En el corazón de Setúbal, una ciudad famosa por su rica herencia cultural y sus impresionantes vistas costeras, se encuentra la Iglesia de São Julião, también conocida localmente como Igreja de São Julião de Setúbal. Esta histórica iglesia, situada en la bulliciosa Plaza de Bocage, es un testimonio de las duraderas tradiciones religiosas y arquitectónicas de la ciudad. Al acercarse a la iglesia, su fachada encalada y sus elegantes características barrocas captan inmediatamente su atención, invitándolo a explorar su pasado lleno de historias y tesoros artísticos.
Los orígenes de la Igreja de São Julião se remontan a la segunda mitad del siglo XIII, aunque la fecha exacta de su fundación sigue siendo un misterio. Según la tradición local, la iglesia fue financiada por los pescadores de Setúbal, reflejando la profunda conexión de la comunidad con el mar. A finales del siglo XV, la iglesia se había entrelazado con el palacio de Jorge de Lencastre, Maestro de la Orden de Santiago y Duque de Aveiro. El Duque utilizó la iglesia como su capilla privada hasta alrededor de 1510.
En 1513, el Rey Manuel I ordenó una significativa reconstrucción de la iglesia. Este proyecto, llevado a cabo entre 1516 y 1520, fue diseñado por João de Castilho y supervisado por el maestro albañil João Favacho. La reconstrucción introdujo el estilo manuelino, una variante portuguesa de la arquitectura gótica tardía, caracterizada por intrincados motivos marítimos y detalles ornamentales. Aunque gran parte de la estructura manuelina original ha sido alterada a lo largo de los siglos, el portal principal, el portal lateral norte y la puerta del campanario permanecen como ejemplos perdurables de este estilo.
La iglesia sufrió más modificaciones en 1570 para reparar los daños del terremoto de 1531, adoptando esta vez un estilo manierista. Sin embargo, fue el devastador terremoto de 1755 el que provocó los cambios más significativos. La iglesia fue casi completamente destruida y tuvo que ser reconstruida y redecorada a finales del siglo XVIII en estilo barroco. La apariencia actual de la fachada, el techo de madera, los azulejos y los altares principal y laterales datan de este período.
Uno de los aspectos más llamativos de la Igreja de São Julião es su combinación de estilos arquitectónicos, cada capa contando un capítulo diferente de su historia. Las ventanas y el frontón de la fachada principal son productos de la reconstrucción del siglo XVIII, pero el simple y elegante portal manuelino sigue siendo un punto focal. El portal lateral norte es particularmente notable, con sus columnas retorcidas que se asemejan a cuerdas, motivos vegetales y arcos trilobulados, mostrando el estilo artístico del período manuelino.
En el interior, la iglesia está dividida en tres naves por arcos construidos durante la reconstrucción manierista tras el terremoto de 1531. El interior fue ricamente redecorado en estilo barroco después del terremoto de 1755, con columnas doradas adornadas con esculturas de talha dourada en el coro y un impresionante altar principal. El retablo principal, una obra maestra del pintor Pedro Alexandrino, añade un toque de grandeza artística al espacio sagrado.
Las paredes de las naves, el ábside principal y la Capilla del Senhor dos Passos están adornadas con paneles de azulejos, que datan de alrededor de 1790. Estos bellamente elaborados azulejos cerámicos representan escenas de las vidas de San Julián y los santos Juliana y Basilisa, añadiendo un elemento narrativo vibrante al interior de la iglesia. Los azulejos, con sus bordes rococó policromados y zócalos de mármol, son un festín visual que muestra la habilidad y creatividad de los artesanos portugueses.
Durante la reconstrucción manuelina, la iglesia fue embellecida con un retablo atribuido al pintor Gregório Lopes o su taller. Aunque gran parte de esta obra de arte original se ha perdido con el tiempo, el panel que representa la Creación de Adán permanece, ofreciendo un vistazo al patrimonio artístico temprano de la iglesia.
Visitar la Igreja de São Julião no es solo una exploración de un sitio religioso, sino un viaje a través de las capas de la historia de Setúbal. Cada detalle arquitectónico, cada pieza de arte y cada panel de azulejos cuenta una historia de resiliencia, fe y evolución artística. Al estar dentro de sus muros, casi se pueden escuchar los ecos de siglos pasados, desde los pescadores que financiaron su construcción hasta los artesanos y arquitectos que moldearon su forma a lo largo de las generaciones. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o simplemente un viajero curioso, la Igreja de São Julião ofrece una experiencia rica y gratificante, convirtiéndola en un punto de referencia imprescindible en Setúbal.
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