Ubicada en la encantadora ciudad de Kleve, Alemania, la Kleine Kirche, conocida originalmente como Kleine Evangelische Kirche, se erige como un símbolo de historia y perseverancia. Esta pequeña pero rica iglesia histórica es un testimonio del espíritu perdurable de su comunidad y la elegancia arquitectónica de una época pasada.
La historia de la Kleine Kirche comienza a principios del siglo XVII, en medio de la turbulencia de la Guerra de los Treinta Años. Antes de su construcción, la congregación luterana local, compuesta principalmente por funcionarios del gobierno prusiano y sus familias, se reunía en casas privadas y en un salón dentro del Schwanenburg. La llegada de Sebastian Hornung, un joven pastor de Franconia, marcó un punto de inflexión. Impulsado por la visión de proporcionar un lugar de culto dedicado, Hornung emprendió viajes de recaudación de fondos por Alemania, los Países Bajos, Dinamarca y Suecia. Sus esfuerzos dieron fruto, y los fondos no solo fueron suficientes para construir la iglesia, sino también una casa parroquial y una escuela.
La primera piedra se colocó el 4 de septiembre de 1619, y la iglesia se construyó rápidamente, con el frontón aún mostrando la fecha original de 1620. Para 1621, la iglesia estaba terminada y fue consagrada como la Trinitatiskirche. A pesar de los desafíos de la época, incluida la guerra, la Kleine Kirche surgió como un refugio espiritual para su congregación.
A lo largo de los siglos, la Kleine Kirche ha sido testigo de eventos históricos significativos. Tras la Paz de Westfalia en 1648, que puso fin a la Guerra de los Treinta Años, se instaló una campana en su torre. Esta campana, confiscada durante la Segunda Guerra Mundial como reserva de metal, fue finalmente devuelta a Kleve gracias a los esfuerzos de un sacerdote católico que disolvió el depósito de campanas.
Durante la ocupación napoleónica en 1794, la iglesia sirvió un papel poco ortodoxo como almacén de paja. La unificación de las congregaciones luterana y reformada en 1817, bajo la Unión Prusiana, convirtió a la Kleine Kirche en una de las dos iglesias que servían a la comunidad unida. La agitación de la era nazi llevó a una división dentro de la congregación, con la Iglesia Confesante tomando la iglesia más grande, mientras que los Cristianos Alemanes celebraban servicios bajo la esvástica en la Kleine Kirche.
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La Kleine Kirche no se libró de los estragos de la Segunda Guerra Mundial, sufriendo graves daños durante los bombardeos de octubre de 1944 y febrero de 1945. Sin embargo, la determinación de la comunidad vio su reconstrucción para 1955, aunque con algunos cambios interiores. Hoy en día, se alza orgullosa en el corazón del casco antiguo de Kleve, cerca del centro comercial Neue Mitte. Una restauración significativa en 2005/06 modernizó su interior mientras preservaba su encanto histórico, transformándola en una Iglesia Abierta, un espacio para la tranquilidad, reuniones comunitarias, exposiciones y conciertos.
El interior de la Kleine Kirche es una mezcla armoniosa de diseño histórico y contemporáneo. El interior predominantemente blanco se complementa con asientos negros elegantes, mientras que una impactante pared de altar roja ofrece un contraste deliberado. Colgando del techo hay una exquisita araña de la antigua Gran Iglesia, un regalo del Gran Elector a la congregación reformada en Kleve, que añade un toque de grandeza del siglo XVIII.
La pila bautismal de la iglesia está inscrita con un pasaje de Mateo 28, aunque sin las palabras en todo el mundo, probablemente debido a limitaciones de espacio. La campana original de 1647 lleva la inscripción: Johan Philipsen heft mei gegotten, dor dat fier bin ick geflotten, un guiño poético a su creación y viaje. Una segunda campana, fundida en 1955, completa el patrimonio auditivo de la Kleine Kirche.
Para los visitantes de Kleve, la Kleine Kirche ofrece más que solo un vistazo al pasado; proporciona un escape sereno y un lugar para el enriquecimiento cultural. Ya sea asistiendo a un concierto, explorando una exposición de arte o simplemente buscando un momento de reflexión, la acogedora atmósfera de la iglesia seguramente dejará una impresión duradera.
En conclusión, la Kleine Kirche no es solo un monumento histórico; es un testimonio vivo de la resiliencia y unidad de la comunidad de Kleve. Sus paredes resuenan con las historias de siglos pasados, mientras que sus puertas abiertas invitan a todos a participar en su legado perdurable. Al explorar esta encantadora ciudad, una visita a la Kleine Kirche es imprescindible, ofreciendo tanto un viaje a través de la historia como un momento de paz en el corazón de Kleve.
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