La Iglesia de Santa Engrácia, conocida localmente como Igreja de Santa Engrácia, es uno de los monumentos más emblemáticos de Lisboa. Esta magnífica estructura, situada en la parroquia de São Vicente, es más que una simple iglesia; es un símbolo de la rica historia de Portugal, su brillante arquitectura y su patrimonio cultural. Hoy en día, sirve como el Panteón Nacional, un lugar de descanso para algunas de las figuras más distinguidas de la historia portuguesa.
Los orígenes de la Iglesia de Santa Engrácia se remontan a 1568, cuando fue construida por la Infanta D. María, hija del Rey Manuel I, para albergar las reliquias de la mártir Santa Engrácia de Zaragoza. Sin embargo, la iglesia original sufrió graves daños debido a una tormenta en 1681. La construcción del edificio actual comenzó en 1682, pero se vio afectada por numerosos retrasos, lo que dio origen a la expresión portuguesa "obras de Santa Engrácia", usada para describir algo que parece interminable.
La construcción de la iglesia duró impresionantes 284 años, finalizando en 1966. Este prolongado periodo de construcción se atribuye a numerosas interrupciones y cambios en su uso previsto, incluyendo su tiempo como depósito de armas para el Arsenal do Exército y una fábrica de zapatos en el siglo XIX y principios del siglo XX. La iglesia fue designada Monumento Nacional en 1910 y más tarde se convirtió en el Panteón Nacional en 1966, tras un decreto en 1916.
La Iglesia de Santa Engrácia es una obra maestra de la arquitectura barroca, a menudo considerada el primer monumento barroco en Portugal. Su característica más destacada es la grandiosa cúpula, una adición moderna diseñada por el arquitecto Luís Amoroso Lopes. La cúpula, que domina el horizonte de Lisboa, ofrece una impresionante vista panorámica de la ciudad y el río Tajo.
El interior de la iglesia es igualmente impresionante, con su intrincado suelo de mármol hecho de varios tipos de mármol de colores. El majestuoso espacio está adornado con hermosas estatuas y decoraciones ornamentadas, reflejando los estilos artísticos y arquitectónicos del periodo barroco. El diseño de la iglesia, con su planta central y diseño simétrico, añade a su presencia majestuosa.
La Iglesia de Santa Engrácia fue transformada en el Panteón Nacional para honrar y perpetuar la memoria de los ciudadanos portugueses que han hecho contribuciones significativas al país en diversos campos, incluyendo la política, la literatura, las artes y los servicios militares. El Panteón alberga las tumbas de varias figuras notables, como los poetas Almeida Garrett y Guerra Junqueiro, el presidente Óscar Carmona y la cantante de fado Amália Rodrigues.
Además de las tumbas, el Panteón cuenta con cenotafios (tumbas vacías) dedicados a otras personalidades ilustres portuguesas, incluyendo a Luís de Camões, el reverenciado poeta, y Vasco da Gama, el famoso explorador. El Panteón sirve como un lugar de reverencia y reflexión, celebrando las vidas y legados de aquellos que han moldeado la historia y cultura portuguesa.
La Iglesia de Santa Engrácia no solo es conocida por su belleza arquitectónica y su importancia histórica, sino también por las intrigantes leyendas asociadas a ella. Una de estas leyendas es el "Desacato de Santa Engrácia", que data de 1630. Según la leyenda, un joven llamado Simão Pires Solis, un nuevo cristiano, fue acusado de robar las reliquias de Santa Engrácia. A pesar de declarar su inocencia, fue condenado a muerte por la Inquisición.
Mientras era llevado a su ejecución, Simão maldijo la iglesia, proclamando: "Es tan cierto que muero inocente como que estas obras nunca se terminarán". Esta maldición pareció hacerse realidad, ya que la construcción de la iglesia enfrentó numerosos retrasos y solo se completó siglos después. El verdadero culpable fue finalmente descubierto, y se reveló que Simão había guardado silencio para proteger a su amada, una joven noble llamada Violante, con quien había planeado fugarse.
Visitar la Iglesia de Santa Engrácia es una parada obligatoria para cualquiera que explore Lisboa. La iglesia está abierta al público, y los visitantes pueden maravillarse con su impresionante arquitectura, su rica historia y la serena atmósfera del Panteón. La grandiosa escalera que conduce a la entrada ofrece un lugar perfecto para un paseo tranquilo y ofrece una fantástica vista de la impresionante fachada de la iglesia.
Una vez dentro, tómate tu tiempo para explorar las intrincadas baldosas de mármol, la grandiosa cúpula y las diversas tumbas y cenotafios. La iglesia también alberga exposiciones y eventos, brindando a los visitantes la oportunidad de profundizar en la historia y cultura portuguesa. No olvides subir a la cúpula para disfrutar de una vista panorámica de Lisboa, una vista que seguramente te dejará asombrado.
En conclusión, la Iglesia de Santa Engrácia es más que un monumento histórico; es un testimonio del rico patrimonio cultural y la brillantez arquitectónica de Portugal. Su transformación en el Panteón Nacional añade una capa de reverencia y significado, convirtiéndolo en un lugar donde la historia, el arte y la memoria convergen. Ya seas un entusiasta de la historia, un amante de la arquitectura o simplemente un viajero curioso, una visita a la Iglesia de Santa Engrácia es una experiencia inolvidable que te dejará con una mayor apreciación por el pasado de Portugal y su legado perdurable.
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