La Catedral de Molfetta, conocida localmente como Cattedrale di Santa Maria Assunta, se erige como un faro de esplendor histórico y arquitectónico en el encantador pueblo de Molfetta, Italia. Esta obra maestra barroca, con su imponente fachada e interiores intrincados, invita a los visitantes a retroceder en el tiempo y sumergirse en siglos de patrimonio religioso y cultural.
Los orígenes de la Catedral de Molfetta se remontan a principios del siglo XVII, cuando los jesuitas iniciaron su construcción, dedicándola a su venerado fundador, Ignacio de Loyola. El proceso de construcción comenzó en 1610 y se extendió por más de un siglo, culminando con la finalización de la fachada en 1744. La iglesia tuvo un giro significativo en 1767 cuando la orden jesuita fue suprimida, lo que llevó a un período de abandono.
Sin embargo, la historia de la catedral no terminó ahí. En 1785, después de una extensa restauración y expansión, fue elevada al estatus de catedral diocesana, reemplazando a la antigua iglesia de San Corrado, ahora conocida como el duomo vecchio. Esta transición también vio la transferencia de las reliquias de San Conrado de Baviera, el santo patrón de Molfetta, a su nuevo hogar en la catedral.
La fachada de la Catedral de Molfetta es un testimonio de la arquitectura barroca, caracterizada por su mampostería de piedra y pilastras verticales que crean un ritmo armonioso. El portal central, coronado por una ventana rectangular, dirige la mirada hacia la parte superior de la fachada, que presenta un arco semicircular que alberga una estatua de mármol de San Ignacio de Loyola. Esta fachada, con su elegante simplicidad y proporciones equilibradas, establece el tono para la grandeza que se encuentra en su interior.
Al entrar, los visitantes son recibidos por un diseño en cruz latina, con una nave y un crucero que convergen bajo un techo abovedado. El techo de cañón, adornado con frescos pintados en 1887 por el artista local Michele Romano, añade un toque de color y vitalidad al sereno interior. El cruce está marcado por una bóveda de vela con decoraciones de estuco que crean la ilusión de una cúpula, aumentando el interés arquitectónico de la catedral.
El presbiterio, cerrado por una balaustrada de mármol, es el corazón de la catedral, albergando los coros de madera y el altar principal. Detrás del altar, en el ábside semicircular, se encuentra un exquisito alto relieve que representa la Asunción de María, un punto focal de devoción y admiración artística. Entre las otras obras de arte notables dentro de la catedral se encuentra la Dormitio Mariae, atribuida al artista del siglo XVI Scacco, que captura el pacífico fallecimiento de la Virgen María.
Otra pieza significativa es el monumento sepulcral de Giuseppe Maria Giovene, un renombrado naturalista e historiador de Molfetta, ubicado a la izquierda del altar dedicado a San Conrado. Sobre este altar, una pintura de Corrado Giaquinto, que representa la Asunción de María, añade al rico tapiz de arte religioso que adorna la catedral.
No se puede pasar por alto el majestuoso órgano que adorna la catedral. Posicionado en el coro alto en la parte trasera de la iglesia, el órgano fue elaborado en 1961 por los hermanos Ruffatti, incorporando elementos del instrumento anterior construido por Francesco Criscuolo en 1866. El órgano, con su transmisión eléctrica y dos teclados, no es solo un instrumento musical, sino también una obra de arte, con sus tubos dispuestos de manera visualmente impactante y el coro de madera adornado con intrincadas tallas.
La Catedral de Molfetta es más que un edificio; es un testimonio vivo de la fe, la resiliencia y el espíritu artístico del pueblo de Molfetta. A lo largo de su historia, ha servido como lugar de culto, hito cultural y símbolo de la devoción duradera de la comunidad. Las paredes de la catedral resuenan con las oraciones e himnos de generaciones, ofreciendo un sentido de continuidad y conexión con el pasado.
Los visitantes de la Catedral de Molfetta no solo disfrutan de un festín visual de arquitectura barroca y arte religioso, sino también de un profundo sentido de historia y espiritualidad. Mientras recorres sus espacios sagrados, tómate un momento para reflexionar sobre las innumerables vidas que han sido tocadas por este magnífico edificio y el legado duradero que representa.
En conclusión, la Catedral de Molfetta se erige como una joya en la corona de Molfetta, invitando a todos los que entren a explorar su rico patrimonio, admirar sus tesoros artísticos y experimentar la belleza atemporal de un lugar donde convergen la historia, el arte y la fe. Ya seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o un buscador espiritual, una visita a la Catedral de Molfetta seguramente dejará una impresión imborrable en tu corazón y mente.
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