Escondida en el corazón de Tulsa, Oklahoma, la historia de Miss Belvedere es una mezcla de intriga, nostalgia y un toque de infortunio. Este Plymouth Belvedere de 1957, un brillante símbolo del diseño automovilístico estadounidense de mediados de siglo, fue sellado como una cápsula del tiempo, y desenterrado 50 años después durante la celebración del centenario del estado. La historia de Miss Belvedere es una fascinante combinación de historia, cultura y el paso del tiempo.
En 1957, como parte de las festividades de la Semana del Jubileo de Oro de Tulsarama, celebrando los 50 años de la estadidad de Oklahoma, los funcionarios de la ciudad decidieron enterrar un Plymouth Belvedere sport coupe nuevo en una bóveda subterránea. El coche, una belleza de dos tonos en dorado desierto y blanco duna de arena, estaba destinado a mostrar la ingeniosidad industrial estadounidense y a servir como premio para un concurso que predecía la población de Tulsa en 2007. Junto al coche, se colocaron varios artículos contemporáneos en la bóveda para proporcionar una instantánea de la vida en 1957 para las generaciones futuras.
El vehículo, más tarde cariñosamente apodado Miss Belvedere, fue cuidadosamente preparado para su largo sueño. Fue cubierto con una sustancia protectora similar al cosmoline y envuelto en capas de plástico sellado. La bóveda, construida con hormigón vertido y rociada con gunita, fue diseñada para resistir incluso un ataque nuclear, reflejando las ansiedades de la Guerra Fría de la época. Se colocó un marcador de bronce para conmemorar el lugar, con la promesa de que la bóveda se abriría en 2007.
A medida que pasaban los años, crecía la anticipación sobre el estado de Miss Belvedere. ¿Emergería el coche en condiciones prístinas, como un relicario perfectamente conservado de los años 50? ¿O habrían pasado factura los estragos del tiempo y la humedad? El 14 de junio de 2007, finalmente se abrió la bóveda, revelando la respuesta. Para el descontento de muchos, la bóveda había sido infiltrada por agua, sumergiendo el coche y causando daños significativos.
A pesar de los daños por el agua, el desenterramiento de Miss Belvedere fue un evento trascendental, atrayendo atención internacional. El coche fue sacado de su tumba acuosa y transportado al Centro de Convenciones de Tulsa, donde fue revelado públicamente al día siguiente. El estado del coche estaba lejos de ser ideal; el óxido había tomado posesión, y muchos de los artículos enterrados con él, incluyendo un caso de cerveza Schlitz y contenedores de gasolina, estaban muy deteriorados. No obstante, el evento fue un recordatorio conmovedor del paso del tiempo y la fascinación perdurable con el pasado.
Tras su revelación, Miss Belvedere enfrentó un futuro incierto. El coche estaba destinado a ser otorgado a la persona, o a su descendiente, que más se acercara a adivinar la población de Tulsa en 2007. La entrada ganadora pertenecía a Raymond Humbertson, cuya suposición de 384,743 fue notablemente cercana a la población real de 382,457. Sin embargo, Humbertson había fallecido en 1979, y el premio fue finalmente otorgado a sus familiares sobrevivientes.
En noviembre de 2007, Miss Belvedere fue enviada a Nueva Jersey para esfuerzos de estabilización. Una firma de restauración especializada en soluciones anti-óxido tenía como objetivo preservar tanto como fuera posible del coche original. A pesar de los daños extensos, el objetivo era mantener la integridad histórica del coche y eventualmente colocarlo en un museo. Después de diez años en almacenamiento, Miss Belvedere encontró un nuevo hogar en el Museo de Atracciones Históricas del Automóvil en Roscoe, Illinois, donde continúa siendo un símbolo de la América de mediados de siglo y el paso del tiempo.
La historia de Miss Belvedere es un testimonio del poder de la nostalgia y el deseo humano de conectar con el pasado. El coche, una vez un brillante ejemplo del diseño automovilístico de los años 50, ahora se erige como un recordatorio conmovedor de la impermanencia de las cosas materiales y la marcha implacable del tiempo. Los visitantes del Museo de Atracciones Históricas del Automóvil pueden contemplar a Miss Belvedere y reflexionar sobre los cambios que han tenido lugar en las últimas seis décadas.
La historia de Miss Belvedere también es un recordatorio del optimismo y el espíritu visionario de los años 50. La decisión de enterrar un coche nuevo como una cápsula del tiempo fue una declaración audaz de confianza en el futuro, una creencia de que el coche seguiría siendo una fuente de fascinación y admiración 50 años después. Aunque la realidad no haya estado a la altura de las expectativas, la historia de Miss Belvedere continúa cautivando e inspirando.
En conclusión, Miss Belvedere es más que un coche; es un símbolo de una era pasada, un vínculo tangible con el pasado y un testimonio del poder perdurable de la curiosidad humana y la nostalgia. Ya seas un entusiasta de los coches, un aficionado a la historia, o simplemente alguien que aprecia una buena historia, una visita para ver a Miss Belvedere seguramente será una experiencia memorable y reflexiva.
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