Escondida en la encantadora ciudad de La Chaux-de-Fonds en Suiza, la Sinagoga de La Chaux-de-Fonds, conocida localmente como Synagoge La Chaux-de-Fonds, es un testimonio de la rica historia y patrimonio cultural de la comunidad judía en esta región. Esta magnífica estructura, con su distintivo estilo romano-bizantino, ha sido un faro de fe y comunidad desde su inauguración en 1896. Como una de las sinagogas más grandes de Suiza, no solo sirve como lugar de culto, sino también como símbolo de la resistencia y prosperidad de la población judía local.
La historia de la comunidad judía en La Chaux-de-Fonds comienza a principios del siglo XIX con la llegada de inmigrantes de Alsacia. Para 1844, la comunidad había crecido a 65 miembros, aunque todavía enfrentaban una discriminación significativa. Sin embargo, en 1857, ocurrió un cambio crucial cuando las autoridades municipales decidieron que los residentes judíos ya no necesitarían permisos individuales para vivir en la ciudad. Esto marcó el comienzo de una nueva era de integración y aceptación.
A medida que la población judía local continuó creciendo, alcanzando 750 en 1890 y 914 en 1900, jugaron un papel cada vez más vital en el desarrollo económico, cultural y social de La Chaux-de-Fonds. Notablemente, las familias judías fueron fundamentales en la industrialización de la industria relojera, aportando innovación tecnológica y conexiones globales a la ciudad. Figuras como Paul Ditisheim ejemplifican el espíritu emprendedor que ayudó a moldear esta próspera comunidad.
Inicialmente, las ceremonias religiosas se realizaban en apartamentos privados, pero a medida que la comunidad se expandía, estas sinagogas improvisadas se volvieron insuficientes. En 1843, la comunidad alquiló un apartamento en la Rue Jaquet-Droz, que sirvió como su primer lugar formal de culto. A pesar de su exterior discreto, esta sinagoga se convirtió en un punto focal para la comunidad bajo la guía del rabino Moïse Nordmann de Alsacia.
Para la década de 1850, la creciente población necesitaba un espacio más grande, lo que llevó a la inauguración de una nueva sinagoga en Rue de la Serre 35a en 1863. Este edificio, con su plano rectangular y grandes ventanas, ofrecía mayor visibilidad pero aún se integraba perfectamente con la arquitectura circundante. Era un reflejo de la integración de la comunidad en el tejido urbano de La Chaux-de-Fonds.
A medida que la comunidad judía continuaba floreciendo, la sinagoga en Rue de la Serre nuevamente se volvió demasiado pequeña. A principios de la década de 1880, la comunidad encargó al arquitecto Sylvius Pittet diseñar un nuevo edificio. Los planes de Pittet, inspirados en el estilo neo-bizantino popular en Europa, presentaban un diseño centralizado con influencias orientalistas y moriscas. Sin embargo, debido a incidentes antisemitas en 1885, el proyecto se pospuso temporalmente.
En 1888, la llegada del rabino Jules Wolff, un líder moderno y progresista, revitalizó los esfuerzos de la comunidad. Bajo su liderazgo, la comunidad compró un terreno central en 1891 y lanzó un concurso arquitectónico. Aunque el jurado inicialmente favoreció el diseño del arquitecto local Eugène Schaltenbrand, los planes finales fueron creados por Richard Kuder, un arquitecto alemán radicado en Estrasburgo. La ejecución detallada y la decoración fueron supervisadas por el arquitecto local Gustave Clerc.
La construcción avanzó rápidamente, con la primera piedra colocada el 28 de junio de 1894 y la sinagoga consagrada el 13 de mayo de 1896. La inauguración fue un evento grandioso, al que asistieron autoridades locales, cantonales y federales, destacando la importancia de la sinagoga para la comunidad en general.
La Sinagoga de La Chaux-de-Fonds es una maravilla arquitectónica, caracterizada por sus generosos volúmenes y su disposición en forma de cruz. La cúpula central, que alcanza los 32 metros de altura, está sostenida por un tambor octogonal con 24 ventanas, flanqueada por cuatro cúpulas más pequeñas. La orientación del edificio sigue el eje tradicional oeste-este, con la entrada principal en la fachada occidental.
La fachada occidental es particularmente impresionante, con torretas que albergan escaleras, una gran entrada con intrincadas tallas, un gran rosetón y una inscripción en hebreo que proclama la unicidad de Dios. Las fachadas laterales, aunque menos ornamentadas, son monumentales en su trabajo de piedra policromada, reflejando la diversa herencia geológica de Suiza.
El uso de piedras variadas de diferentes regiones de Suiza en la sinagoga ha llevado a los historiadores a describirla como una verdadera enciclopedia de piedra suiza. El edificio incorpora calizas del Jura, arenisca de Ostermundingen, granito de Biasca y mármol de Solothurn. Esta diversidad cromática no solo realza el atractivo estético del edificio, sino que también simboliza la apertura e integración de la comunidad.
En el interior, la sinagoga es igualmente impresionante. El sótano y la planta baja albergan salas de servicio y oración, mientras que una galería está reservada para las mujeres, siguiendo las prácticas tradicionales. La sinagoga estaba equipada con comodidades modernas para su época, incluyendo un sistema de calefacción por aire caliente y iluminación eléctrica.
La decoración interior, con motivos pintados y muebles finamente elaborados, dirige la vista hacia el santuario, que alberga el Almenor y el tabernáculo. La lámpara eterna, suspendida ante el santuario, proporciona una luz continua, simbolizando la presencia duradera de la fe.
Originalmente, la sinagoga ofrecía 418 asientos, con bancos de roble diseñados para complementar el estilo del edificio. El interior también incluye dos candelabros de nueve brazos, lámparas de araña y apliques de pared, añadiendo a la grandeza general.
La Sinagoga de La Chaux-de-Fonds no es solo un lugar de culto; es un hito cultural que cuenta la historia de una comunidad resiliente y vibrante. Su belleza arquitectónica, su importancia histórica y el papel que desempeña en el patrimonio local la convierten en una visita obligada para cualquiera que explore La Chaux-de-Fonds. Ya seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente un viajero curioso, esta sinagoga ofrece una visión del rico tapiz de la vida judía en Suiza.
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