palma il Giovane, mientras que la Capilla Toschi, diseñada por Girolamo Rainaldi, ostenta pinturas de Giuseppe Cesari, Cristoforo Roncalli y Domenico Cresti. La Capilla Rangone alberga la monumental tumba del obispo Ugo Rangone, elaborada por Prospero Sogari.
El Altar Mayor, adornado con una pintura de la Asunción por Federico Zuccari, es un punto focal de reverencia espiritual y artística. La Capilla del Santísimo Sacramento, con estatuas de profetas de Paolo Emilio Besenzi y un elaborado ciborio de mármol coronado por una imagen de bronce de Cristo Resucitado, es un testimonio del patrimonio artístico de la catedral.
Otras capillas notables incluyen la Capilla Fiordibelli, con una pintura de Giovan Francesco Barbieri, conocido como Guercino, y la Capilla de los Notarios, hogar del venerado relieve de la Madonna Tacoli, celebrada como la 'Madonna de la Salud' cada 21 de noviembre. La catedral también alberga obras de artistas como Augusto Mussini, Carlo Bononi, Francesco Vellani, Sebastiano Vercellesi y Orazio Talami.
Restauraciones recientes han desenterrado rastros de frescos de los siglos XIII y XIV en varias partes de la nave y la cripta, añadiendo al atractivo histórico de la catedral. Particularmente notables son los frescos en la Capilla del Santísimo Sacramento, pintados por Giovanni Giarola, un discípulo de Correggio, en la década de 1530. Los frescos de la cúpula, elaborados por Francesco Fontanesi en 1779, enriquecen aún más el legado artístico de la catedral.
El coro de madera tardogótico y el ornamentado relicario de Santa Catalina, creado por Raffaele Grimaldi con su exquisita decoración de inspiración francesa, son algunas de las posesiones más preciadas de la catedral. Las excavaciones arqueológicas durante la restauración de la catedral también han revelado un significativo mosaico romano que representa escenas paganas del siglo IV d.C., ahora preservado en el Museo Diocesano.
Entre 2005 y 2011, la catedral experimentó innovadoras adaptaciones litúrgicas con contribuciones de artistas contemporáneos como Jannis Kounellis, Hidetoshi Nagasawa, Ettore Spalletti y Claudio Parmiggiani. Estas intervenciones modernas se han integrado perfectamente con el tejido histórico de la catedral, creando un diálogo armonioso entre el pasado y el presente.
La Catedral de Reggio Emilia no es solo un lugar de culto; es un museo viviente, un testimonio del espíritu perdurable y el patrimonio artístico de la ciudad. Ya sea que seas un aficionado al arte, un entusiasta de la historia o un buscador espiritual, una visita a esta magnífica catedral seguramente te dejará inspirado y asombrado.
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