La Concatedral de Santa María de la Redonda, conocida localmente como la Concatedral de Santa María de la Redonda, es un impresionante testimonio de la rica historia y el esplendor arquitectónico de Logroño, España. Este majestuoso edificio, con sus torres gemelas y su fachada detallada, es una visita obligada para cualquiera que explore la región de La Rioja.
Los orígenes de la Concatedral de Santa María de la Redonda se remontan al siglo X, cuando el Camino de Santiago cruzaba el río Ebro a través de un puente primitivo construido por Santo Domingo de la Calzada y San Juan de Ortega. Este cruce fomentó el asentamiento y crecimiento de una población que eventualmente sería declarada ciudad en 1431.
El rey Alfonso VI de León otorgó a la ciudad un fuero especial en 1095 para fomentar el asentamiento de peregrinos y habitantes. Con el tiempo, la ciudad prosperó tanto civil como eclesiásticamente, lo que llevó a la construcción de varias iglesias significativas, incluyendo Santiago el Real, Santa María de Palacio, San Bartolomé y, por supuesto, Santa María de la Redonda. El nombre La Redonda proviene de una iglesia románica anterior con un plano redondo o poligonal que una vez estuvo en el mismo sitio.
En 1435, la iglesia fue elevada al estatus de colegiata a través de su fusión con la Colegiata de San Martín de Albelda, conocida por producir importantes códices medievales. El 9 de marzo de 1959, el Papa Juan XXIII la elevó al estatus de concatedral.
El viaje arquitectónico de la Concatedral de Santa María de la Redonda abarca desde el siglo XVI hasta el XIX. La estructura consta de tres naves, un deambulatorio y una capilla trasera (Capilla de los Ángeles), con una entrada principal flanqueada por dos icónicas torres gemelas. Las paredes laterales están adornadas con capillas que completan la construcción en los lados norte y sur del templo.
Entre 1516 y 1538, el cuerpo central de la catedral fue construido en el estilo gótico de los Reyes Católicos. El interior presenta esbeltas columnas cilíndricas y bóvedas de nervadura que crean un fascinante dosel de piedra, reminiscentes de un bosque de palmas de piedra.
A lo largo de los siglos XVI y XVII, las capillas laterales se enriquecieron con pinturas religiosas, esculturas, retablos y trabajos en hierro, algunos de los cuales fueron rescatados de otros templos o monasterios desaparecidos. La capilla barroca de Nuestra Señora de los Ángeles, completada en 1756, es particularmente destacable, situada cerca del pórtico y el monumental retablo de piedra en la fachada principal, flanqueado por las torres gemelas diseñadas por Martín de Beratúa. Estas torres, modeladas según la torre de la iglesia de Santo Tomás de Haro, son una característica definitoria del estilo barroco riojano y un símbolo de la ciudad de Logroño.
La expansión arquitectónica final ocurrió en el siglo XIX con la construcción del actual deambulatorio en la cabecera de la iglesia, continuando el diseño estético y estructural de la Capilla Real del Santo Cristo del Obispo Pedro González de Castillo. El templo está orientado estrictamente de este a oeste, ubicado en el centro del casco antiguo de Logroño, y se abre a la histórica Plaza del Mercado, adyacente a la Calle Portales, que conserva su encanto histórico y sigue siendo un centro de actividad social, religiosa y cultural.
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Una de las piezas más intrigantes dentro de la concatedral es una pequeña pintura al óleo sobre madera, que representa un Calvario con Cristo vivo, la Virgen María, San Juan Evangelista y María Magdalena. Atribuida a Miguel Ángel Buonarroti, esta obra fue adquirida por el obispo Pedro González del Castillo, aunque su autenticidad sigue sin probarse. La alta calidad artística de la pintura y sus características únicas, como la posición alterada del brazo izquierdo de la Virgen y la inclusión de María Magdalena, sugieren que podría ser una obra original del maestro renacentista.
Otro punto destacado es una serie de paneles flamencos pintados por Gillis de Congnet en 1584, originalmente de la capilla del Señorío de Somalo cerca de Nájera. Estos paneles, ahora alojados en la concatedral, representan escenas como la Anunciación, la Epifanía y la Asunción de la Virgen, mostrando la meticulosa atención al detalle del artista y sus expresiones vibrantes.
La concatedral también cuenta con una variedad de otros tesoros artísticos, incluyendo el conjunto flamenco del siglo XV de la Asunción-Coronación de María, un retablo romanista de la Adoración de los Magos de 1554, y una escultura del siglo XVII de la Inmaculada Concepción del artista gallego Gregorio Fernández. Además, la capilla alberga un busto de plata de 1461 de San Prudencio de Armentia, una reliquia del Monasterio de Monte Laturce, y un relieve romanista del Lavatorio de los Pies del siglo XVI.
En conclusión, la Concatedral de Santa María de la Redonda no es solo un lugar de culto, sino un museo viviente de arte e historia. Sus paredes y capillas cuentan historias de fe, arte y resiliencia, convirtiéndola en una visita esencial para cualquiera que busque entender el rico patrimonio cultural de Logroño y La Rioja. Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un amante del arte o un buscador espiritual, esta concatedral ofrece una experiencia enriquecedora que dejará una impresión duradera.
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