En el corazón de San Severo, Italia, se encuentra una joya oculta de gran importancia histórica y cultural: el Teatro Real Borbone. Este encantador teatro, el primero de su tipo en la región de Capitanata y uno de los más antiguos del sur de Italia, ha sido un faro de expresión artística y reuniones comunitarias desde su inauguración en 1819. Desde su arquitectura de madera hasta sus decoraciones neoclásicas, el Teatro Real Borbone es un testimonio del rico tapiz cultural de San Severo.
La historia del Teatro Real Borbone comienza a principios del siglo XIX, durante la década francesa. El Teatro del Decurionato, que había estado activo desde mediados del siglo XVIII en una sala del antiguo Palazzo di Città, se consideraba demasiado pequeño e inadecuado para las crecientes necesidades culturales de San Severo. En 1813, con las oficinas municipales trasladándose al antiguo monasterio Celestino, comenzó a tomar forma la idea de un nuevo teatro. Para 1814, un grupo de ciudadanos privados, en colaboración con la administración cívica, decidió transformar todo el piso superior del antiguo edificio decurional en un teatro de estilo italiano. Los ciudadanos financiaron el proyecto a cambio de la propiedad de algunos palcos y un número de asientos en la platea.
Después de superar obstáculos burocráticos y cambios políticos, la construcción finalmente comenzó en 1819. El teatro fue nombrado en honor a la casa reinante, gracias a una respuesta positiva de Fernando I. La estructura, que costó más de cuatro mil ducados, se completó rápidamente. El 21 de noviembre de 1819, el Teatro Real Borbone fue solemnemente inaugurado con una representación de ópera, marcando el comienzo de su ilustre trayectoria.
El Teatro Real Borbone fue construido enteramente de madera, con un área de platea de 120 asientos, dos órdenes de palcos (doce en el primer orden y trece en el segundo, sumando un total de veinticinco palcos) y una amplia galería que acomodaba a 150 espectadores, llevando la capacidad total a 430 asientos. El teatro contaba con dos pequeños vestíbulos, uno para la platea y otro para los palcos, y un escenario significativamente grande, desproporcionado al tamaño de la sala. Originalmente adornado con decoraciones simples, el teatro experimentó una gran transformación en 1844 cuando el escenógrafo napolitano Giuseppe Castagna lo redecoró con elegantes dorados neoclásicos y cortinas azuladas, una intervención prestigiosa que costó más de dos mil ducados.
En 1870, el teatro fue oficialmente renombrado como Teatro Comunale y continuó funcionando regularmente hasta 1882, cuando fue cerrado por no cumplir con las nuevas regulaciones de seguridad. Entre 1886 y 1887, el teatro fue renovado, reabriendo con las mismas decoraciones de Castagna pero con un nuevo esquema de color rojo imperial. Esta renovación, que costó alrededor de dieciséis mil liras, fue un sacrificio financiero significativo para el municipio pero permitió que el teatro reanudara sus vibrantes actividades, aunque con una capacidad reducida.
A pesar de varias intervenciones estructurales y mejoras, incluida la instalación de un sistema de iluminación eléctrica en 1906, el esqueleto de madera de los palcos se volvió cada vez más frágil y peligroso. El 13 de enero de 1927, la comisión provincial de inspección teatral declaró la estructura irrecuperable. La decisión no fue inesperada, ya que las discusiones sobre la construcción de un nuevo teatro habían comenzado a finales de 1925. El nuevo Teatro del Littorio fue inaugurado en 1937. En 1934, el antiguo edificio, ubicado en el corazón de la ciudad, fue vendido a un particular que lo transformó en un cine-teatro con alrededor de 500 asientos, destruyendo por completo la sala de estilo italiano.
Durante sus años de operación, el Teatro Real Borbone ofreció una multitud de actuaciones, incluyendo largas temporadas de ópera, espectáculos de prosa, operetas, teatro napolitano y espectáculos de variedades. Sus intensas y de alta calidad actividades no solo satisfacían la fuerte pasión teatral de la comunidad de San Severo, sino que también atraían a audiencias de las áreas circundantes. El teatro acogió a renombrados artistas como la soprano Gemma Bellincioni y el actor Gustavo Salvini. En 1877, incluso estrenó el melodrama Manfredi de Ferdinando del Re.
Hoy en día, aunque el original Teatro Real Borbone ya no existe, su legado vive en el tejido cultural de San Severo. La historia del teatro es un recordatorio conmovedor de la dedicación de la ciudad a las artes y su espíritu perdurable de comunidad y creatividad. Los visitantes de San Severo aún pueden sentir los ecos de su glorioso pasado, convirtiéndolo en un destino imprescindible para los entusiastas de la historia y los amantes de la cultura.
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