Ubicado elegantemente sobre una rama del río Sena, el Vieux pont de Limay es una maravilla de la ingeniería medieval y un testimonio de la rica historia de la región. Conectando la ciudad de Limay con la Île aux Dames, este antiguo puente es uno de los más viejos de Francia, con orígenes que se remontan al siglo XI. Al caminar sobre sus piedras gastadas por el tiempo, casi se pueden escuchar los susurros de siglos pasados, narrando historias de reyes, guerras y la vida cotidiana.
La primera mención registrada de un puente entre Mantes y Limay data de 1050. Sin embargo, este puente fue casi completamente destruido en 1162, solo para ser reconstruido una década más tarde en 1172. El arco puntiagudo del siglo XII es el último vestigio de esta época, permaneciendo como un testigo silencioso del pasado del puente.
Originalmente, el puente contaba con once arcos, pero su estructura fue significativamente alterada durante la Segunda Guerra Mundial. En 1940, el ejército francés demolió dos de los arcos centrales para obstaculizar el avance de las fuerzas alemanas. Estos arcos nunca fueron reconstruidos, dejando el puente en su estado fragmentado actual. A pesar de esto, el Vieux pont de Limay sigue siendo un monumento histórico apreciado, habiendo sido clasificado como tal desde el 15 de junio de 1923.
El Vieux pont de Limay no solo ha servido como un paso vital, sino también como una inspiración para los artistas. El renombrado pintor Camille Corot inmortalizó el puente en varias de sus obras, siendo la más notable Le Pont de Mantes (1868), que se encuentra en el Museo del Louvre en París. Estas representaciones artísticas capturan la belleza atemporal del puente y sus serenos alrededores.
Originalmente, el Vieux pont de Limay formaba parte de una red más grande de puentes, incluyendo el Vieux pont de Mantes, que cruzaba la rama de Mantes del Sena. Esta red conectaba Mantes-la-Jolie en la margen izquierda con la Île Champion (ahora parte de la Île aux Dames) y más allá hasta Limay. Los puentes no estaban alineados, sino que estaban conectados por un tercer puente que cruzaba el área pantanosa de la isla. Este intrincado sistema facilitó el viaje y el comercio en la región durante siglos.
Como muchos puentes antiguos sobre el Sena, el Vieux pont de Limay una vez albergó molinos en su estructura. Estos molinos eran fundamentales para la economía local, moliendo grano para las comunidades circundantes. Además, el puente era un lugar popular para la pesca, con pesquerías locales instaladas a lo largo de su longitud. Aunque no queda evidencia física de estas actividades, están vívidamente representadas en pinturas de la época, proporcionando un vistazo al bullicioso pasado del puente.
El Vieux pont de Mantes, que una vez extendió el cruce, fue demolido en 1765 tras la construcción del Pont Perronnet, un nuevo puente situado un poco más abajo. El Vieux pont de Limay continuó sirviendo al tráfico hasta 1855, cuando se inauguró el Pont Neuf de Limay. A partir de entonces, el viejo puente cayó en desuso y fue cerrado al tráfico en 1897.
La propiedad del Vieux pont de Limay fue un tema contencioso entre Limay y Mantes-la-Jolie hasta 1923, cuando el Ministerio de Obras Públicas lo adjudicó a Mantes. En 1967, se formó un comité de preservación para asegurar la longevidad del puente. Desde entonces se han realizado trabajos de restauración limitados, pero el futuro del puente sigue siendo incierto.
En 2012, se llevó a cabo un concurso arquitectónico para diseñar una nueva pasarela junto al viejo puente, con el objetivo de restaurar el tráfico de vehículos ligeros, como bicicletas y giroscopios. Aunque el proyecto enfrentó contratiempos, fue revivido y la primera sección que conecta Mantes-la-Jolie con la Île aux Dames fue inaugurada el 20 de septiembre de 2019. Sin embargo, la restauración del Vieux pont de Limay se ha pospuesto varias veces, con trabajos ahora programados para 2024.
El Vieux pont de Limay también ha dejado su huella en la cultura popular. La penúltima escena de la película Jules y Jim de François Truffaut fue filmada en este puente histórico, añadiendo a su atractivo y mística.
En conclusión, el Vieux pont de Limay es más que un simple puente; es un símbolo de resistencia e historia. Sus arcos, que se mantienen firmes a pesar de los estragos del tiempo y la guerra, invitan a los visitantes a retroceder en el tiempo y reflexionar sobre las innumerables historias que se han desarrollado a lo largo de su camino. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o un viajero curioso, el Vieux pont de Limay ofrece una experiencia única y enriquecedora que no te puedes perder.
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