Vlissingen, una encantadora ciudad costera en los Países Bajos, alberga uno de los monumentos históricos más fascinantes del país: el Dok van Perry (conocido localmente como Dokje van Perry). Este dique seco, el más antiguo de los Países Bajos, no solo es un testimonio de la ingeniosidad de la ingeniería del siglo XVII, sino también un destino cautivador para los entusiastas de la historia y los turistas casuales por igual.
La historia del Dok van Perry comienza a finales del siglo XVII, en una época en la que la marina holandesa estaba organizada en cinco almirantazgos, cada uno necesitando un lugar adecuado para almacenar sus barcos. El Almirantazgo de Zelanda, responsable de la flota en la región, ya tenía un pequeño muelle húmedo y un puerto en Vlissingen desde 1614. Sin embargo, esta instalación era insuficiente, especialmente durante los duros meses de invierno cuando muchos barcos de guerra quedaban en el fondo del puerto, arriesgándose a sufrir daños graves.
En 1687, el Stadtholder Guillermo III reconoció la necesidad urgente de un muelle húmedo más grande para evitar la decadencia de los barcos de guerra del almirantazgo. Después de algunas negociaciones y algo de presión, el gobierno de la ciudad de Vlissingen acordó la construcción de un nuevo muelle húmedo mucho más grande. Este proyecto, iniciado en 1687 y completado en 1693, sentó las bases de lo que eventualmente se convertiría en el Dok van Perry.
El dique seco, diseñado por el ingeniero inglés Capitán John Perry en 1697, fue una maravilla de su tiempo. Perry, quien más tarde ganaría fama por su libro The State of Russia under the Present Czar y otras obras, creó un dique seco en forma de barco para minimizar la cantidad de agua que necesitaba ser bombeada. Esto era crucial porque las bombas eran accionadas por un molino de caballos, haciendo que la eficiencia fuera una prioridad máxima.
La construcción del dique seco comenzó en 1704 y se completó en 1705. El dique, con una longitud máxima de 180 pies, era capaz de acomodar cualquier barco de guerra holandés de la época. El cierre del dique seco se lograba utilizando puertas de esclusa regulares, y los barcos comerciales podían usar la instalación por una tarifa de 10 stuivers por pie durante ocho días.
A pesar de su diseño innovador, el Dok van Perry enfrentó numerosos desafíos. Los ingenieros lucharon para mantener el agua del muelle húmedo fuera del dique seco, lo que resultó en un piso perpetuamente húmedo. Para 1737, los problemas significativos de ingreso de agua y los daños causados por gusanos navales llevaron al deterioro gradual del dique. Para 1745, el dique seco estaba efectivamente fuera de servicio.
El dique seco permaneció en mal estado durante casi un siglo, con varios planes para su restauración fracasando repetidamente. No fue hasta la década de 1830 que se hicieron esfuerzos serios para reconstruir el dique. El ingeniero A.E. Tromp realizó una investigación exhaustiva y diseñó una reconstrucción que incluía un cajón de barco y energía a vapor. Este ambicioso proyecto, aprobado en 1835, tenía como objetivo modernizar el dique para acomodar los barcos más grandes de la línea que se habían convertido en estándar.
La reconstrucción, llevada a cabo en tres fases entre 1836 y 1838, implicó mejoras significativas. Se colocaron nuevos cimientos, se reforzó la mampostería y se instaló una máquina de vapor para accionar las bombas. Para el verano de 1837, el dique seco estaba casi completo, con solo los toques finales en la máquina de vapor pendientes.
Hoy en día, el Dok van Perry se erige como una pieza notable de la historia marítima. Los visitantes pueden explorar el dique e imaginar la actividad bulliciosa que una vez tuvo lugar aquí, con barcos siendo meticulosamente mantenidos y reparados. El diseño en forma de barco del dique seco, una solución ingeniosa a los desafíos de ingeniería de la época, sigue siendo un punto destacado para aquellos interesados en la ingeniería histórica y la arquitectura naval.
Al caminar por el dique, casi se pueden escuchar los ecos del pasado: el golpeteo de los martillos, el crujido de los barcos de madera y el murmullo de los marineros y carpinteros navales en su trabajo. El Dok van Perry es más que un dique seco; es una ventana a una época pasada, ofreciendo un vistazo al rico patrimonio marítimo de Vlissingen y los Países Bajos.
Para aquellos que planean una visita, el Dok van Perry está convenientemente ubicado en el corazón de Vlissingen. La ciudad en sí es un destino encantador, con su pintoresco paseo marítimo, calles encantadoras y una variedad de atracciones. Después de explorar el dique seco, los visitantes pueden disfrutar de un paseo tranquilo por el bulevar, contemplar las vistas del Mar del Norte o visitar uno de los muchos cafés y restaurantes locales para degustar la cocina holandesa.
El Dok van Perry es una visita obligada para los aficionados a la historia, los entusiastas marítimos y cualquier persona interesada en los notables logros de la ingeniería de los siglos XVII y XVIII. Es un lugar donde la historia cobra vida, ofreciendo una experiencia única y atractiva para todos los que lo visitan.
En conclusión, el Dok van Perry no es solo un monumento histórico; es un símbolo del espíritu perdurable de innovación y resiliencia que ha definido a los Países Bajos durante siglos. Sus muros y cimientos cuentan historias de una época en la que el mar era tanto una fuente de sustento como un desafío formidable, y su conservación continua asegura que estas historias se contarán durante generaciones venideras.
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