En el corazón de Madrid, dentro del histórico distrito de Las Acacias, se encuentra la majestuosa Real Basílica de San Francisco el Grande, conocida localmente como la Basílica de San Francisco el Grande. Este impresionante edificio no es solo un lugar de culto, sino también un testimonio de la rica historia y el patrimonio artístico de España. Con su imponente cúpula y su lujoso interior, la basílica es una visita obligada para cualquiera que explore la capital española.
Los orígenes de la Real Basílica de San Francisco el Grande se remontan al siglo XIII, cuando se estableció un convento franciscano en el lugar. Según la leyenda, el convento fue fundado por el propio San Francisco de Asís en 1217. A lo largo de los siglos, el convento ganó importancia, especialmente después de que el Rey Felipe II hiciera de Madrid la capital de España en 1561. El convento se convirtió en custodio de los Santos Lugares conquistados por los Cruzados y adquirió gran riqueza e influencia.
En 1760, los franciscanos decidieron reemplazar el convento original por una estructura más grande y magnífica. El diseño inicial fue del arquitecto Ventura Rodríguez, pero finalmente fue Francisco Cabezas quien conceptualizó la gran rotonda y la cúpula. La construcción enfrentó numerosos desafíos, incluyendo dificultades técnicas que llevaron a la suspensión de los trabajos en 1768. Antonio Pló tomó el relevo y completó la cúpula en 1770. Los toques finales fueron añadidos por Francesco Sabatini, el arquitecto real, quien diseñó la fachada principal y las dos torres que coronan la basílica.
La basílica se completó en 1784, pero su historia no terminó ahí. Durante el reinado de José I, se consideró convertirla en una sala parlamentaria y más tarde sirvió como hospital. En 1836, los franciscanos fueron expulsados y el edificio pasó a control estatal. Brevemente albergó los restos de figuras notables españolas, incluyendo Calderón de la Barca y Francisco de Quevedo, antes de que fueran devueltos a sus lugares de descanso originales en 1874.
En 1869, se revisó la idea de convertir la basílica en un Panteón Nacional, pero no fue hasta 1926 que el edificio fue devuelto a los franciscanos. En 1962, el Papa Juan XXIII la declaró basílica menor y fue rededicada a Nuestra Señora de los Ángeles. La basílica pasó por varias restauraciones a lo largo del siglo XX, reabriendo finalmente al público en 2001 después de décadas de trabajo.
La Real Basílica de San Francisco el Grande es una obra maestra de la arquitectura neoclásica. Su planta central circular está coronada por una enorme cúpula, que es la tercera cúpula circular más grande del cristianismo, midiendo 33 metros de diámetro y 58 metros de altura. La construcción de la cúpula es una maravilla de la ingeniería, con su estructura de ladrillo que se adelgaza gradualmente desde tres metros en la base hasta menos de un metro en la parte superior.
El interior de la basílica es igualmente impresionante, con una gran rotonda rodeada de seis capillas más pequeñas. La capilla principal se encuentra en el ábside y sirve como el punto focal de toda la estructura. El uso de granito y ladrillo en la construcción añade a la grandeza de la basílica, mientras que la decoración interior ecléctica, completada a finales del siglo XIX, muestra el trabajo de algunos de los mejores artistas de España.
La cúpula de la Real Basílica de San Francisco el Grande no es solo una hazaña arquitectónica, sino también un lienzo para algunos de los pintores más renombrados de la época. La decoración de la cúpula incluye obras de Casto Plasencia, Alejandro Ferrant, Salvador Martínez Cubells, Francisco Jover y Manuel Domínguez. Estos artistas adornaron los ocho moldes y las secciones de la cúpula con intrincadas pinturas que añaden al esplendor de la basílica.
Rodeando la rotonda hay doce estatuas de los Apóstoles, talladas en mármol de Carrara entre 1885 y 1886. Estas estatuas, que se alzan sobre grandes pedestales y miden aproximadamente 2.5 metros de altura, fueron creadas por destacados escultores españoles, incluyendo a Mariano Benlliure, Elías Martín, Justo de Gandarias, Jerónimo Suñol, Antonio Moltó, Agapito Vallmitjana, Juan Samsó y Ricardo Bellver. Las estatuas añaden una sensación de grandeza y solemnidad al interior.
La sección inferior de la cúpula presenta a los cuatro Evangelistas y doce Sibilas, pintados por Alejandro Ferrant. Estas figuras enmarcan las vidrieras que iluminan la basílica, añadiendo a la sensación general de asombro y reverencia.
La Real Basílica de San Francisco el Grande no es solo un sitio religioso, sino un hito cultural que refleja la rica historia y el patrimonio artístico de España. Sus muros han sido testigos de siglos de historia, desde su fundación por San Francisco de Asís hasta su papel como Panteón Nacional y su eventual restauración como lugar de culto.
Los visitantes de la basílica pueden explorar su impresionante arquitectura, admirar las intrincadas obras de arte y reflexionar sobre la importancia histórica de este notable edificio. Ya seas un amante de la historia, un entusiasta del arte o un buscador espiritual, la Real Basílica de San Francisco el Grande ofrece una experiencia única y enriquecedora que no debe perderse al visitar Madrid.
¡Compre sus entradas ahora!
¡Con myCityHunt descubre miles de ciudades de todo el mundo en emocionantes gymkanas, búsquedas del tesoro y juegos de escape!
¡Los vales de myCityHunt son el regalo perfecto para cualquier ocasión! ¡Sorprende a tus amigos y a la familia con este extraordinario regalo! Los vales de myCityHunt tienen una validez de 2 años a partir de la fecha de compra y pueden ser utilizados dentro de este período para una ciudad y un tour de libre elección del portafolio de myCityHunt.
Cupones de regalo