La Catedral de Forlì, conocida localmente como Cattedrale di Santa Croce, es un impresionante testimonio de la rica historia y destreza arquitectónica de Forlì, Italia. Esta maravilla neoclásica, que sirve como sede del Obispo de la Diócesis de Forlì-Bertinoro, no es solo un lugar de culto sino también un faro del patrimonio cultural e histórico de la ciudad.
La apariencia neoclásica actual de la Catedral de Forlì es el resultado de extensas renovaciones realizadas en el siglo XIX. La estructura original, una iglesia románica-gótica, fue en gran parte reemplazada por el diseño del arquitecto Giulio Zambianchi, quien completó el nuevo edificio en 1841. Sin embargo, quedan vestigios de la arquitectura anterior, como la Capilla del Santísimo Sacramento en la nave derecha y la grandiosa Capilla de la Madonna del Fuoco en la nave izquierda. Esta última fue construida entre 1614 y 1636 y presenta una cúpula octogonal con frescos de Carlo Cignani, que representan la Asunción de la Virgen María al Cielo.
Al entrar en la Catedral de Forlì, los visitantes quedan inmediatamente impresionados por su grandeza y el sentido de historia que se percibe en cada rincón. El interior de la catedral es una armoniosa mezcla de arte y arquitectura, con cada elemento contando una historia de fe y devoción. Uno de los aspectos más destacados es la tumba de Carlo Cignani, ubicada bajo el arco de soporte de la cúpula, un testimonio de la significativa contribución del artista a la belleza de la catedral.
Otro punto culminante es el altar mayor, encargado por el Cardenal Fabrizio Paolucci. Originalmente elaborado en Roma en 1718, fue rediseñado en 1814 por Luigi Mirri. El altar está adornado con una ancona de bronce dorado y lapislázuli de Giovanni Giardini y está coronado por una obra escultórica maestra de Camillo Rusconi. Este altar estaba inicialmente destinado a la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma, pero encontró su hogar en la Catedral de Forlì tras un incidente humorístico con el Papa. Durante una visita a Forlì, el Papa celebró misa en el altar anterior, que se derrumbó bajo su peso debido a daños por carcoma. En respuesta, prometió humorísticamente un nuevo altar, asegurando que futuras visitas fueran más seguras.
Uno de los espacios más venerados de la catedral es la Capilla de la Madonna del Fuoco, diseñada por Domenico Paganelli entre 1619 y 1636. Esta capilla, considerada la obra maestra de Paganelli, está coronada por una cúpula octogonal con un alto tambor, que presenta un fresco de Carlo Cignani completado entre 1686 y 1706. El fresco, que representa la Asunción de la Virgen, es un impresionante ejemplo de arte barroco, mejorado aún más por el trabajo de restauración de Pompeo Randi.
La capilla también alberga estatuas de los cuatro evangelistas de Giuseppe Maria Mazza y putti de estuco de Filippo Balugani. El arco de entrada está adornado con la representación de Pompeo Randi del Milagro de la Madonna del Fuoco. El centro de la capilla es la venerada imagen de la Madonna del Fuoco, una xilografía del siglo XV que sobrevivió milagrosamente a un devastador incendio en 1428. Esta imagen, enmarcada en un tabernáculo de madera de Francesco Brunelli, es un símbolo de protección divina y un punto focal de devoción local.
En la nave derecha, la Capilla del Santísimo Sacramento, originalmente el Santuario de la Madonna della Ferita, ofrece otra visión de la rica historia de la catedral. Construida en 1490 por Pace Bombace a instancias de Caterina Sforza, esta capilla fue completamente redecorada en 1941. Presenta dos altares menores: uno con un fragmento del fresco La Virgen de las Gracias atribuido a Guglielmo Organi, y el otro con el fresco del siglo XV La Virgen de la Herida, que ganó su nombre después de que un joven lo apuñalara en 1490, causando que sangrara milagrosamente.
La Capilla del Bautisterio, ubicada al final de la nave derecha, es otro lugar imprescindible. Aunque fue completamente renovada a finales del siglo XIX, originalmente presentaba frescos de Livio Agresti, ahora alojados en la Pinacoteca de Forlì. El centro de la capilla es un bautisterio de piedra hexagonal finamente elaborado de 1504, creado por Tommaso Fiamberti y Giovanni Ricci. Las seis caras del bautisterio están adornadas con bajorrelieves que representan varias escenas religiosas, incluyendo a San Mercuriale con el Dragón y el Bautismo de Cristo.
La Catedral de Forlì también alberga un crucifijo históricamente significativo del siglo XII. Esta simple cruz negra, con rastros de decoración policromada, presenta inscripciones en latín y posiblemente en griego, identificando a Cristo como el Rey de los Judíos. La figura de Cristo, con una corona real en lugar de una corona de espinas, se presenta solemne y majestuosa, simbolizando el triunfo sobre la muerte.
El campanario de la catedral tiene una historia intrigante propia. Originalmente era una torre patricia perteneciente a la familia Orgogliosi, que fue reutilizada como el campanario que vemos hoy. Esta transformación añade otra capa de profundidad histórica al complejo de la catedral.
En conclusión, la Catedral de Forlì no es solo un sitio religioso sino un tesoro de arte, historia y cultura. Su belleza neoclásica, combinada con la rica trama de historias y milagros asociados a ella, la convierte en un destino imprescindible para cualquiera que explore Forlì. Ya sea que seas un entusiasta del arte, un aficionado a la historia o un buscador espiritual, la Catedral de Forlì ofrece una experiencia profunda y enriquecedora que dejará una impresión duradera.
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