La Basílica de San Francisco de Paula, conocida localmente como Basilica di San Francesco di Paola, es un impresionante ejemplo de arquitectura neoclásica en el corazón de Nápoles, Italia. Ubicada en la histórica Piazza del Plebiscito, esta basílica no solo es un lugar de culto, sino también un símbolo del rico patrimonio cultural e histórico de la ciudad. Su imponente estructura y detalles intrincados cautivan a los visitantes, convirtiéndola en una atracción imprescindible para quienes exploran Nápoles.
La historia de la Basílica de San Francisco de Paula comienza a principios del siglo XIX, durante el reinado del general francés Joaquín Murat. Murat emprendió un ambicioso proyecto de reurbanización con el objetivo de transformar una zona periférica, que más tarde se convertiría en la Piazza del Plebiscito. Esta área era conocida por sus numerosos conventos y jardines, además de tener una reputación de ser un refugio para criminales. La visión de Murat era crear una gran plaza, inicialmente llamada Gran Foro Gioacchino, que serviría como punto focal de la ciudad.
Sin embargo, los planes de Murat fueron interrumpidos por su expulsión de Nápoles y la posterior restauración de la monarquía borbónica. El rey Fernando I de las Dos Sicilias, agradecido por su regreso al trono, prometió construir una iglesia dedicada a San Francisco de Paula, quien había intercedido en su favor. El concurso de diseño fue ganado por el arquitecto suizo Pietro Bianchi, quien incorporó elementos del plan original de Leopoldo Laperuta. La construcción de la iglesia comenzó en 1816 y se completó en 1846, reflejando el estilo neoclásico e inspirándose en el Panteón de Roma.
Al acercarse a la Basílica de San Francisco de Paula, lo primero que llama la atención es su impresionante fachada. La iglesia se sitúa en el centro de una columnata semicircular, diseñada por Leopoldo Laperuta, que forma el telón de fondo de la Piazza del Plebiscito. La columnata está sostenida por columnas dóricas y flanqueada por los palacios de Salerno y la ex-Foresteria. En los puntos focales de la columnata se encuentran estatuas ecuestres de Carlos III y Fernando I, la primera esculpida por Antonio Canova y la segunda con un caballo de Canova y un jinete de Antonio Calì.
La fachada de la basílica está precedida por una corta escalera de mármol de Carrara. Cuenta con un pronaos con seis columnas jónicas, también hechas de mármol de Carrara por Carlo Beccalli, y dos pilastras laterales que sostienen un arquitrabe con una dedicatoria a San Francisco de Paula. Sobre el arquitrabe descansa un frontón triangular adornado con estatuas de San Francisco de Paula por Giuseppe Del Nero, San Fernando de Castilla por Heinrich Konrad Schweickle, y una estatua central que representa la Religión.
Al entrar en la basílica, se encuentra un atrio flanqueado por dos capillas. La capilla de la izquierda está dedicada a las almas del Purgatorio y alberga una pintura de San Onofrio por Luca Giordano, así como obras de Paolo De Matteis, Raffaele Postiglione y Giuseppe Bonito. La capilla de la derecha está dedicada al Santísimo Sacramento y presenta un altar del siglo XVIII de mármol policromado, coronado por una pintura de San Francisco de Paula de un artista desconocido de la escuela de Jusepe de Ribera. La capilla también contiene pinturas neoclásicas de Antonio Licata, Tommaso De Vivo, Fabrizio Nenci y Antonio De Crescenzio.
Más allá del atrio se encuentra el cuerpo central de la iglesia, un espacio circular con un diámetro de 34 metros, completamente pavimentado con mármol policromado en patrones geométricos. Treinta y cuatro columnas de mármol de Mondragone, cada una de 11 metros de altura y coronadas con capiteles corintios decorados con lirios borbónicos, rodean la iglesia. Estas columnas, junto con ocho pilastras de tamaño similar, sostienen un tambor con tribunas utilizadas por la realeza para ceremonias religiosas. El tambor, a su vez, sostiene la cúpula, que se eleva a una altura de 53 metros y está adornada con casetones internamente y cubierta con piedra caliza de Gaeta externamente.
El lado izquierdo de la basílica cuenta con tres capillas adornadas con pinturas que representan la Muerte de San Andrés Avellino, la Inmaculada Concepción por Tommaso De Vivo, y la Muerte de San José por Camillo Guerra. Las capillas del lado derecho contienen dibujos monocromáticos que ilustran escenas de la vida de San Francisco de Paula. El altar de la primera capilla muestra La Última Comunión de San Fernando de Castilla por Pietro Benvenuti, flanqueado por dibujos de San Francisco de Paula recibiendo una audiencia con el rey Luis XI y cruzando el estrecho de Mesina en su capa. Las otras capillas presentan obras de Natale Carta y otros artistas, con estatuas de santos intercaladas entre los altares.
El ábside alberga el altar mayor, diseñado por Ferdinando Fuga en 1751 y originalmente destinado a la Iglesia de los Santos Apóstoles. El altar está hecho de pórfido y decorado con lapislázuli y ágata, flanqueado por dos columnas de brecha egipcia utilizadas como candelabros. El altar se completa con una pintura de San Francisco de Paula resucitando al joven Alejandro por Vincenzo Camuccini.
Debajo de la basílica se encuentra una extensa cripta, que cubre más de mil metros cuadrados. Este espacio subterráneo, recientemente despejado de escombros durante una restauración en 2018, cuenta con una sala circular con una estructura de soporte en forma de hongo que refleja las dimensiones de la iglesia superior. La cripta probablemente estaba destinada a albergar las tumbas de la dinastía borbónica, aunque este plan nunca se llevó a cabo.
La basílica una vez albergó un gran órgano construido por el fabricante de órganos napolitano Quirico Gennari en 1842, con 70 registros en tres teclados y un pedal. Desafortunadamente, el órgano fue saqueado en 1944 y nunca se restauró. Sin embargo, un órgano positivo más pequeño del siglo XIX, con siete registros en un solo teclado, permanece en la capilla del Santísimo Sacramento, conservando sus características tonales originales.
La Basílica de San Francisco de Paula no es solo un lugar de culto; es una obra maestra de la arquitectura neoclásica y un depósito de la rica historia de Nápoles. Su grandioso diseño, impresionantes obras de arte y significancia histórica la convierten en una parada esencial para cualquier visitante de esta vibrante ciudad. Ya sea que seas un entusiasta de la arquitectura, un aficionado a la historia o simplemente un viajero curioso, la Basílica de San Francisco de Paula promete una experiencia memorable y enriquecedora.
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