En el corazón de Aix-en-Provence, entre las encantadoras calles de esta histórica ciudad, se encuentra la Catedral del Santo Salvador (Cathédrale Saint-Sauveur d'Aix-en-Provence), un magnífico testimonio de siglos de evolución arquitectónica y significancia religiosa. Esta impresionante catedral, con su mezcla de estilos románico, gótico y barroco, es una visita obligada para cualquier visitante de la región.
La Catedral del Santo Salvador está construida sobre el sitio de un antiguo foro romano, y la leyenda dice que se fundó sobre los restos de un templo dedicado a Apolo. Esta rica trama histórica está entretejida en la misma estructura de la catedral, con fragmentos de muros y columnas romanas aún visibles hoy en día. Según la tradición cristiana, San Maximino, quien llegó de Palestina con María Magdalena, estableció aquí una modesta capilla dedicada al Santo Salvador.
A lo largo de los siglos, la catedral ha experimentado numerosas transformaciones. La capilla original fue destruida durante las invasiones sarracenas de los siglos VIII y IX. La estructura románica actual comenzó a tomar forma a finales del siglo XI bajo la dirección del arzobispo Rostang de Fos y el preboste Benoît. Una dedicación en la nave sur, conocida como el Corpus Domini, data de 1103, aunque algunos muros parecen ser aún más antiguos, remontándose a la Alta Edad Media.
Uno de los aspectos más llamativos de la Catedral del Santo Salvador es su ecléctica mezcla de estilos arquitectónicos. La nave románica, construida en el siglo XII, contrasta notablemente con el portal gótico, que data del siglo XVI. Esta yuxtaposición de estilos es un festín visual para los visitantes, ofreciendo una visión única de la larga y rica historia de la catedral.
La fachada gótica, con sus intrincadas esculturas y torres imponentes, fue obra de varios maestros artesanos a lo largo de muchos años. La construcción de la bahía más occidental comenzó en 1471, dirigida por el arquitecto Hélion l'Auvergnat. A pesar de numerosas interrupciones y cambios en la dirección, la fachada se completó finalmente en 1513, con la adición de estatuas del escultor Jean Mone y vibrantes pinturas de Pierre Bœuf y Jean Cordonnier.
Al acercarte a la catedral, serás recibido por las impresionantes puertas de nogal, talladas por los hermanos Raymond y Jean Bolhit y el escultor de Toulon Jean Guiramand a principios del siglo XVI. Estas puertas, adornadas con intrincadas escenas de las vidas de los profetas Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, están enmarcadas por delicadas guirnaldas florales, mostrando la notable artesanía de la época.
Al entrar, te encontrarás en el antiguo baptisterio, uno de los más antiguos de Francia. Esta estructura octogonal, que data del siglo V o VI, presenta una cúpula decorada con relieves de yeso y columnas de la era romana. El diseño simbólico del baptisterio, con su piscina bautismal central y orientación hacia el sol naciente, refleja el énfasis del cristianismo primitivo en el renacimiento y la iluminación a través del bautismo.
Ninguna visita a la Catedral del Santo Salvador estaría completa sin explorar el sereno claustro, construido entre los siglos XI y XIII. Este espacio tranquilo, con sus elegantes arcos y su jardín apacible, ofrece un momento de reflexión en medio del bullicio de Aix-en-Provence.
Los vitrales de la catedral, creados por el renombrado estudio Didron en el siglo XIX, son otro punto destacado. Estos vibrantes vitrales, que representan escenas del triunfo de la fe, la esperanza de los fieles y los santos de Provenza, bañan el interior en un caleidoscopio de colores, añadiendo a la belleza etérea de la catedral.
La Catedral del Santo Salvador alberga varias capillas, cada una con su propio encanto e historia únicos. La Capilla de los Santos Cosme y Damián, construida a finales del siglo XVI, sirve como el nártex del baptisterio y contiene una notable colección de artefactos lapidarios, incluyendo el sarcófago de San Mitre y esculturas de Charles Desbordes.
Los amantes del arte se deleitarán con la impresionante colección de pinturas y tapices de la catedral. Obras notables incluyen el tríptico de la Zarza Ardiente de Nicolas Froment, la Transfiguración del Salvador de Jean Daret el Joven, y la Última Cena de Jean Daret el Viejo. Además, la catedral cuenta con una serie de 17 tapices del pintor flamenco Quentin Metsys, que representan escenas de la vida de Cristo y la Virgen María.
El gran órgano de la catedral, construido en 1743, es una obra maestra en sí misma. Ubicado en el lado norte del coro gótico, este magnífico instrumento está clasificado como monumento histórico. Sus intrincadas tallas y su elaborado diseño son un testimonio de la habilidad y el arte de sus creadores. Un órgano idéntico, aunque no funcional, fue construido frente al gran órgano para mantener la estética barroca.
En conclusión, la Catedral del Santo Salvador no es solo un lugar de culto; es un museo viviente de arte, historia y arquitectura. Cada piedra y escultura, cada pintura y tapiz, cuenta una historia de devoción, creatividad y resiliencia. Ya seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o simplemente un viajero curioso, una visita a esta notable catedral seguramente te dejará inspirado y asombrado.
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