En el corazón de Aix-en-Provence, el Pavillon Vendôme se erige como un testimonio de la grandeza y elegancia de la arquitectura del siglo XVII. Esta antigua mansión privada, ahora convertida en museo, invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y sumergirse en un mundo de esplendor aristocrático, herencia artística e intriga histórica.
La historia del Pavillon Vendôme comienza en 1664, cuando Louis de Mercœur, el Duque de Vendôme, adquirió un terreno fuera de las murallas de Aix-en-Provence. Nieto del Rey Enrique IV y Gabrielle d'Estrées, el Duque era una figura destacada en la nobleza francesa. Fue nombrado por su primo, el Rey Luis XIV, para comandar los ejércitos de Provenza, un rol que lo llevó a Aix-en-Provence en 1652.
En reconocimiento a sus esfuerzos por restaurar la paz y la autoridad real en Provenza, la asamblea local le otorgó al Duque 20,000 libras. Con esta suma, compró un viñedo y un jardín en el suburbio de Cordeliers, donde encargó la construcción de una casa de campo. El proyecto comenzó en la primavera de 1665 bajo la dirección de Antoine Matisse, un maestro albañil y arquitecto de París. Aunque el nombre de Pierre Pavillon también aparece relacionado con el diseño, los contratos oficiales fueron firmados por Matisse.
La estructura original contaba con una sola planta y un techo de Mansard, permitiendo el paso de carruajes a través del piso abierto. Las aventuras románticas del Duque con Lucrèce de Forbin-Solliès, conocida como la Belle du Canet, añadieron un toque de intriga a la historia de la mansión. Según la leyenda, ella lo visitaba en secreto, acompañada de asistentes enmascarados, lo que llevó a rumores locales de que sus encuentros apasionados contribuyeron a la muerte del Duque en 1669.
Tras la muerte del Duque, su hijo vendió el pabellón a Gautier de la Molle, el Fiscal General, quien hizo modificaciones significativas. Cerró el piso inferior, añadió una planta adicional y reemplazó el techo con tejas romanas tradicionales. La mansión fue posteriormente nombrada Pavillon de La Molle.
A mediados del siglo XVIII, el renombrado pintor Jean-Baptiste van Loo adquirió el pabellón y estableció su estudio en el segundo piso. Más tarde, Barthélemy-Louis Reboul, el secretario de la Academia de Aix, se convirtió en su propietario. Durante la Revolución Francesa, el pabellón fue vendido como propiedad de emigrados y cambió de manos varias veces antes de ser comprado en 1824 por Jean-Joseph-Pierre Guigou, el Obispo de Angoulême. Él lo donó a las Hermanas del Sagrado Corazón, quienes establecieron una escuela y un internado para niñas que operó durante todo el siglo XIX.
En 1906, el entusiasta del arte suizo Henri Dobler adquirió el pabellón y emprendió extensas restauraciones, con el objetivo de recrear su mobiliario original. Logró que el jardín y la fachada fueran catalogados como monumentos históricos en 1914. Tras la muerte de Dobler en 1941, el pabellón y su colección de arte fueron legados a la ciudad de Aix-en-Provence, y se transformó en museo en la década de 1990.
El Pavillon Vendôme es un magnífico ejemplo de la arquitectura clásica en Provenza. Construido con la piedra amarillenta de las canteras de Bibémus, la fachada del edificio presenta una armoniosa mezcla de pilastras dóricas, jónicas y compuestas. La entrada está flanqueada por dos atlantes barrocos, alegorías del Amanecer y el Atardecer, esculpidos en piedra de Calissanne por Jean-Claude Rambot y Pierre Pavillon. Estas figuras sostienen un balcón original de hierro forjado, añadiendo grandeza a la mansión.
En el interior, la gran escalera es un punto destacado, con su intrincada barandilla de hierro forjado y esculturas decorativas de esfinges, guirnaldas, putti y águilas. Varias habitaciones cuentan con techos pintados del siglo XVIII y están adornadas con revestimientos de cuero cordobés. La colección del museo incluye retratos y dibujos de los siglos XVII y XVIII, muebles provenzales y cerámica de Moustiers.
El jardín francés del pabellón, ahora un parque público, ha sido meticulosamente reconstruido basado en grabados del siglo XVII. En su centro se encuentra una fuente circular adornada con un putto, rodeada de parterres de flores y topiarios meticulosamente cuidados. De los cuatro pabellones de esquina originales, dos permanecen, uno de los cuales fue convertido en capilla en el siglo XIX. Las paredes almenadas del jardín, construidas para disuadir a los merodeadores, añaden un toque de encanto medieval al sereno paisaje.
Las excavaciones arqueológicas en el sitio han descubierto un mosaico de 10 metros de largo de cuadrados blancos y negros, así como un capitel corintio de mármol y fragmentos de columnas. Estos hallazgos sugieren que el área ha sido significativa desde tiempos antiguos, añadiendo otra capa de profundidad histórica al Pavillon Vendôme.
En conclusión, el Pavillon Vendôme no es solo un monumento histórico; es un museo viviente que encapsula siglos de evolución arquitectónica, herencia artística y leyendas románticas. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o simplemente busques un retiro tranquilo, una visita a esta exquisita mansión en Aix-en-Provence promete ser una experiencia memorable.
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