Ubicada en el corazón de Montpellier, la Tour de la Babotte se erige como un orgulloso vestigio del pasado medieval de la ciudad. Esta impresionante estructura, remanente de las antiguas fortificaciones, ha presenciado siglos de historia y sigue cautivando a los visitantes con su rica historia y encanto arquitectónico. Con una altura de 26 metros, la Tour de la Babotte no es solo un monumento, sino un testimonio del rico tapiz histórico de Montpellier.
Remontándose a finales del siglo XII y principios del XIII, la Tour de la Babotte fue una de las 25 torres que formaban parte de las murallas fortificadas que protegían Montpellier. Estas murallas, conocidas como la commune clôture, fueron cruciales para la defensa de la ciudad durante la época medieval. La estructura robusta de la torre y su ubicación estratégica la convirtieron en un punto defensivo clave, y sigue siendo uno de los pocos elementos supervivientes de estas antiguas fortificaciones, junto con la Porte de la Blanquerie, la Porte du Pila Saint Gély y la Tour des Pins.
En el siglo XVIII, la Tour de la Babotte encontró un nuevo propósito. En 1739, la Real Academia de Ciencias solicitó permiso para establecer un observatorio astronómico en la torre. La solicitud fue concedida por el Director General de Fortificaciones, el Mariscal d'Asfeld, lo que llevó a la elevación de la torre por encima de la balaustrada. El observatorio se completó en 1745 y permaneció operativo hasta 1793. Este periodo marcó un capítulo significativo en la historia de la torre, convirtiéndose en un centro de descubrimiento y observación científica.
La Tour de la Babotte también desempeñó un papel crucial en el desarrollo temprano del paracaidismo. En diciembre de 1783, el físico Louis-Sébastien Lenormand realizó experimentos con paracaídas desde la cima de la torre. Ante una multitud que incluía al famoso Joseph Montgolfier, Lenormand probó sus paracaídas utilizando varios animales y pesos. Sus experimentos pioneros fueron de los primeros intentos registrados de descenso controlado, mostrando la contribución de la torre al progreso científico.
En 1832, la torre asumió otro rol, albergando el telégrafo de Chappe. Esta forma temprana de comunicación a larga distancia fue una innovación esencial en la era pre-digital, y la Tour de la Babotte estuvo a la vanguardia de este avance tecnológico. A finales del siglo XIX, la torre se convirtió en el hogar de la Sociedad de Palomas de Hérault, donde se criaban y entrenaban palomas, añadiendo aún más a los diversos usos históricos de la torre.
El comienzo del siglo XX vio un renacimiento de las actividades astronómicas en la torre. Desde 1902 hasta 1922, los astrónomos volvieron a utilizar la Tour de la Babotte para sus observaciones celestiales. En 1981, la torre se convirtió en la sede de la Federación de Astronomía Popular Amateur del Midi, consolidando su estatus como un sitio significativo para la observación de estrellas y la investigación astronómica.
Hoy en día, la Tour de la Babotte continúa sirviendo a la comunidad de diversas maneras. Alberga el Club de Ajedrez de Montpellier, nacido de la fusión de Montpellier-Échecs y La Diagonale du Sud, ofreciendo un espacio para que los entusiastas del ajedrez se reúnan y compitan. Además, la torre sigue siendo un punto focal para la Société Astronomique de Montpellier, manteniendo viva su herencia astronómica.
La arquitectura de la torre es una fascinante mezcla de fortificación medieval y modificaciones del siglo XVIII. La parte inferior de la torre, con sus gruesas paredes de piedra y ventanas estrechas, refleja su propósito defensivo original. La sección superior, añadida durante la construcción del observatorio, presenta una balaustrada y ventanas más grandes, proporcionando un contraste marcado con la base robusta. Esta combinación de estilos añade al carácter único y encanto de la torre.
Reconociendo su importancia histórica y arquitectónica, toda la Tour de la Babotte fue clasificada como monumento histórico el 4 de agosto de 1927. Esta designación asegura la preservación de la torre para que las futuras generaciones puedan apreciarla y disfrutarla.
En conclusión, la Tour de la Babotte es más que una estructura histórica; es un símbolo del rico y variado pasado de Montpellier. Desde sus orígenes como torre defensiva medieval hasta su papel en el descubrimiento y la comunicación científica, la torre se ha adaptado continuamente a las necesidades cambiantes de la ciudad. Hoy en día, se erige como un testimonio de la ingeniosidad y resiliencia de los habitantes de Montpellier, invitando a los visitantes a explorar sus pasillos llenos de historia y descubrir los muchos capítulos de su fascinante historia.
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