El Castillo Aragonés, conocido localmente como Castello Aragonese, se erige como un orgulloso centinela en el corazón de Reggio Calabria, Italia. Esta fortaleza, con sus imponentes torres y su rica historia, es uno de los símbolos más significativos de la ciudad, junto a los famosos Bronces de Riace. Situado entre Via Aschenez y Via Possidonea, la ubicación del castillo en la Piazza Castello lo convierte en un punto de referencia central y accesible para todos los visitantes.
A pesar de su nombre, el Castillo Aragonés tiene raíces que se remontan mucho antes del período aragonés. Las primeras fortificaciones en este sitio datan del siglo VI. En tiempos antiguos, la colina sobre la cual se alza el castillo era mucho más prominente y desempeñaba un papel crucial en el sistema de defensa de la ciudad. La fortificación formaba parte de las murallas defensivas de Palaiapolis, la ciudad arcaica fundada por colonos calcídicos en el siglo VIII a.C. Incluso durante el período griego clásico, la colina seguía siendo una zona fortificada de gran importancia militar, protegiendo la expansión de la ciudad hacia el mar.
Durante la era bizantina, especialmente bajo el emperador Justiniano I, se reconoció la importancia estratégica del castillo. En el siglo VI, el general Belisario restauró las fortificaciones de la ciudad después de liberarla del control bárbaro. El castillo se convirtió en una piedra angular de las defensas de la ciudad, protegiendo el vital puerto de Reggio Calabria y la región del sur de Calabria. La primera existencia documentada de un castillo propiamente dicho data del año 536.
A lo largo de la Edad Media, el castillo cambió de manos varias veces. Cayó en manos de los normandos en 1059 y más tarde de Carlos I de Anjou en 1266. Cada poder gobernante realizó modificaciones significativas en la estructura, mejorando sus capacidades defensivas. Notablemente, durante el reinado del emperador Federico II, se llevaron a cabo renovaciones sustanciales para establecer un sistema de defensa estatal robusto para el Reino de Sicilia. El castillo presentaba un diseño cuadrado con cuatro torres en las esquinas, un diseño que persistió hasta el catastrófico terremoto de 1908.
El castillo experimentó transformaciones significativas durante el período aragonés en el siglo XV. El rey Fernando I de Aragón encargó extensas renovaciones para adaptar la fortaleza a la evolución de la tecnología militar de la época, particularmente la aparición de la artillería de pólvora. Bajo la dirección del renombrado arquitecto Baccio Pontelli, se añadieron dos grandes torres con almenas en el lado sur y se construyó un revellín (una fortificación triangular) en el lado este. Un foso, alimentado por el cercano Orangibach, mejoró aún más las defensas del castillo.
En 1539, Pedro Álvarez de Toledo amplió la capacidad del castillo para albergar a casi 1,000 personas, proporcionando refugio a los habitantes de la ciudad durante las invasiones turcas. A pesar de numerosas modificaciones, el castillo mantuvo su carácter aragonés hasta bien entrada la era moderna.
En el siglo XIX, el papel del castillo cambió al convertirse en un cuartel y luego en una prisión política durante el Risorgimento, el movimiento de unificación de Italia. En 1860, Giuseppe Garibaldi capturó la ciudad y el castillo, marcando un momento crucial en el proceso de unificación. El nuevo plan urbano de Reggio Calabria, desarrollado en 1869, consideraba el castillo como una estructura anacrónica, lo que llevó a debates sobre su demolición.
A pesar de las demoliciones parciales a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, las dos icónicas torres del castillo se preservaron como monumentos históricos. En 1897, el castillo fue declarado monumento nacional, consolidando su estatus como un tesoro cultural e histórico. El devastador terremoto de 1908 causó daños significativos, pero las resistentes torres del castillo permanecieron en pie.
Hoy en día, el Castillo Aragonés sirve como un símbolo de la rica y tumultuosa historia de Reggio Calabria. Alberga el observatorio del Instituto Nacional de Geofísica, establecido en 1956, y continúa siendo un punto focal tanto para los locales como para los turistas. Las robustas torres y antiguas murallas del castillo ofrecen una visión del pasado, invitando a los visitantes a explorar sus históricas salas e imaginar los innumerables eventos históricos que han tenido lugar dentro de sus confines.
Ya seas un entusiasta de la historia o simplemente un viajero curioso, el Castillo Aragonés es un destino imprescindible. Su presencia perdurable en medio del paisaje moderno de Reggio Calabria es un testimonio de la resiliencia y el legado duradero de esta notable fortaleza. Mientras recorres sus antiguos corredores y contemplas sus formidables torres, serás transportado en el tiempo, experimentando el rico tapiz de historia que ha dado forma a esta magnífica estructura.
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