En el corazón de Murcia, España, cruzando las tranquilas aguas del río Segura, se encuentra el ilustre Puente de los Peligros, también conocido como el Puente Viejo. Este puente de piedra, terminado en 1742, no solo es el puente más antiguo de la ciudad, sino también un testimonio de la rica historia y destreza arquitectónica de Murcia. Su nombre, Puente de los Peligros, proviene de la presencia de un nicho que alberga la venerada imagen de la Virgen de los Peligros, una figura profundamente respetada por los locales.
La historia del Puente de los Peligros comienza con la destrucción de su predecesor. El 26 de septiembre de 1701, una devastadora inundación arrasó con el puente original del siglo XV que conectaba la ciudad con la orilla derecha del río Segura, marcando el inicio de un desafiante pero notable viaje hacia la construcción del nuevo puente. Este puente era crucial ya que servía como punto de partida del camino real hacia Cartagena.
Debido a los tiempos tumultuosos de la Guerra de Sucesión Española, el proyecto enfrentó numerosos retrasos. No fue hasta 1717, bajo la regencia de D. Luis Salas y Sandoval, que se dio la orden de comenzar la construcción de un nuevo puente. Toribio Martínez de la Vega, el ingeniero detrás del informe sobre los materiales a utilizar, desempeñó un papel fundamental en este ambicioso esfuerzo. La primera piedra se colocó ceremoniosamente el 10 de septiembre de 1718, marcando el inicio de un proceso de construcción que se extendería por más de dos décadas.
La construcción del Puente de los Peligros fue una tarea monumental llena de desafíos. Poco después de comenzar, se detuvo debido a la solicitud del rey Felipe V de 14,000 doblones para financiar la construcción del Palacio de la Granja. A pesar de estos contratiempos, Martínez de la Vega perseveró, logrando colocar el pilar central y los estribos para 1733. Sin embargo, el progreso fue lento, y no fue hasta que Jaime Bort asumió el proyecto en 1739 que se hicieron avances significativos.
Bort, basándose en los planes de Martínez de la Vega, hizo varias modificaciones, incluyendo la ampliación de las entradas del puente y la adición de dos bóvedas cónicas en el extremo norte. También diseñó un acabado más artístico y decorativo para los tajamares. La construcción de los arcos se completó el 15 de agosto de 1740, y todo el puente se terminó en 1742. Estatuas de San Miguel y San Rafael, esculpidas por Joaquín Laguna, se instalaron en los tajamares, añadiendo un toque de grandeza a la estructura. El 12 de septiembre de 1742, la imagen de Nuestra Señora de los Peligros se colocó en el puente, y posteriormente se construyó un santuario neoclásico en la orilla derecha, dando al puente su nombre popular.
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En 1850, el Puente de los Peligros experimentó una ampliación para ensanchar sus aceras mediante la adición de una estructura metálica unida a la mampostería. Esta ampliación llevó a la eliminación de los elementos decorativos en los tajamares. Sin embargo, esta primera ampliación resultó insuficiente, y en 1867, la estructura metálica se amplió aún más, dando al puente su apariencia actual.
El éxito del proyecto del Puente de los Peligros fue evidente, ya que se convirtió en el primer puente en la historia de Murcia en resistir las inundaciones periódicas del río Segura, incluida la catastrófica inundación de Santa Teresa en 1879. Esta resiliencia consolidó su lugar como una pieza vital y duradera de la infraestructura de la ciudad.
El santuario neoclásico dedicado a la Virgen de los Peligros, ubicado en el lado sur del puente en el Barrio del Carmen, es un hito querido. Diseñado por Carlos Cayetano Ballester, el santuario alberga la imagen de la Virgen, a quien el pueblo de Murcia muestra gran devoción. Es común ver a los locales cruzando el puente y haciendo la señal de la cruz en reverencia a la Virgen.
El puente y la Virgen de los Peligros están inmortalizados en la popular zarzuela La alegría de la huerta (1900) de Federico Chueca, especialmente en el pasaje Jota y Final, destacando su importancia cultural en la región.
En conclusión, el Puente de los Peligros no es simplemente un puente, sino un símbolo de resiliencia, fe y brillantez arquitectónica. Su historia y presencia perdurables lo convierten en un hito imprescindible para cualquiera que explore la encantadora ciudad de Murcia. Al pasear por este histórico puente, no solo estás cruzando el río Segura; estás atravesando siglos de historia, cultura y devoción que han dado forma al alma misma de Murcia.
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