La Iglesia del Monasterio de Jesús de Setúbal, conocida localmente como Igreja do antigo Mosteiro de Jesus e claustro, se erige como un faro de esplendor histórico y arquitectónico en Setúbal, Portugal. Este notable monumento, testimonio del estilo manuelino temprano, ha sido un pilar del patrimonio de la ciudad desde su creación a finales del siglo XV. Clasificada como Monumento Nacional en 1910, la iglesia y su convento contiguo tienen un pasado lleno de historia que se entrelaza con el tejido mismo de la historia portuguesa.
La fundación de la Iglesia del Monasterio de Jesús de Setúbal se remonta a alrededor de 1490, iniciada por Justa Rodrigues Pereira, una noble de la corte real. El proyecto recibió el patrocinio real del Rey Juan II de Portugal, quien encargó al arquitecto Diogo de Boitaca su construcción. Boitaca, cuyos orígenes se especulan que son franceses, emprendió su primera aventura arquitectónica en Portugal con este proyecto. Tras la muerte del Rey Juan II en 1495, el Rey Manuel I continuó apoyando la construcción, lo que llevó al desarrollo de uno de los primeros ejemplos de la arquitectura manuelina.
Significativamente, en 1494, el Tratado de Tordesillas fue ratificado dentro de estos muros, delineando la división de las nuevas tierras descubiertas fuera de Europa entre los imperios español y portugués. Este evento histórico subraya la importancia de la iglesia como un sitio de diplomacia internacional. Para 1496, las monjas de la Orden de Santa Clara habían tomado residencia en el convento, y la influencia de la iglesia continuó creciendo.
El exterior de la Iglesia del Monasterio de Jesús de Setúbal es un festín visual, combinando una nave rectangular con un ábside poligonal más elevado, creando una silueta impresionante contra el horizonte. La fachada sur, que da al Terreiro de Jesús (Plaza de Jesús), sirve como la entrada principal y muestra los intrincados motivos manuelinos. La fachada está adornada con contrafuertes escalonados, gárgolas y pináculos decorativos, añadiendo a su diseño elaborado. El portal principal, aunque inacabado, presenta múltiples arquivoltas con nichos vacíos, insinuando una visión más grandiosa que nunca se realizó por completo.
La torre del campanario de la iglesia, ubicada en el lado occidental, añade a su presencia imponente. La pared sur del ábside está marcada por una gran ventana con tracería gótica tardía, permitiendo que la luz inunde el área del altar. Esta ventana es un ejemplo principal de la detallada artesanía que caracteriza el edificio.
Al entrar, los visitantes son recibidos por una nave estrecha flanqueada por dos pasillos de igual altura, creando un espacio interior unificado y expansivo. Las columnas que sostienen la nave son particularmente notables, presentando tres sub-columnas entrelazadas hechas de piedra, reminiscentes de las columnas salomónicas. Este elemento de diseño prefigura el uso extendido de motivos en espiral en la arquitectura manuelina posterior.
El techo de la iglesia es una maravilla de bóvedas nervadas góticas tardías, con algunas costillas diseñadas para parecer cuerdas retorcidas, un tema recurrente en los diseños manuelinos. El altar, de forma cuadrada, está adornado con una lujosa bóveda nervada, y las paredes están decoradas con azulejos azules y blancos que representan patrones geométricos y escenas de la vida de la Virgen María.
El convento ha tenido varios usos a lo largo de los siglos, incluyendo servir como hospital hasta 1959. Después de 1961, albergó el Museo de Setúbal y sus archivos. Sin embargo, la condición del edificio se deterioró, llevando a su cierre en 1991 por razones de seguridad. Un proyecto de rehabilitación integral comenzó en 2002, culminando en la reapertura del museo en 2020 tras extensas renovaciones que costaron más de 8 millones de euros. Hoy en día, los claustros del convento albergan un museo de arte sacro, ofreciendo a los visitantes una visión de la rica historia religiosa y cultural de la región.
No se puede pasar por alto la elegante cruz hecha de piedra brecha de las cercanas montañas de Arrábida, encargada por Jorge de Lencastre, Maestro de la Orden de Santiago, a principios del siglo XVI. Originalmente colocada cerca del ábside de la iglesia, ahora se erige orgullosamente en el centro del Terreiro de Jesús, simbolizando el legado duradero del convento.
La iglesia y el convento han resistido numerosos terremotos, incluido el devastador terremoto de 1755, que dañó gravemente las estructuras. A pesar de estos desafíos, la Iglesia del Monasterio de Jesús de Setúbal sigue siendo un hito resiliente y querido, encarnando el espíritu y la historia de Setúbal.
En conclusión, la Iglesia del Monasterio de Jesús de Setúbal no es simplemente una joya arquitectónica, sino un testimonio viviente del rico tapiz histórico de Portugal. Sus muros resuenan con las historias de nobles patrocinadores, decretos reales y la fe perdurable de las monjas que una vez caminaron por sus pasillos. Una visita a este magnífico sitio ofrece un viaje a través del tiempo, proporcionando una comprensión más profunda de las fuerzas culturales e históricas que han dado forma a esta hermosa región de Portugal.
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