La Catedral de Metz, conocida localmente como la Cathédrale Saint-Étienne de Metz, se erige majestuosamente en el corazón de Metz, Francia. Esta impresionante catedral gótica, con sus altísimas torres y detallada arquitectura en piedra, es un testimonio del talento arquitectónico y la visión artística de la época medieval. Como una de las catedrales más visitadas de Francia, atrae a visitantes de todo el mundo que vienen a admirar su grandeza y sumergirse en su rica historia.
Los orígenes de la Catedral de Metz se remontan a principios del siglo V, cuando se estableció un santuario dedicado a San Esteban (Saint Étienne) en el lugar. Este oratorio fue una de las pocas estructuras que se salvaron durante el saqueo de Metz por Atila el Huno en el año 451, lo que aumentó su reputación como un sitio de favor divino. A lo largo de los siglos, el oratorio evolucionó y, para el siglo X, se había reconstruido en una basílica ottoniana con la ayuda de los emperadores Otto I y Otto II.
La estructura gótica actual comenzó a tomar forma a principios del siglo XIII, con una construcción que se extendió casi tres siglos. A pesar del largo periodo de construcción, la catedral mantiene una notable cohesión estilística, con cada fase de edificación respetando los principios arquitectónicos góticos. Bajo la dirección de arquitectos como Pierre Perrat, se completaron las altísimas bóvedas y las extensas vidrieras, convirtiéndola en un faro del diseño gótico.
Al acercarse a la Catedral de Metz, lo primero que impresiona es su altura y los intrincados detalles de su fachada. La catedral cuenta con la tercera nave más alta de Francia, con bóvedas que alcanzan los 41,7 metros, solo superadas por las de Beauvais y Amiens. Esta verticalidad, combinada con la delicada tracería y los arbotantes, crea una impresión de ligereza y gracia.
Al entrar, te recibe una inundación de luz colorida que se filtra a través de las vastas expansiones de vidrieras. La Catedral de Metz es famosa por tener la mayor superficie de vidrieras en Francia, cubriendo casi 6,500 metros cuadrados. Estas ventanas, algunas de las cuales datan del siglo XIII, representan escenas bíblicas, santos y patrones intrincados que cuentan la historia del cristianismo a través de colores vibrantes y una maestría artística. Entre las contribuciones notables se encuentran las obras de Marc Chagall, cuyas interpretaciones modernistas añaden un toque único al rico tapiz de vidrio de la catedral.
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Las excepcionales vidrieras de la catedral le valieron el apodo de Linterna de Dios, un término acuñado por el caballero Joseph Bard a mediados del siglo XIX. Este sobrenombre refleja la manera en que el interior de la catedral se baña en un caleidoscopio de luz, creando una atmósfera serena y casi de otro mundo. El juego de luces y sombras realza la experiencia espiritual, haciendo que una visita a la Catedral de Metz no solo sea un deleite visual sino un encuentro profundamente conmovedor.
Uno de los maravillas arquitectónicas de la Catedral de Metz es su triforio, una galería sobre el arco de la nave que permite que la luz se filtre a través de las ventanas del clerestorio superior. Esta característica, junto con las bóvedas de nervaduras y los arcos apuntados de la catedral, ejemplifica el énfasis del estilo gótico en la altura y la luz. El exterior es igualmente impresionante, con sus torres gemelas y elaborados arbotantes que proporcionan tanto soporte estructural como belleza estética.
Otro punto destacado es el coro ornamentado de la catedral, que cuenta con sillas talladas intrincadamente y un magnífico altar mayor. El diseño del coro refleja la grandeza y solemnidad de las ceremonias litúrgicas que se celebran en su interior. La catedral también alberga un tesoro, donde los visitantes pueden ver una colección de artefactos religiosos, incluidos relicarios, vestimentas y vasos litúrgicos que ofrecen un vistazo al rico patrimonio eclesiástico de la catedral.
No te pierdas una visita a la Capilla de San Esteban, un espacio sereno dedicado al santo patrón de la catedral. Las hermosas vidrieras de la capilla y su tranquila atmósfera la convierten en un lugar perfecto para la reflexión y la oración. Debajo de la catedral se encuentra la cripta, un fascinante espacio subterráneo que alberga los restos de los primeros mártires cristianos y ofrece una visión de la antigua historia del sitio.
A lo largo del año, la Catedral de Metz alberga una variedad de eventos, incluidos conciertos, exposiciones de arte y festivales religiosos. Estas actividades brindan a los visitantes oportunidades para experimentar la catedral en diferentes contextos y apreciar su importancia cultural y espiritual. El mercado navideño anual, que se celebra en la plaza frente a la catedral, es un punto culminante festivo, con puestos que venden productos artesanales, delicias locales y decoraciones navideñas.
En conclusión, la Catedral de Metz no es solo una obra maestra arquitectónica; es un monumento vivo que continúa inspirando y cautivando a todos los que la visitan. Sus altísimas torres, impresionantes vidrieras y rica historia la convierten en un destino imprescindible para cualquiera que viaje a Metz. Ya seas un entusiasta de la arquitectura, un aficionado a la historia o simplemente busques un lugar de belleza y tranquilidad, la Catedral de Metz promete una experiencia inolvidable.
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