En el corazón de Roermond, en la intersección de Swalmerstraat y Bethlehemstraat, se encuentra el histórico Kartuizerklooster Bethlehem, un antiguo monasterio cartujo que ha sido testigo de siglos de devoción religiosa, actividad académica y cambios históricos. Fundado en 1376 por monjes de Colonia, este monasterio, oficialmente llamado Onze Lieve Vrouwe van Bethlehem, es un testimonio duradero del legado de la vida monástica en los Países Bajos.
La historia del Kartuizerklooster Bethlehem comienza con Werner van Swalmen, quien, después de una peregrinación a Tierra Santa en 1368, estableció una capilla en 1370 que recordaba a la Iglesia de la Natividad en Belén. Esta capilla, conocida como Capilla de Belén, se convirtió en el núcleo espiritual alrededor del cual crecería el monasterio. El sitio, que alguna vez fue una zona desolada llamada In de Steghe, se transformó en una próspera comunidad religiosa gracias a los esfuerzos de los monjes cartujos.
En 1376, Werner van Swalmen invitó a los monjes cartujos a asentarse en Roermond, proporcionándoles tierras adyacentes a la Capilla de Belén. Los monjes se comprometieron a rezar diariamente en la capilla, y para 1391, se nombró a un sacerdote para celebrar misas para los fieles laicos. Esto marcó el inicio de una vibrante vida espiritual y comunitaria que duraría más de cuatro siglos.
Los monjes cartujos de Kartuizerklooster Bethlehem eran conocidos por su dedicación a la vida contemplativa y a las actividades académicas. Se involucraban en diversas artesanías, incluyendo la meticulosa copia de manuscritos y la producción de rosarios de hueso. Entre los eruditos notables que residieron aquí se encontraba Dionysius van Rijkel, un teólogo prominente cuyas obras contribuyeron significativamente al patrimonio intelectual del monasterio.
El monasterio enfrentó desafíos significativos, incluyendo dos incendios devastadores en 1554 y 1665. A pesar de estos contratiempos, la comunidad perseveró, reconstruyendo y continuando con sus esfuerzos religiosos y académicos. La resiliencia y el compromiso de los monjes con su forma de vida fueron evidentes en su capacidad para recuperarse y prosperar después de tales calamidades.
Uno de los episodios más trágicos en la historia del Kartuizerklooster Bethlehem ocurrió el 22 de julio de 1572, cuando Roermond fue capturada por las fuerzas de Guillermo de Orange durante la Guerra de los Ochenta Años. Doce monjes cartujos fueron brutalmente asesinados, un evento que conmocionó a Europa y llevó a su veneración como los Mártires de Roermond. Esta atrocidad fue inmortalizada en numerosas obras de arte, subrayando el profundo impacto que tuvo en la memoria colectiva de la época.
A pesar de la agitación, el monasterio continuó funcionando bajo el dominio español como parte de los Países Bajos del Sur. Permaneció como un centro de vida religiosa y académica hasta los cambios políticos de finales del siglo XVIII.
La disolución del Kartuizerklooster Bethlehem ocurrió en 1783, siguiendo las políticas del Emperador José II, quien buscaba suprimir las órdenes contemplativas. Para 1786, el último monje había partido, algunos uniéndose a otras comunidades religiosas o intentando vivir como ermitaños. Los edificios del monasterio fueron posteriormente ocupados por monjas norbertinas de San Gerlach en Houthem-Sint Gerlach, quienes residieron allí hasta 1797.
En 1841, los edificios encontraron nueva vida como el gran seminario de la Diócesis de Roermond. Este período marcó un renacimiento del significado religioso del sitio, con la antigua iglesia del monasterio siendo rededicada a San Carlos Borromeo y restaurada para su uso como lugar de culto. El seminario operó aquí hasta 1968, después de lo cual los edificios fueron reutilizados para varios fines, incluyendo oficinas para la diócesis.
Hoy en día, los visitantes del Kartuizerklooster Bethlehem pueden explorar los restos de su pasado histórico. Las celdas originales de los cartujos, que alguna vez fueron casas individuales para los monjes, han sido demolidas, pero hay planes para reconstruir una como exhibición histórica. La Capilla de Belén ya no existe, pero la Caroluskapel, originalmente la iglesia del monasterio, sigue siendo un punto focal del sitio.
La Caroluskapel, que data del siglo XV, cuenta con un techo rococó del siglo XVIII, una característica rara en los Países Bajos. En su interior, se preservan un atril de bronce gótico tardío del siglo XVI y las reliquias de los Mártires de Roermond, ofreciendo un vistazo al rico patrimonio litúrgico del monasterio. La capilla también alberga un magnífico órgano Robustelly, construido entre 1760 y 1763, que sigue encantando a los visitantes con sus melodiosas notas.
El claustro, la sala capitular y el refectorio del siglo XVIII también han sobrevivido, proporcionando una conexión tangible con la vida monástica que una vez floreció aquí. El antiguo jardín del monasterio se ha transformado en el Stadspark De Kartuis, un sereno parque urbano establecido en 1986. Dentro de sus 8,000 metros cuadrados, los visitantes pueden encontrar restos arqueológicos del monasterio y capillas devocionales del siglo XIX, junto con esculturas contemporáneas que combinan historia y arte moderno.
En 2006, una excavación arqueológica en la parte occidental del antiguo jardín del monasterio reveló cinco celdas de monjes, cada una de aproximadamente 7 por 7 metros, con una habitación grande y dos espacios más pequeños, incluyendo letrinas individuales. Estos hallazgos proporcionaron valiosos conocimientos sobre la vida diaria de los monjes cartujos, quienes seguían una estricta dieta vegetariana, consumiendo principalmente pescado. El descubrimiento de huesos de ganado, ovejas y cerdos sugiere que estos animales probablemente se mantenían para la producción de leche, lana o para el consumo de otros residentes del monasterio.
La excavación también descubrió restos de la producción de cuentas de hueso, destacando la artesanía y autosuficiencia de los monjes. Estos artefactos ofrecen una fascinante visión de la cultura material y las prácticas de subsistencia de la comunidad cartuja.
En conclusión, Kartuizerklooster Bethlehem se erige como un monumento al espíritu perdurable de la vida monástica y la devoción religiosa. Su belleza arquitectónica, su importancia histórica y sus tranquilos alrededores lo convierten en un destino imprescindible para aquellos que buscan explorar el rico patrimonio cultural de Roermond. Al caminar por sus sagrados pasillos y jardines tranquilos, se es transportado en el tiempo, experimentando el legado profundo de una comunidad que moldeó el paisaje espiritual e intelectual de la región durante siglos.
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