Ubicada en el bullicioso corazón de Bari, la Iglesia de San Ferdinando, conocida localmente como Chiesa di San Ferdinando, es un testimonio del rico tapiz histórico y la evolución arquitectónica de la ciudad. Esta fascinante iglesia, con su intrigante mezcla de estilos y su historia llena de anécdotas, invita a los visitantes a adentrarse en un mundo donde la historia y la modernidad se entrelazan.
Los orígenes de San Ferdinando se remontan a mediados del siglo XIX, una época caracterizada por un notable desarrollo urbano en Bari. Fue el arzobispo Michele Basilio Clary quien tuvo la visión de reemplazar una modesta capilla, que apenas podía acomodar a veinte fieles, con esta iglesia. En 1843, durante una visita del rey Fernando II de las Dos Sicilias, la iglesia recibió la aprobación real, consolidando su lugar en los ambiciosos planes de expansión de la ciudad.
La construcción comenzó en 1844 y para 1849, la iglesia estaba completa y consagrada. A pesar de su elegancia arquitectónica, se dice que el rey Fernando II comentó que parecía un hermoso establo. Originalmente diseñada en un estilo neoclásico, la iglesia presentaba una fachada estrecha adornada con columnas jónicas y un frontón triangular, complementada por un pintoresco campanario.
Con el paso de las décadas, San Ferdinando ha experimentado varias transformaciones, reflejando las tendencias arquitectónicas dinámicas de la época. En la década de 1930, el arquitecto Saverio Dioguardi lideró una importante renovación como parte de una iniciativa de modernización más amplia. Este proyecto integró la iglesia en un complejo multifuncional de edificios residenciales y comerciales, lo que resultó en la eliminación del campanario original y el rediseño de la fachada para alinearse con estilos contemporáneos.
Hoy en día, la fachada de la iglesia es una extensión armoniosa de los edificios circundantes, con tres grandes portales enmarcados por altas arcos puntiagudos de piedra toba. Estos arcos ahora están cerrados por puertas de hierro forjado, y los visitantes ascienden una amplia escalera para entrar al espacio sagrado.
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El interior de San Ferdinando ofrece un refugio sereno del bullicio de la ciudad exterior. La iglesia cuenta con una nave única con un diseño de cruz latina, presentando dos capillas en los ábsides laterales. Particiones de mármol dividen elegantemente la nave, conduciendo a la sacristía y las oficinas parroquiales, que están integradas sin problemas en el complejo más grande.
Un tragaluz en forma de falsa cúpula adorna la primera bahía, decorado con frescos de Umberto Colonna, añadiendo un toque celestial al interior. El presbiterio, con su ambón de mármol blanco y altar principal, es un punto focal de reflexión espiritual. La pared trasera alberga un coro equipado con un órgano de tubos de la década de 1940, mejorando la acústica de la iglesia.
San Ferdinando alberga una colección de exquisitas obras de arte, predominantemente de los siglos XIX y XX. Entre ellas destacan dos notables pinturas de Nicola Zito, que representan a la Madonna con el Niño y a San Francisco de Paola. Un impresionante retablo de Federico Maldarelli, encargado por el rey, retrata la Última Comunión de San Fernando, añadiendo al atractivo artístico de la iglesia.
Una de las posesiones más preciadas de la iglesia es una pintura del siglo XVII atribuida a Cesare Fracanzano, que representa la Crucifixión de Jesús. Esta obra maestra, junto con las otras obras de arte, enriquece la experiencia espiritual y cultural de visitar San Ferdinando.
En 1956, San Ferdinando fue elevada a la categoría de parroquia, consolidando aún más su papel como piedra angular de la comunidad local. La iglesia ha pasado por dos importantes restauraciones en el siglo XX, siendo la más extensa en 1999. Esta renovación incluyó la eliminación del papel tapiz, el enyesado de las paredes y la expansión del presbiterio, asegurando que la iglesia siga siendo un lugar vibrante de culto y reflexión.
Hoy en día, San Ferdinando se erige no solo como un lugar de importancia espiritual, sino también como un faro del patrimonio arquitectónico y cultural de Bari. Sus muros resuenan con las historias de una ciudad que ha abrazado continuamente el cambio mientras honra su rico pasado. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un admirador del arte o un buscador de contemplación tranquila, San Ferdinando ofrece una visión única del alma de Bari.
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