Ubicado en la encantadora comuna de Mont-de-Marsan, en el departamento de Landes en Francia, el Donjon Lacataye se erige como un testimonio de la arquitectura medieval y su importancia histórica. Este fascinante monumento, comúnmente conocido como un donjon o torreón, es en realidad una combinación de dos edificios contiguos construidos con piedra caliza, que datan de finales del siglo XIII o principios del XIV. A pesar de su nombre, no es una mazmorra tradicional, sino una casa fortificada que ha tenido diversos roles a lo largo de su rica historia.
Los orígenes del Donjon Lacataye están envueltos en cierto misterio, con su construcción atribuida a Marguerite de Moncade alrededor de 1313, cuando decidió retirarse a Mont-de-Marsan. Sin embargo, algunos creen que pudo haber sido construido por su padre, Gaston VII, o por su hermana, Constance de Moncade, a finales del siglo XIII. El monumento consta de dos casas románicas, claramente distinguibles desde el exterior y dentro del museo actual, donde un muro central adornado con ventanas románicas indica la construcción secuencial de los edificios.
Originalmente construidas dentro de las murallas de la ciudad, las casas servían como punto de vigilancia sobre el río Midou y el lado este de Mont-de-Marsan. La fortificación probablemente funcionaba tanto como puesto de observación como torre defensiva, siendo una parte vital del sistema de defensa medieval de la ciudad. Los edificios pertenecían a los vizcondes de Marsan, quienes eventualmente los abandonaron al mudarse de la ciudad. En el siglo XVI, las partes superiores de las estructuras fueron modificadas y se añadieron almenas, mejorando su propósito militar.
A lo largo de su historia, el Donjon Lacataye ha experimentado numerosas transformaciones. En el siglo XVI, proporcionó refugio a Marguerite de Navarra, hermana del rey Francisco I y abuela del rey Enrique IV. Ella encontró consuelo dentro de sus muros, usándolo como lugar de retiro y reflexión. En 1546, escribió L'Heptaméron y, en 1548, escenificó la obra mística La Comédie de Montemarsan en su interior.
Para 1560, el gobernador del cercano Castillo de Nolibos se trasladó al Donjon Lacataye, encontrándolo más cómodo que la fortaleza puramente defensiva. Notablemente, el edificio escapó de daños significativos durante las guerras religiosas y la Fronda. En 1860, Antoine Lacaze, entonces alcalde y propietario del edificio, lo legó a la ciudad para albergar tropas. Sirvió como cuartel departamental hasta 1876, y aún después, continuó siendo usado con fines militares hasta 1900.
A principios del siglo XX, el edificio fue reutilizado para uso civil, sirviendo como internado para niñas, centro de gimnasia y taller municipal. Notablemente, albergó la primera transmisión de radio de Mont-de-Marsan en 1925.
Restaurado en 1963, el Donjon Lacataye ahora alberga el Museo Despiau-Wlérick, dedicado a la escultura figurativa de la primera mitad del siglo XX. Esta transformación fue encabezada por Raymond Farbos, presidente de la asociación Amigos de Charles Despiau y Robert Wlérick, y el alcalde de la ciudad, Charles Lamarque-Cando. El museo, inaugurado en 1968, celebra las obras de los artistas locales Charles Despiau y Robert Wlérick, ofreciendo a los visitantes una visión única de su legado artístico.
Junto al Donjon Lacataye se encuentra otra casa románica, que en su momento fue parte de la muralla defensiva de la ciudad, y que ahora alberga el Museo Dubalen. Mont-de-Marsan cuenta con otras dos casas románicas fortificadas, restos del sistema de defensa medieval de la ciudad.
Explorar el Donjon Lacataye es un viaje a través del tiempo. Al recorrer sus antiguos pasillos, uno se encuentra con la mezcla de significancia histórica y artística que define este notable monumento. La colección de esculturas del museo ofrece un contraste fascinante con la arquitectura medieval, creando una experiencia cultural única.
La ubicación del Donjon Lacataye en la orilla derecha del río Midou ofrece vistas pintorescas y una atmósfera serena. Su importancia histórica, encanto arquitectónico y ofertas culturales lo convierten en un destino imprescindible tanto para los entusiastas de la historia como para los turistas ocasionales.
En conclusión, el Donjon Lacataye es más que un monumento histórico; es un símbolo del rico patrimonio y el espíritu perdurable de Mont-de-Marsan. Sus muros han sido testigos de siglos de cambio, sirviendo como fortaleza, refugio, cuartel militar y ahora, museo. Una visita al Donjon Lacataye es una oportunidad para retroceder en el tiempo e impregnarse de la cautivadora historia de esta encantadora ciudad.
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