En el corazón de Parla, un pintoresco pueblo de la Comunidad de Madrid, se encuentra una joya histórica que refleja la rica herencia arquitectónica y cultural de España. La Casa Grande de Bartolomé Hurtado, también conocida como la Casa de Bartolomé Hurtado, es un testimonio de la grandeza de la arquitectura española del siglo XVII y del legado de su ilustre propietario, el Arquitecto Real Bartolomé Hurtado García.
Construida entre 1665 y 1670, la Casa Grande fue diseñada como un refugio para Bartolomé Hurtado García, quien buscaba tranquilidad y descanso lejos del bullicio de Madrid. La casa era especialmente frecuentada durante el mes festivo de septiembre, cuando Parla celebraba sus fiestas patronales. La extensa propiedad, que abarca más de 930 metros cuadrados, no era solo una residencia, sino un símbolo de estatus y lujo. La zona principal de la vivienda sola ocupaba aproximadamente 353 metros cuadrados, sin contar los amplios jardines y patios que añadían a su esplendor.
La Casa Grande es una estructura de tres pisos, con el último piso ingeniosamente oculto dentro de la infraestructura del techo, dándole la apariencia de un ático. El segundo piso cuenta con dos balcones adornados con barandillas de hierro forjado y azulejos decorativos, flanqueados por dos ventanas a cada lado. La planta baja cuenta con cuatro ventanas y una puerta central, todas enmarcadas con ladrillo y piedra toledanos tradicionales, típicos de la época. La fachada está embellecida con detalles de granito alrededor de las ventanas y la puerta, y el escudo de la familia Hurtado se encuentra orgullosamente sobre la entrada principal.
Ubicada en la Plaza de la Constitución, la Casa Grande está rodeada de otros edificios históricamente significativos, incluyendo el antiguo ayuntamiento y la antigua panadería conocida como Casa Horno. Esta plaza, la más antigua de Parla, ha sido el epicentro de la vida social y cultural del pueblo durante más de tres siglos, albergando eventos como mercados, corridas de toros y representaciones teatrales.
En el interior, la casa es un laberinto de habitaciones y pasillos, cada uno con su encanto único. La planta baja alberga el vestíbulo de entrada, un gran salón, dos cocinas, una capilla y varios dormitorios. La escalera central, con su acceso arqueado y suelos de azulejos de Villaseca, conduce al segundo piso, que incluye habitaciones para huéspedes que a menudo se utilizaban para alojar a la nobleza. El último piso servía como un pequeño estudio donde Bartolomé Hurtado trabajaba en sus proyectos arquitectónicos.
El patio central es otro punto destacado, proporcionando acceso a varias partes de la casa, incluyendo el baño y la zona de lavandería. El patio también conduce al corral, que estaba separado por muros bajos y una puerta para evitar que los animales deambularan por las áreas principales de la vivienda. El corral en sí era un espacio bullicioso, completo con almacenes, un granero, un gallinero, establos, una pila de leña y un gran jardín con un estanque y un pozo equipado con una noria para el riego.
Tras la muerte de Bartolomé Hurtado en 1698, la Casa Grande fue heredada por su hijo, Agustín Hurtado Beloso. La propiedad cambió de manos varias veces a lo largo de los siglos, cada propietario contribuyendo a su preservación y transformación. Propietarios notables incluyeron a Don José Curcio Palomero Hurtado y Juan Díaz Villete, quienes enfrentaron batallas legales y desafíos de mantenimiento. La casa incluso fue utilizada como granero para el almacenamiento de grano del pueblo a principios del siglo XX.
A mediados del siglo XX, la casa fue comprada por la prominente familia Bello de Parla, con Román Bello sirviendo como alcalde del pueblo desde 1960 hasta 1968. La casa permaneció en la familia hasta que fue adquirida por el gobierno local en 2001.
Reconociendo su importancia histórica, la Casa Grande recibió protección como edificio histórico en 1986. En 1997, recibió un nivel de protección estructural de la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid. Un importante proyecto de restauración comenzó en 2005, con el objetivo de devolver la casa a su antigua gloria. La restauración se centró en preservar elementos originales y replicar cualquier parte que hubiera caído en mal estado. A pesar de un pequeño incendio en 2005 que dañó el techo, la restauración continuó, asegurando que la Casa Grande se transformara en un museo dedicado a Bartolomé Hurtado y a la historia de Parla.
Hoy en día, la Casa Grande de Bartolomé Hurtado se erige como un faro de patrimonio cultural, ofreciendo a los visitantes una visión de la vida y los tiempos de uno de los arquitectos más notables de España. El museo no solo muestra los logros arquitectónicos de Bartolomé Hurtado, sino que también sirve como un centro cultural para exposiciones y eventos que celebran la rica historia de Parla. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, la Casa Grande promete un viaje a través del tiempo, lleno de historias de grandeza, legado y preservación.
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