En el encantador pueblo de Moers, ubicado en el corazón de Renania del Norte-Westfalia, Alemania, se encuentra una joya oculta de gran importancia histórica y belleza rústica: la Aumühle, también conocida como la Molino de Agua Superior. Este encantador molino de agua, con una rica historia que se remonta a principios del siglo XVII, es un testimonio del pasado industrioso de la ciudad y su herencia arquitectónica perdurable.
Los orígenes de la Aumühle están entrelazados con las fortificaciones medievales del pueblo. Inicialmente, servía como un sistema de esclusas que regulaba el suministro de agua al foso de la ciudad, desempeñando un papel crucial en la estrategia de defensa de Moers. Durante tiempos de conflicto, como la Guerra de los Treinta Años, la esclusa inundaba el foso seco, creando una barrera formidable contra los invasores.
La primera mención documentada de un molino de agua en Moers data de 1591 en un mapa del geógrafo Johannes Mercator. Conocido como el Vol mull, o molino de batanes, era un componente esencial de la economía local, proporcionando tanto energía como ingresos a través de impuestos. Para 1608, el molino se había transformado en la estructura que vemos hoy, un símbolo perdurable del espíritu industrioso de Moers.
El viaje de la Aumühle a través de la historia está marcado por períodos de prosperidad, declive y revitalización. En 1669, el molino fue restaurado bajo la dirección de Geurt ter Mitz, quien también gestionaba el Molino de Agua Inferior ubicado más abajo en el río. Sin embargo, el molino enfrentó desafíos significativos, incluyendo graves daños por inundaciones en 1799 y renovaciones posteriores a principios del siglo XIX.
Para mediados del siglo XIX, la Aumühle había caído en mal estado. A pesar de su declive, el molino conservó su importancia histórica, y en 1860, se amplió para incluir un establo. El molino cambió de manos varias veces, finalmente pasando a ser propiedad de la ciudad de Moers en 1907. Durante varias décadas, sirvió como residencia antes de ser reutilizado como atracción cultural a finales del siglo XX.
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La última parte del siglo XX vio un renovado interés en la preservación de la Aumühle. Entre 1979 y 1981, la ciudad de Moers emprendió extensos esfuerzos de restauración para transformar el molino en un punto destacado del Schloss- y Freizeitpark local. Esto incluyó la adición de una nueva estructura para albergar la maquinaria del molino, incorporando elementos del desmantelado Beskesmühle en Niep.
En 1982, la Aumühle fue oficialmente catalogada como un monumento protegido, solidificando su estatus como un sitio histórico preciado. A pesar de enfrentar numerosos desafíos con la rueda de agua del molino, incluyendo renovaciones y reemplazos, el compromiso de preservar esta pieza de historia se mantuvo firme.
En 1995, la Aumühle entró en una nueva etapa cuando fue adquirida por un propietario privado que utilizó el molino tanto como residencia como estudio de arte. Tras el fallecimiento del propietario en 2005, el molino fue comprado por SCI:Moers, una organización dedicada a su restauración y preservación. Entre 2007 y 2011, SCI:Moers invirtió aproximadamente 500,000 euros en trabajos de restauración integral, incluyendo la construcción de una nueva rueda de agua elaborada por la propia organización.
Hoy en día, la Aumühle se erige como un vibrante testimonio de la rica historia y herencia cultural de Moers. La parte más antigua del molino sirve como residencia, mientras que el antiguo establo alberga un estudio de arte. El anexo, que contiene la maquinaria funcional del molino, continúa produciendo pan, aunque con una rueda de agua no funcional que espera la reconexión del arroyo Moersbach al estanque del molino.
Los visitantes de la Aumühle son llevados en un cautivador viaje a través del tiempo. El entorno pintoresco del molino, a lo largo de las tranquilas aguas del Moersbach, proporciona un telón de fondo sereno para explorar este sitio histórico. Los edificios meticulosamente restaurados ofrecen una visión del pasado, mostrando los estilos arquitectónicos y técnicas de construcción de principios del siglo XVII.
Uno de los aspectos más destacados de una visita a la Aumühle es la maquinaria funcional del molino, que demuestra el proceso tradicional de molienda. El giro rítmico de las piedras de molino y el suave zumbido de la maquinaria transportan a los visitantes a una época en que el molino era un bullicioso centro de actividad, proporcionando servicios esenciales a la comunidad local.
Para aquellos interesados en el arte, el estudio ubicado en el antiguo establo ofrece una oportunidad única para ver obras contemporáneas creadas en un entorno histórico. La yuxtaposición del arte moderno dentro de las antiguas paredes de la Aumühle crea un diálogo fascinante entre el pasado y el presente, destacando la relevancia perdurable de este sitio histórico.
Más allá de su importancia histórica y cultural, la Aumühle ofrece un retiro tranquilo del ajetreo y el bullicio de la vida moderna. Los terrenos del parque circundante, con su exuberante vegetación y senderos serpenteantes, invitan a los visitantes a dar un paseo tranquilo e inmersarse en la belleza natural del área. El suave flujo del Moersbach y los sonidos relajantes de la rueda de agua crean una atmósfera pacífica, perfecta para la relajación y la reflexión.
En conclusión, la Aumühle en Moers es más que un monumento histórico; es un testimonio vivo de la rica herencia y espíritu perdurable de la ciudad. Sus muros resuenan con historias de resiliencia e innovación, ofreciendo a los visitantes una visión única del pasado mientras proporciona un entorno sereno e inspirador para la exploración y la reflexión. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o simplemente busques una escapada pacífica, la Aumühle promete una experiencia inolvidable en el corazón de Renania del Norte-Westfalia.
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