El Pont de Fragnée, conocido también como el Puente de los Ángeles, es uno de los monumentos más fascinantes de Lieja. Cruza el río Mosa en su confluencia con el Ourthe, y es una obra maestra de la ingeniería de principios del siglo XX, reflejando el espíritu artístico de su época. Construido originalmente para la Exposición Universal de 1905, el Pont de Fragnée es una brillante combinación de funcionalidad y diseño ornamentado, evocando al famoso Puente Alejandro III de París.
La historia del Pont de Fragnée comenzó a inicios del siglo XX, con su cimentación en 1901 y la colocación del primer cajón en el río en 1902. Para 1903, la estructura metálica fue encargada a la reconocida empresa John Cockerill, y en 1904, el puente estaba terminado. Su belleza y majestuosidad estaban destinadas a impresionar a los visitantes de la Exposición Universal de 1905, mostrando el poderío industrial y el talento artístico de Lieja.
A pesar de sobrevivir a la Primera Guerra Mundial sin daños, el puente no tuvo la misma suerte durante la Segunda Guerra Mundial. Fue destruido en 1940 por orden del Ministerio de Defensa Nacional. Sin embargo, el espíritu de resistencia permitió su reconstrucción a su esplendor original en 1948, con un tablero ampliado para acomodar el tráfico creciente. La restauración del puente fue un trabajo de amor, asegurando que su encanto original se preservara para las generaciones futuras.
El Pont de Fragnée es un puente de arco con tres articulaciones, abarcando una longitud total de 177.6 metros. Diseñado por Émile Jacqmain, su construcción es una maravilla de la ingeniería, con su tramo más largo midiendo 57.75 metros. Durante su reconstrucción, el ancho del puente se incrementó a 17.2 metros, permitiéndole soportar el tráfico bullicioso de la Lieja moderna.
La decoración del puente, supervisada por el arquitecto de Lieja Paul Demany, es simplemente espectacular. Los pilones de granito en cada entrada están coronados con renommées, figuras angelicales que le dan su apodo al puente. Las esculturas de bronce, creadas por Victor Rousseau, representan figuras alegóricas del Viejo Río y el Nuevo Río, añadiendo una capa de significado mitológico a la estructura.
En la década de 1990, el Pont de Fragnée experimentó renovaciones significativas. Los esfuerzos de restauración, completados a principios de los años 2000, implicaron la meticulosa remoción y renovación de 37,000 elementos. Este proceso minucioso aseguró que el puente mantuviera su apariencia original de principios del siglo XX. En 1999, el puente fue iluminado por el artista francés Yann Kersalé, añadiendo un resplandor mágico de tonos azules y violetas, realzando su atractivo nocturno.
La importancia del puente fue reconocida en 1994 cuando, junto con el Pont de Fétinne y la Plaza Gramme, fue clasificado como un monumento del patrimonio valón. En 2013, fue aún más honrado como parte del patrimonio inmobiliario excepcional de la Región Valona, consolidando su estatus como un ícono cultural e histórico.
El Pont de Fragnée es más que un puente; es una puerta de entrada para explorar la vibrante ciudad de Lieja. La adyacente Avenida Émile Digneffe, el Quai de Rome y el Quai Gloesener ofrecen agradables paseos a lo largo del río, mientras que la cercana Plaza Gramme proporciona un refugio tranquilo en medio del bullicio de la ciudad.
Al cruzar el puente, tómate un momento para admirar los intrincados medallones de bronce que adornan las barandillas. Estos motivos mitológicos, dorados durante la renovación de 1994, brillan bajo la luz del sol, añadiendo un toque extra de elegancia al ya impresionante diseño de la estructura.
Ya sea que seas un entusiasta de la historia, un amante de la arquitectura, o simplemente un viajero curioso, el Pont de Fragnée es una visita obligada cuando estés en Lieja. Su cautivadora mezcla de historia, arte e ingeniería ofrece una visión única del pasado de la ciudad mientras proporciona un pintoresco cruce sobre el río Mosa.
En conclusión, el Pont de Fragnée no es solo un puente; es una celebración del rico patrimonio de Lieja y un símbolo perdurable de belleza y resiliencia. Al pararte sobre esta histórica estructura, rodeado por el suave flujo del río y los susurros del pasado, te encontrarás cautivado por el encanto atemporal de este notable monumento de la ciudad.
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