La Iglesia de San Benito el Real, conocida localmente como la Iglesia del monasterio de San Benito el Real, se erige como uno de los monumentos más venerables y arquitectónicamente significativos de Valladolid. Situada en el corazón de esta ciudad histórica, la iglesia ofrece una fascinante mirada al pasado y un testimonio del legado perdurable de la orden benedictina.
Construida entre 1499 y 1515, la Iglesia de San Benito el Real se levantó en el sitio del antiguo Alcázar Real de Valladolid. El diseño, atribuido a los arquitectos Juan de Arandia y García de Olave, es un ejemplo del estilo gótico tardío prevalente en la época. El exterior de la iglesia se caracteriza por sus robustas paredes de piedra caliza, extraída de canteras cercanas, y su grandiosa fachada de torre, una adición posterior realizada por Rodrigo Gil de Hontañón en 1569.
Originalmente, esta torre era más alta, con secciones adicionales para el campanario que fueron removidas en el siglo XIX debido a preocupaciones estructurales. El diseño de la iglesia sigue el modelo de iglesia de salón, con tres naves de casi igual altura, creando un interior espacioso y unificado. La ausencia de un crucero acentúa aún más esta sensación de amplitud, una característica distintiva de la arquitectura eclesiástica de principios del siglo XVI.
En su interior, los visitantes son recibidos por la magnífica sillería del coro, creada por Andrés de Nájera y completada en 1528. Estos asientos meticulosamente tallados fueron el escenario de reuniones anuales de abades benedictinos de toda Castilla. El estilo plateresco de alta calidad de la sillería refleja la influencia del arte renacentista italiano, con sus detalladas representaciones de santos y motivos clásicos.
Otro elemento notable es la reja de hierro forjado de Tomás Celma, instalada en 1571. Esta reja divide elegantemente la iglesia en dos áreas distintas: la nave para los laicos y el coro para los monjes. La reja es un excelente ejemplo de la artesanía de la época, mostrando la habilidad y el arte de su creador.
La historia de la iglesia dio un giro dramático tras la confiscación de propiedades eclesiásticas durante la Desamortización de Mendizábal en 1835. El monasterio fue reutilizado como fuerte militar y cuartel, y la rica colección de obras de arte de la iglesia fue dispersada. Afortunadamente, muchos de estos tesoros, incluyendo la sillería del coro y partes del retablo mayor, fueron preservados y ahora se encuentran en el Museo Nacional de Escultura en Valladolid.
A pesar de estos desafíos, un esfuerzo concertado para restaurar la iglesia comenzó a finales del siglo XIX, culminando con su reapertura para el culto en 1892. La Orden de los Carmelitas Descalzos se ha encargado de su cuidado desde entonces, asegurando que la iglesia siga siendo una parte vibrante de la vida espiritual y cultural de Valladolid.
Adyacente a la iglesia se encuentra el extenso complejo monástico, que incluye tres claustros. Entre ellos se encuentra el renombrado Patio Herreriano, ahora un museo de arte contemporáneo. La fachada principal del complejo, diseñada por Juan del Ribero Rada, es un ejemplo impresionante de la arquitectura manierista, agregando otra capa de interés histórico y artístico al sitio.
Hoy en día, la Iglesia de San Benito el Real sigue siendo un punto focal tanto para locales como para visitantes, ofreciendo un rico tapiz de historia, arte y espiritualidad. Sus muros, impregnados de siglos de historia, invitan a la exploración y la reflexión, convirtiéndola en una parada esencial en cualquier recorrido por Valladolid.
En conclusión, la Iglesia de San Benito el Real es más que un monumento histórico; es un testimonio viviente del patrimonio cultural y religioso de Valladolid. Su combinación de belleza arquitectónica, importancia histórica y tesoros artísticos la convierte en un destino imprescindible para cualquiera interesado en el rico tapiz de la historia española.
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