En el corazón de La Chaux-de-Fonds, Suiza, se encuentra una joya oculta para los entusiastas de la relojería y los visitantes curiosos: el Museo Internacional de Relojería (Musée International d'Horlogerie L'homme et le temps). Este museo extraordinario está dedicado al arte y la ciencia de la medición del tiempo, exhibiendo una rica colección de relojes y cronómetros que narran la historia del tiempo.
La ciudad de La Chaux-de-Fonds ha sido durante mucho tiempo un pilar de la industria relojera suiza. El Museo Internacional de Relojería, que evolucionó a partir de la colección de estudio de la escuela local de relojería, abrió sus puertas en 1902. A lo largo de los años, el museo se expandió varias veces, encontrando finalmente su hogar actual en un edificio moderno y vanguardista inaugurado en 1974. Diseñado por los arquitectos Pierre Zoelly y Georges-J. Haefeli, la estructura única del museo se integra perfectamente con el paisaje circundante, creando un espacio armonioso que invita a los visitantes a explorar las maravillas en su interior.
El edificio del museo en sí es una obra de arte. Construido entre 1972 y 1974, ocupa un volumen subterráneo de 20,000 metros cúbicos, enclavado en el lado de un parque. La estructura de concreto sigue la pendiente natural del sitio, creando tres niveles que albergan las áreas principales del museo: una sala para exposiciones temporales y asambleas, una sala dedicada a relojes antiguos y un espacio que muestra técnicas modernas de fabricación y decoración. El diseño de planta abierta, con espacios interconectados y luz natural que entra a través de grandes ventanas, mejora la experiencia del visitante, haciendo que cada exhibición se sienta como un descubrimiento.
El Museo Internacional de Relojería cuenta con una impresionante colección de instrumentos de medición del tiempo, que van desde grandes relojes hasta delicados relojes de pulsera. Entre los aspectos más destacados se encuentran:
Una de las exhibiciones más cautivadoras del museo son los frescos de la Conquista del Tiempo de Hans Erni. Estas pinturas, encargadas por la Cámara de Relojería Suiza para la Exposición Universal de Bruselas de 1958, ilustran la filosofía universal del tiempo y el desarrollo de la relojería en Ginebra y el Arco del Jura. Los frescos son un festín visual, combinando arte y ciencia en una celebración de la ingeniosidad humana.
Otra pieza fascinante es el Planetario de François Ducommun de 1816. Este modelo intrincado del sistema solar, completo con constelaciones pintadas por Charles Girardet, muestra la destreza técnica y habilidad artística de los relojeros del siglo XIX. El mecanismo de latón del planetario, dividido en un sistema de calendario y planetario, es un testimonio de los cálculos meticulosos y la artesanía de su creador.
El museo también presenta una obra maestra contemporánea: el Autómata Turco Bebiendo Café de François Junod. Esta maravilla electromecánica, creada para celebrar el centenario de una empresa local de tostado de café, representa a una figura turca bebiendo café en una alfombra voladora, acompañada por la Marcha Turca de Mozart. Los movimientos intrincados y el diseño caprichoso del autómata lo convierten en un favorito del público.
Más allá de sus exhibiciones, el Museo Internacional de Relojería es un centro de investigación y restauración relojera. Los talleres de restauración del museo, parcialmente visibles para los visitantes, llevan a cabo proyectos de conservación y restauración tanto para la colección del museo como para piezas privadas seleccionadas. Siguiendo estrictas directrices éticas, los restauradores buscan preservar la mayor cantidad posible del material original, asegurando que cada pieza conserve su integridad histórica.
El museo también alberga el Centro para el Estudio del Tiempo y el Hombre (Centre d'études L'Homme et le Temps), que contiene una biblioteca completa de literatura relojera, archivos industriales y documentos iconográficos. El centro organiza conferencias y coloquios, fomentando una comprensión más profunda de la historia y la tecnología de la medición del tiempo.
Cada año, el Museo Internacional de Relojería otorga el prestigioso Premio Gaïa, a menudo referido como el Nobel de la Relojería. Establecido en 1993, el premio honra a individuos que han hecho contribuciones significativas al campo de la relojería, ya sea a través de la artesanía, la industria o la investigación. El Premio Gaïa subraya el compromiso del museo de reconocer y celebrar la excelencia en el arte y la ciencia de la medición del tiempo.
El Museo Internacional de Relojería en La Chaux-de-Fonds es más que un museo; es una celebración de la búsqueda humana para medir, entender y dominar el tiempo. Sus ricas colecciones, arquitectura innovadora y dedicación a la investigación y restauración lo convierten en un destino imprescindible para cualquiera fascinado por la intrincada danza de engranajes y manecillas que rige nuestras vidas. Ya seas un relojero experimentado o un viajero curioso, una visita a este notable museo promete un viaje a través de las épocas, un tic a la vez.
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