La Iglesia de San Isidro, conocida localmente como la Colegiata de San Isidro, es una joya encantadora ubicada en el corazón histórico de Madrid, España. Este magnífico edificio, situado en la Calle de Toledo 37, es un testimonio de la arquitectura barroca y del rico patrimonio religioso y cultural de Madrid. Durante siglos, ha sido un faro para los peregrinos y un hito querido tanto por los locales como por los turistas.
Los orígenes de la Iglesia de San Isidro se remontan a principios del siglo XVII. La estructura fue inicialmente concebida como la iglesia del Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, un colegio jesuita adyacente. El diseño, creado en 1620 por Pedro Sánchez, fue ejecutado más tarde por Francisco Bautista y Melchor de Bueras, culminando en su finalización en 1664. La iglesia fue consagrada el 23 de septiembre de 1651, incluso antes de que se completaran los últimos detalles, y fue inicialmente dedicada a San Francisco Javier.
Sin embargo, el destino de la iglesia cambió significativamente en 1767 cuando los jesuitas fueron expulsados de España. El rey Carlos III decretó que la iglesia fuera rededicada a San Isidro, el santo patrón de Madrid, y los restos de San Isidro y su esposa, Santa María de la Cabeza, fueron trasladados aquí. Estas reliquias sagradas aún se encuentran en la iglesia, bajo la custodia de la Real, Muy Ilustre y Primitiva Congregación de San Isidro de los Naturales de Madrid.
La Iglesia de San Isidro es un ejemplo clásico de la arquitectura barroca, inspirada en el modelo jesuita de la Iglesia del Gesù en Roma. La iglesia presenta un plano de cruz latina con una sola nave, capillas laterales, un crucero y una cúpula. La fachada, que da a la Calle de Toledo, es particularmente impresionante con su aire monumental y palaciego, construida en granito. La sección central está adornada con cuatro columnas corintias y un grupo escultórico que representa a San Isidro y Santa María de la Cabeza, añadiendo un toque de elegancia divina a la estructura.
Las torres de la iglesia, que fueron añadidas durante la restauración del siglo XX, tienen un plan cuadrado y están coronadas con agujas octogonales. Estas torres, junto con la cúpula, son características distintivas del perfil de la iglesia. La cúpula en sí, diseñada por Francisco Bautista, es notable por ser la primera cúpula encamonada en la arquitectura española, una estructura ligera hecha de madera y yeso, lo que permitió que fuera soportada por paredes relativamente delgadas.
Al entrar en la Iglesia de San Isidro, los visitantes son recibidos por un rico tapiz de arte y devoción. A pesar del devastador incendio de 1936 durante la Guerra Civil Española, que destruyó gran parte del interior de la iglesia, incluyendo el retablo mayor original, varios tesoros han sido preservados o meticulosamente restaurados. El actual retablo mayor es una reproducción fiel del original diseñado por Ventura Rodríguez, con esculturas y pinturas de artistas renombrados como Manuel Pereira, Juan Pascual de Mena y Anton Raphael Mengs.
Entre las obras de arte que han sobrevivido se encuentra el sarcófago que contiene las reliquias de San Isidro y Santa María de la Cabeza. Otras piezas notables incluyen el retablo en la Capilla del Pilar, que alberga La Sagrada Familia de Sebastián Herrera Barnuevo, y varias pinturas de Francisco Ricci, incluyendo La Conversión de San Francisco de Borja en el crucero izquierdo.
La Iglesia de San Isidro no solo ha sido un lugar de culto, sino también un centro para actividades comunitarias y culturales. Desde 1978, ha servido como la sede canónica para la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y María Santísima de la Esperanza Macarena, que continúa la tradición de las devociones sevillanas y organiza una destacada procesión de Semana Santa cada Jueves Santo.
Después de la Guerra Civil Española, la restauración de la Iglesia de San Isidro fue un proceso meticuloso que abarcó dos décadas, liderado por el arquitecto Javier Barroso. El objetivo era restaurar la iglesia a su antigua gloria mientras se incorporaban elementos modernos donde fuera necesario. Este esfuerzo incluyó la reconstrucción del retablo mayor y la adición de una nueva sección a las torres.
Hoy en día, la Iglesia de San Isidro se erige como un símbolo de resiliencia y fe, habiendo resistido siglos de cambios y adversidades. Continúa siendo un sitio de peregrinación, oración y admiración por su belleza arquitectónica y su significado histórico.
En conclusión, la Iglesia de San Isidro es más que un edificio religioso; es un monumento viviente a la historia, el arte y la devoción de Madrid. Ya seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o un buscador espiritual, una visita a esta majestuosa iglesia promete una experiencia profunda y enriquecedora. Al recorrer sus sagrados pasillos y contemplar sus magníficas obras de arte, serás transportado a través del tiempo, presenciando el legado perdurable de fe y arte que define a la Iglesia de San Isidro.
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