En el corazón de Székesfehérvár, Hungría, se erige la majestuosa Catedral Basílica de San Esteban el Rey, conocida localmente como Szent István-székesegyház. Esta maravilla arquitectónica no es solo un lugar de culto, sino también un testimonio del rico tapiz histórico de Hungría. Con su mezcla de elementos barrocos, góticos y neoclásicos, la catedral es un festín visual y un viaje a través de siglos de historia.
La historia de la Catedral Basílica de San Esteban el Rey es tan intrincada como su arquitectura. Originalmente, en este sitio se encontraba una iglesia de estilo bizantino con cuatro lóbulos, que servía como lugar de descanso final del Duque Géza. Esta antigua estructura fue testigo de la coronación del Rey Béla IV en 1235, marcándola como una de las iglesias de coronación del Reino Húngaro. Para el siglo XIV, el lóbulo oriental de la iglesia bizantina fue demolido para dar paso a un nuevo santuario gótico, y a principios del siglo XV, toda la iglesia de cuatro lóbulos fue reemplazada por una estructura de tres naves con dos torres, que aún se mantienen hoy en día, aunque ocultas dentro de fachadas barrocas.
Durante el período otomano, la iglesia fue convertida en una mezquita, un destino que compartió con muchos otros edificios religiosos en Hungría. La forma actual de la catedral surgió entre 1743 y 1771, gracias al apoyo de la Reina María Teresa, quien fundó la Diócesis de Székesfehérvár en 1777. Toda la iglesia, excepto las torres, fue reconstruida en estilo barroco, dándole la apariencia grandiosa que vemos hoy. En 1938, el Papa Pío XI elevó la iglesia al estatus de basílica.
La Catedral Basílica de San Esteban el Rey se alza orgullosa con sus dos torres imponentes que dominan el horizonte de Székesfehérvár. La fachada es una obra maestra de la arquitectura barroca, adornada con estatuas de San Esteban, San Emerico y San Ladislao, esculpidas por János Pál Huber en 1768. La entrada está marcada por un gran portal intrincadamente diseñado, coronado con el escudo de armas de la ciudad en estilo rococó y flanqueado por altos pilastras que aumentan la sensación de grandeza.
Al entrar, el esplendor barroco continúa desplegándose. El interior es una sinfonía de arte y arquitectura, con el altar principal diseñado por Franz Anton Hillebrandt, el arquitecto jefe imperial, y completado en 1775. La pintura del altar, creada por Vinzenz Fischer, muestra a San Esteban ofreciendo la corona de Hungría a la Virgen María, un poderoso símbolo de la devoción del país. El santuario está separado de la nave por una finamente tallada barandilla de comunión de mármol rojo, obra del tallador de piedra Georg Johann Mes de Tata.
La catedral alberga varias capillas, cada una con su propio encanto único. La Capilla de la Virgen María cuenta con una pila bautismal de mármol rojo, mientras que la Capilla de San Esteban, ubicada enfrente, contiene una réplica de mármol del relicario de la cabeza de San Esteban, elaborada por Gyula Szász. La capilla fue consagrada el 19 de agosto de 1779 y su altar está adornado con un hermoso tabernáculo de mármol rojo.
Debajo de la iglesia principal se encuentra la cripta, el lugar de descanso final para muchos obispos de Székesfehérvár. La cripta también alberga los sarcófagos de mármol del Rey Béla III y su esposa, la Reina Ana de Châtillon, descubiertos en 1848 por el arqueólogo Dr. János Érdy. Estos sarcófagos son significativos ya que están entre los pocos sitios de entierro intactos de la dinastía Árpád. Aunque los restos de la pareja real fueron trasladados a la Iglesia de Matías en Budapest en 1898, hay discusiones en curso sobre devolverlos a Székesfehérvár, honrando sus deseos originales.
Una de las atracciones únicas de la Catedral Basílica de San Esteban el Rey es el Museo del Reloj de la Torre, ubicado en la torre noroeste. Este museo exhibe los antiguos mecanismos del reloj de la catedral, ofreciendo una fascinante visión de los avances tecnológicos de los siglos pasados. La torre del reloj ha pasado por varias restauraciones, incluidas reparaciones significativas a principios del siglo XIX y la sustitución del techo de cobre en la década de 1980.
La Catedral Basílica de San Esteban el Rey no es solo un monumento histórico; es una parte viva de la comunidad de Székesfehérvár. Ha sido testigo de innumerables eventos, desde coronaciones reales hasta misas diarias, y continúa siendo un lugar de culto y reflexión. La resiliencia de la catedral es evidente en su supervivencia a través de guerras, desastres naturales y el paso del tiempo. Renovaciones recientes, apoyadas por el gobierno local y la comunidad, aseguran que esta joya arquitectónica continúe inspirando a futuras generaciones.
En conclusión, la Catedral Basílica de San Esteban el Rey es una visita obligada para cualquiera que viaje a Székesfehérvár. Su rica historia, impresionante arquitectura y significancia cultural la convierten en una verdadera joya de Hungría. Ya seas un entusiasta de la arquitectura, un aficionado a la historia o simplemente un viajero curioso, la catedral ofrece un cautivador viaje a través del pasado y presente de Hungría.
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