La Catedral de Tours, conocida localmente como Cathédrale Saint-Gatien de Tours, se erige como un majestuoso testimonio de la grandeza de la arquitectura gótica en el corazón de Tours, Francia. Esta impresionante catedral, dedicada a San Gatien, el primer obispo de Tours, es un faro de esplendor histórico y arquitectónico que ha cautivado a los visitantes durante siglos.
La historia de la Catedral de Tours es un rico tapiz tejido a lo largo de varios siglos. La estructura actual fue construida entre 1170 y 1547, reemplazando una catedral románica anterior que había sido destruida por un incendio. La primera catedral, Saint-Maurice, fue edificada entre 337 y 371, pero fue restaurada por Gregorio de Tours después de ser incendiada en 561. La catedral actual surgió de las cenizas de su predecesora, comenzando con el transepto sur y las torres en 1170, seguido por la reconstrucción del coro entre 1236 y 1279.
La construcción de la catedral fue un esfuerzo monumental, abarcando casi cuatro siglos e involucrando varias fases. La nave, la parte más larga de la catedral, tomó más tiempo en completarse. Los arquitectos Simon du Mans, Jean de Dammartin, Jean Papin y Jean Durand desempeñaron roles fundamentales en la construcción, que fue apoyada por la generosidad de Carlos VII y Juan V, duque de Bretaña. La fase final de la construcción vio la culminación de la fachada y las torres en los siglos XV y XVI, culminando en un impresionante ejemplo de arquitectura gótica flamígera.
La Catedral de Tours es una obra maestra de la arquitectura gótica, mostrando una mezcla de estilos románico, gótico y renacentista. La base y los contrafuertes de las torres son románicos, mientras que la ornamentación general es puramente gótica, con las partes superiores de las torres reflejando influencias renacentistas. La fachada de la catedral es particularmente llamativa, caracterizada por sus líneas verticales y su intrincada decoración escultórica, convirtiéndola en una verdadera obra de arte.
Uno de los aspectos más destacados de la Catedral de Tours es su colección de vitrales. Estas ventanas, que datan principalmente del siglo XIII, son algunos de los mejores ejemplos de vitrales medievales en Europa. Las ventanas en las capillas del deambulatorio y el coro alto son especialmente notables, con sus vibrantes colores y diseños intrincados. Los rosetones en el transepto, que datan del siglo XIV, y las ventanas en la nave y la fachada del siglo XV, añaden a la belleza impresionante de la catedral.
Al entrar en la Catedral de Tours, los visitantes son recibidos por un interior impresionante que refleja la grandeza de su exterior. La nave, con sus arcos elevados y elegantes columnas, crea una sensación de espacio y luz que es tanto edificante como serena. La altura de las bóvedas, que alcanza los 29 metros, añade a la atmósfera majestuosa de la catedral.
La catedral también alberga varias obras de arte y artefactos históricos significativos. Uno de los más notables es la tumba de dos hijos de Carlos VIII y Ana de Bretaña, que murieron en la infancia. Esta tumba de estilo renacentista, hecha de mármol de Carrara, presenta exquisitas esculturas de la escuela de Michel Colombe y el artista italiano Girolamo Paciarotto. La tumba fue originalmente ubicada en la colegiata de Saint-Martin antes de ser trasladada a la Catedral de Tours en 1814.
Otro tesoro dentro de la catedral es el gran tabernáculo del siglo XVII, elaborado en roble y adornado con ébano y marfil. Esta magnífica pieza, originalmente de un monasterio cartujo, fue transferida a la catedral en 2011 y ahora reside en una de las capillas del deambulatorio.
El interior de la Catedral de Tours estuvo una vez adornado con vibrantes pinturas y murales policromados, añadiendo a su esplendor visual. Estudios arqueológicos y restauraciones han revelado rastros de estas antiguas decoraciones, incluyendo motivos florales y aplicaciones metálicas en las columnas y bóvedas. En el siglo XIX, se hicieron esfuerzos para restaurar y preservar estas obras de arte históricas, asegurando que el rico patrimonio artístico de la catedral siga siendo visible para los visitantes de hoy.
El gran órgano de la catedral, con su impresionante fachada, es una maravilla de la ingeniería musical. Aunque los orígenes del órgano se remontan al siglo XVI, ha sido objeto de varias restauraciones y mejoras a lo largo de los años. El poderoso sonido del órgano llena la catedral con música, añadiendo a la experiencia espiritual y sensorial de visitar este magnífico lugar de culto.
En conclusión, la Catedral de Tours no es solo una obra maestra arquitectónica; es un monumento viviente a la historia, el arte y la cultura de Tours. Sus torres imponentes, vitrales intrincados y rica historia la convierten en un destino imprescindible para cualquiera que explore el Valle del Loira. Ya sea que seas un entusiasta de la arquitectura, un aficionado a la historia, o simplemente un viajero en busca de belleza e inspiración, la Catedral de Tours ofrece un viaje a través del tiempo y una mirada al alma de la Francia medieval.
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