Ubicada en el corazón del centro histórico de Valencia, la Iglesia de San Nicolás, también conocida como Iglesia de San Nicolás de Bari y San Pedro Mártir, es un testimonio de siglos de evolución arquitectónica y esplendor artístico. Esta magnífica iglesia, a menudo llamada la Capilla Sixtina valenciana, ofrece a los visitantes un encantador viaje a través del tiempo, combinando una estructura gótica con la opulencia barroca en una muestra armoniosa de arte y historia religiosa.
Los orígenes de la Iglesia de San Nicolás se remontan a la era romana, ubicándose a lo largo de la Calle Caballeros, el antiguo decumanus de Valentia Edetanorum. A lo largo de los siglos, este sitio ha experimentado varias transformaciones, desde un templo romano hasta una iglesia visigoda, y luego una mezquita durante el dominio musulmán en el siglo VIII. No fue hasta la conquista de Valencia por el Rey Jaime I de Aragón en 1238 que la mezquita fue consagrada como una parroquia cristiana dedicada a San Nicolás de Bari. La iglesia fue inicialmente gestionada por la Orden Dominicana, que más tarde añadió un altar dedicado a San Pedro Mártir, haciendo de ambos santos los co-patrones de la iglesia.
En el siglo XV, durante la Edad de Oro de Valencia, la iglesia experimentó una significativa reconstrucción y expansión, adquiriendo su actual estructura gótica. Bajo el rectorado de Alfonso de Borja, quien más tarde se convertiría en el Papa Calixto III, la iglesia fue transformada en un edificio gótico de nave única con un ábside poligonal y seis tramos de bóveda de crucería. Cada tramo alberga capillas ubicadas entre los contrafuertes de los arcos apuntados. El exterior presenta un portal gótico con arquivoltas y un rosetón neogótico inspirado en la Estrella de David, añadiendo al encanto medieval de la iglesia.
A finales del siglo XVII, la Iglesia de San Nicolás experimentó una ola de transformación barroca impulsada por el deseo de la Contrarreforma de modernizar las estructuras góticas. Entre 1690 y 1693, el arquitecto Juan Bautista Pérez Castiel adornó el interior con elaborados estucos, relieves y esculturas, incluyendo putti (querubines) hechos de yeso. También añadió arcos semicirculares sobre las capillas, ocultando los arcos góticos originales.
La característica más llamativa de la iglesia son sus frescos, diseñados por el renombrado pintor Antonio Palomino y ejecutados por su discípulo valenciano Dionís Vidal entre 1697 y 1700. Estos frescos cubren las bóvedas y lunetos, representando escenas de las vidas de San Nicolás y San Pedro Mártir, acompañadas por ángeles, santos, mártires y figuras alegóricas que representan virtudes cristianas. La intrincada adaptación de los frescos a las bóvedas de crucería góticas crea una narrativa visual fascinante que cautiva a los visitantes.
En el siglo XIX, el arquitecto Timoteo Calvo introdujo elementos neogóticos en la iglesia, incluyendo una nueva fachada que da a la peatonal Plaza de San Nicolás. Esta renovación también vio la adición de vitrales neogóticos y la expansión del rosetón gótico original. A pesar de estos cambios, la iglesia mantuvo su interior barroco, preservando el legado artístico de Palomino y Vidal.
La restauración más reciente, completada en 2016, fue encabezada por la Fundación Hortensia Herrero y dirigida por el arquitecto Carlos Campos y el Instituto de Restauración del Patrimonio de la Universidad Politécnica de Valencia. Esta extensa restauración, que costó 4,7 millones de euros, revitalizó los frescos, estucos y elementos estructurales de la iglesia, ganándose el apodo de Capilla Sixtina valenciana. El equipo de restauración incluyó a Gianluigi Colalucci, renombrado por su trabajo en la Capilla Sixtina original, quien elogió la importancia artística de la iglesia.
La Iglesia de San Nicolás alberga una impresionante colección de obras de arte de destacados artistas como Rodrigo de Osona, Vicente Macip, Juan de Juanes y Jacinto de Espinosa. Esculturas de Ignacio Vergara, Francisco Salzillo y otros escultores notables enriquecen aún más el patrimonio artístico de la iglesia. Las capillas y la sala capitular exhiben estas obras maestras, ofreciendo a los visitantes una visión de la rica tradición artística de Valencia.
Hoy en día, la Iglesia de San Nicolás funciona tanto como un lugar de culto como un museo, dando la bienvenida a los visitantes para explorar sus tesoros históricos y artísticos. El doble rol de la iglesia permite servicios religiosos regulares junto con visitas guiadas, proporcionando una experiencia inmersiva para aquellos interesados en su historia y arte. La popularidad de la iglesia como destino turístico sigue creciendo, atrayendo a visitantes de todo el mundo que vienen a maravillarse con su belleza arquitectónica y esplendor artístico.
Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o simplemente busques un momento de tranquilidad, la Iglesia de San Nicolás ofrece una experiencia única e inolvidable. Su combinación de elementos góticos y barrocos, junto con su rica narrativa histórica, la convierte en un destino imprescindible en Valencia. Entra en esta joya arquitectónica y deja que los frescos, esculturas y relatos centenarios te transporten a una era pasada de devoción religiosa y brillantez artística.
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