Ubicado en el pintoresco pueblo de Bornem, en la provincia de Amberes, Bélgica, el Kasteel de Marnix de Sainte Aldegonde es un espléndido testimonio de siglos de historia y maravillas arquitectónicas. A menudo conocido como el Castillo de Bornem, esta encantadora fortaleza se erige orgullosamente junto al Viejo Escalda, un ramal del río Escalda que fue separado en el siglo XIII. Con una rica historia que se remonta al siglo X u XI, el castillo ha experimentado numerosas transformaciones y restauraciones, cada una añadiendo una capa única a su pasado legendario.
Los orígenes del Kasteel de Marnix de Sainte Aldegonde se remontan a una época en la que el castillo servía como bastión contra las invasiones vikingas. Construido sobre los cimientos de una fortaleza del siglo X u XI, proporcionaba la protección necesaria para la región. Sin embargo, el castillo enfrentó una gran agitación durante las Guerras de los Geuzen en el siglo XVI, quedando en ruinas. En 1587, el noble español Pedro Coloma, Señor de Bobadilla, adquirió la Tierra de Bornem. Con su inmensa riqueza, Coloma emprendió la tarea de reconstruir el castillo, transformándolo en una magnífica residencia. También estableció un monasterio en Bornem, que se convirtió en hogar de dominicos ingleses exiliados que proporcionaron educación a partir de 1658.
Las contribuciones de Pedro Coloma al castillo y a la región fueron sustanciales. Falleció en 1621 y fue enterrado en Bornem, dejando un legado continuado por sus descendientes. Su hijo, Alexandre Coloma, y su nieto, Jean-François Coloma, desempeñaron roles fundamentales en la historia del castillo. En 1658, la Tierra de Bornem fue elevada a condado por el rey Felipe IV de España, convirtiendo a Jean-François en el primer Conde de Bornem.
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A pesar de su grandeza, el castillo no escapó a los estragos de la guerra. Durante el siglo XVII, sufrió daños extensos, lo que llevó a la demolición del torreón central en 1687. La Revolución Francesa trajo más agitación, obligando al Conde Charles de Marnix, el octavo Conde de Bornem, y a su madre a huir a los Países Bajos. El castillo y su dominio fueron confiscados y vendidos en una subasta pública en Amberes en 1799. Sin embargo, en 1802, Charles de Marnix logró recomprar el castillo y parte de la finca, convirtiéndose eventualmente en el alcalde de Bornem hasta 1832.
El siglo XIX marcó un período de renacimiento arquitectónico para el castillo. En 1880, el Conde Ferdinand de Marnix de Sainte-Aldegonde encargó al renombrado arquitecto Hendrik Beyaert el diseño de un nuevo castillo. Aunque Beyaert falleció antes de que el proyecto se completara, su visión fue llevada a la realidad por E. Janlet. El resultado fue una impresionante obra maestra neogótica que se mantiene orgullosamente hasta el día de hoy. En 1895, se añadieron las torres de vigilancia en el puente, realzando aún más la apariencia majestuosa del castillo.
Entrar en el Kasteel de Marnix de Sainte Aldegonde es como adentrarse en una cápsula del tiempo llena de tesoros históricos. El castillo posee una impresionante colección de pinturas, incluidos retratos de figuras notables como Margarita de Austria, el emperador Carlos V y Felipe II de España. Los muebles del siglo XVIII, una sala de encajes y una sala llena de muñecas antiguas añaden al encanto del castillo. Además, el castillo alberga la mayor colección privada del mundo de grabados de Pieter Bruegel el Viejo, con 91 obras, incluyendo Los peces grandes se comen a los pequeños y el primer estado de La novia sucia o la boda de Mopsus y Nisa.
Los alrededores del castillo son igualmente encantadores. El Viejo Escalda, con sus aguas serenas, proporciona un telón de fondo pintoresco. Cerca, los visitantes pueden explorar el histórico cebo de patos, que data de 1314 y fue mejorado por Pedro Coloma en 1612. Originalmente utilizado para atrapar patos para el consumo, el cebo ahora sirve para propósitos de investigación científica. El dominio del castillo también cuenta con un doble foso, añadiendo a la sensación de grandeza y fortificación.
Para aquellos deseosos de experimentar esta joya histórica, el castillo ofrece visitas guiadas con cita previa y abre sus puertas al público en cuatro domingos de agosto y septiembre. Una visita al Kasteel de Marnix de Sainte Aldegonde es un viaje a través del tiempo, ofreciendo un vistazo a las vidas de familias nobles, la evolución arquitectónica de una fortaleza y la rica historia de la región. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente busques un día cautivador, este tesoro belga seguramente dejará una impresión duradera.
En conclusión, el Kasteel de Marnix de Sainte Aldegonde no es solo un castillo; es un testimonio viviente de la resiliencia y la grandeza de una era pasada. Sus paredes resuenan con historias de familias nobles, guerras y brillantez arquitectónica, convirtiéndolo en un destino imprescindible para cualquiera que explore el rico patrimonio de Bélgica.
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