La Catedral de Arras, conocida en francés como Cathédrale Notre-Dame-et-Saint-Vaast d'Arras, es un impresionante ejemplo de arquitectura clásica situado en el corazón de Arras, en la región de Pas-de-Calais, al norte de Francia. Este magnífico edificio no solo es un lugar de culto, sino también un testimonio de la rica historia y patrimonio cultural de la región.
Los orígenes de la Catedral de Arras se remontan a 1778, cuando fue inicialmente construida como la iglesia de la Abadía de Saint-Vaast. La abadía misma data del siglo VII y fue uno de los establecimientos monásticos más importantes de la Francia medieval. Durante la Edad Media, Arras era una ciudad próspera en la provincia de Artois, hogar de numerosas iglesias góticas. Entre ellas, la iglesia abacial de Saint-Vaast y la original Catedral de Notre-Dame-en-Cité eran las más destacadas.
La catedral actual fue diseñada por el renombrado arquitecto Pierre Contant d'Ivry, quien también diseñó la Iglesia de La Madeleine en París. La construcción de la iglesia comenzó en serio alrededor de 1766, siguiendo el estilo arquitectónico clásico que era popular en ese momento. Sin embargo, el proyecto fue interrumpido por la Revolución Francesa en 1792, dejando la iglesia inacabada. Durante la Revolución, la abadía fue declarada propiedad nacional y reutilizada para fines militares, lo que afortunadamente ayudó a preservar la estructura.
En 1804, el Emperador Napoleón Bonaparte designó la iglesia de la antigua Abadía de Saint-Vaast como la nueva catedral para la Diócesis de Arras, reemplazando a la dañada Catedral de Notre-Dame-en-Cité. La finalización de la catedral fue supervisada por el arquitecto imperial François Verly, quien se adhirió a los planes originales de Contant d'Ivry. La construcción se reanudó en 1815 y continuó esporádicamente hasta 1833, con contribuciones significativas del Rey Carlos X y el primer obispo post-revolucionario, Hugues de La Tour d'Auvergne-Lauraguais.
La Catedral de Arras es una obra maestra de la arquitectura clásica, caracterizada por sus proporciones armoniosas y diseño elegante. La fachada es particularmente llamativa, con la superposición de dos órdenes corintios y un frontón triangular. Aunque la fachada parece simple y austera, originalmente se pretendía incluir un gran peristilo, que nunca se realizó.
Al entrar, se es recibido por una vasta nave flanqueada por colosales columnas corintias que sostienen un gran entablamento que recorre todo el interior. El diseño de la catedral sigue un plan de cruz latina tradicional, con una longitud de 116 metros, un ancho del transepto de 56 metros y una altura bajo la bóveda de 32 metros. La nave central, el transepto y el presbiterio están abovedados con pseudo-cúpulas sobre arcos dobles, creando una impresionante altura y sensación de espacio.
El interior está bañado en luz natural, gracias a las grandes ventanas en el claristorio y los pasillos laterales. Esta luminosidad se ve realzada por las ventanas de vidrio blanco, que crean una atmósfera serena y elevadora. El presbiterio está adornado con hermosas vidrieras, algunas de las cuales llevan los escudos de armas de los primeros mecenas de la catedral.
Uno de los elementos más notables de la Catedral de Arras es la Capilla de la Virgen, situada en la parte trasera del presbiterio. Esta capilla, cubierta por una pequeña cúpula, estaba destinada a ser la base de una torre espiral, que nunca se completó debido a restricciones presupuestarias y preocupaciones sobre la estabilidad del suelo. Como resultado, la catedral carece de la presencia imponente de algunos de sus predecesores góticos, pero conserva un encanto único y elegante.
La Catedral de Arras ha enfrentado una serie de desafíos a lo largo de los siglos. Durante la Primera Guerra Mundial, la catedral sufrió daños significativos, particularmente en 1915. Los trabajos de restauración subsiguientes, dirigidos por el arquitecto jefe de monumentos históricos, Pierre Paquet, comenzaron en 1920 y duraron catorce años. La reconstrucción utilizó hormigón armado para las bóvedas y la estructura del techo, asegurando la resiliencia de la catedral mientras se preservaba su apariencia original.
En 1934, la catedral restaurada fue devuelta a su función sagrada, con una gran inauguración a la que asistieron el Mariscal Philippe Pétain y el obispo Henri-Édouard Dutoit. Sin embargo, la catedral sufrió más daños durante la Segunda Guerra Mundial, cuando un proyectil impactó el edificio en 1944. Afortunadamente, estos daños fueron reparados rápidamente, y la catedral continuó siendo un símbolo de fe y resiliencia.
Uno de los aspectos destacados de la Catedral de Arras es su gran órgano, originalmente elaborado por el taller Roethinger en Estrasburgo en 1937. La instalación del órgano fue interrumpida por la Segunda Guerra Mundial, y los componentes restantes se almacenaron en el sótano de la catedral, donde sufrieron daños. El órgano fue finalmente completado en 1962, pero desde entonces ha caído en mal estado. Los esfuerzos para restaurar este magnífico instrumento están en curso, y sigue siendo un símbolo del rico patrimonio musical de la catedral.
En conclusión, la Catedral de Arras no es solo un lugar de culto; es un monumento viviente a la historia, cultura y resiliencia de la gente de Arras. Su arquitectura clásica, rica historia e interior sereno la convierten en un destino imprescindible para cualquiera que explore la región. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un aficionado a la arquitectura o simplemente busques un lugar de tranquilidad, la Catedral de Arras ofrece una experiencia única e inolvidable.
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