La Iglesia de Santa María, conocida localmente como Benediktinski samostan sv. Marije u Zadru, es una joya fascinante ubicada en el corazón de Zadar, Croacia. Este sitio histórico, con su rica historia y arquitectura impresionante, ofrece una mirada al período medieval y renacentista de esta encantadora ciudad costera. Al recorrer sus antiguos pasillos, casi se pueden escuchar los ecos de la historia susurrando relatos de nobleza, fe y arte.
Fundada en 1066 por la noble Čika, hermana del rey Petar Krešimir IV, la Iglesia de Santa María comenzó como un monasterio benedictino. Este establecimiento no solo era un santuario religioso, sino también un símbolo de prestigio e influencia real. Čika, al ingresar al convento como monja, llevó consigo manuscritos valiosos, incluidos dos himnarios y un breviario. Aunque los himnarios se han perdido con el tiempo, el breviario se conserva en la Biblioteca Bodleiana de Oxford, ofreciendo una ventana a la cultura literaria y musical de la época.
La hija de Čika, Vekenega, siguió los pasos de su madre, uniéndose al convento alrededor de 1072 tras la trágica muerte de su esposo. Como abadesa, Vekenega navegó hábilmente el panorama político de la Croacia del siglo XI. Aseguró el apoyo financiero del rey Coloman para la finalización de la basílica de tres naves de la iglesia en 1091 y la construcción de nuevos edificios monásticos. Sus esfuerzos también llevaron a la erección de un magnífico campanario románico, completado en 1105, que aún se mantiene como testimonio de su legado.
La arquitectura de la Iglesia de Santa María es una mezcla armoniosa de estilos románico y renacentista. En 1507, la fachada de la iglesia y la pared sur fueron rediseñadas por Nikola Španić, incorporando elementos renacentistas en la estructura. En el interior, los visitantes pueden maravillarse con el opulento estuco barroco añadido en 1744, que realza la grandeza de la iglesia.
Durante la Segunda Guerra Mundial, tanto la iglesia como el monasterio sufrieron daños significativos por los bombardeos angloamericanos. Sin embargo, los esfuerzos de restauración después de la guerra han revivido la antigua gloria de la iglesia. El altar, con inscripciones de Čika y el rey Petar Krešimir IV, y la estatua de la Piedad del siglo XV son algunos de los tesoros que han sido preservados y restaurados.
Uno de los aspectos más destacados de visitar la Iglesia de Santa María es la Exposición Permanente de Arte Religioso, conocida como El Oro y la Plata de Zadar. Establecida en 1967, esta colección presenta alrededor de 200 artículos exquisitos, incluyendo esculturas de piedra, pinturas, tallas de madera y trabajos de orfebrería intrincados. Exposiciones notables incluyen un relicario en forma de cruz del siglo VII/VIII, erróneamente referido como la cruz de Čika, y relicarios de plata adornados con gemas que datan del siglo XII.
La exposición también presenta relicarios en forma de manos y bustos, con las piezas más antiguas originarias del siglo XIV. Estas reliquias, junto con numerosas cruces e íconos del siglo XIII, ofrecen una visión fascinante del patrimonio religioso y artístico de Zadar. Esculturas góticas y pinturas de maestros como Vittore Carpaccio y Palma el Joven enriquecen aún más la colección.
Al explorar la Iglesia de Santa María, se emprende un viaje a través del tiempo, presenciando la evolución del arte y la arquitectura desde el período románico hasta la era barroca. La serena atmósfera de la iglesia, junto con su importancia histórica, la convierte en un destino imperdible para cualquiera que viaje a Zadar.
Las monjas de Santa María continúan desempeñando un papel vital en la preservación de la historia y los tesoros de la iglesia. Su dedicación asegura que el legado de Čika, Vekenega y las innumerables personas que contribuyeron a este sitio sagrado permanezca vivo para que las futuras generaciones lo aprecien.
En conclusión, la Iglesia de Santa María no es solo un lugar de culto; es un museo viviente que cuenta la historia del pasado de Zadar. Sus muros han sido testigos de siglos de cambios, sin embargo, se mantienen resilientes, invitando a los visitantes a explorar y descubrir el rico tapiz de historia tejido en su propia esencia. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o simplemente un viajero curioso, la Iglesia de Santa María ofrece una experiencia inolvidable que te dejará asombrado por su belleza y patrimonio.
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