La Ermita de Santa Ana, conocida localmente como Ermita de Santa Ana, es una joya escondida situada en el encantador pueblo de Gandia, España. Este pintoresco santuario, ubicado en una pequeña colina de piedra caliza, no solo ofrece un refugio espiritual, sino también una vista panorámica que se extiende desde la ciudad de Gandia hasta el horizonte distante del Mar Mediterráneo y el Cabo de San Antonio. Al acercarse a la ermita, uno se siente inmediatamente cautivado por su entorno sereno y pintoresco, lo que la convierte en un lugar ideal tanto para la reflexión como para la exploración.
Los orígenes de la Ermita de Santa Ana se remontan al siglo XIV, con su primera mención documentada en 1372. La construcción de la ermita probablemente tuvo lugar entre los siglos XIV y XV, y ha sido renovada en varias ocasiones a lo largo de los siglos. Uno de los aspectos más significativos de su historia es la imagen de Santa Ana, que se cree fue creada alrededor de 1350. Para 1421, ya era una tradición llevar la imagen de Santa Ana en procesiones para buscar su intervención en tiempos de sequía, epidemias, inundaciones y otras calamidades.
En 1782, se colocó una urna en Gandia para albergar la imagen de Santa Ana siempre que se llevaba a la ciudad para propósitos especiales. Santa Ana fue la patrona de Gandia hasta 1882, cuando la Virgen María de los Desamparados fue elegida como la nueva patrona, alineando la ciudad con Valencia. Este cambio llevó a una disminución en la devoción a Santa Ana y tuvo repercusiones económicas, particularmente en la industria de la seda, que consideraba a Santa Ana como su protectora.
A lo largo de su historia, la ermita también sirvió como sitio de cuarentena para pacientes que sufrían de peste, cólera y lepra desde el siglo XVI hasta el XIX. Esta función le valió al vecindario circundante el nombre de Nazaret, como documentaron los padres escolapios en 1807. La orden jesuita intentó hacerse cargo de la ermita en 1581, pero no tuvo éxito. En 1809, la administración de la ermita pasó a los padres escolapios de las Escuelas Pías de Gandia, quienes gestionaron las tierras circundantes hasta su abandono a finales del siglo XX.
Durante la Guerra Civil Española, la ermita cayó en el abandono ya que los recursos se destinaron a restaurar la escuela y la iglesia escolapias en la ciudad. Sin embargo, en 1943, la imagen de Santa Ana fue devuelta a la ermita, y se reanudó la celebración de su festividad el 26 de julio. La ermita experimentó su renovación más reciente en 1977, con la ayuda de los padres escolapios, el gobierno local y donaciones de la comunidad, lo que resultó en la instalación de electricidad y agua.
Los visitantes de la Ermita de Santa Ana son recibidos por una fachada modesta pero encantadora. La ermita está construida de ladrillo y mampostería, con un techo a dos aguas. Se han conservado dos arcos originales del siglo XIV y XV: uno en la pared sur, detrás de la actual casa del ermitaño, y otro entre el presbiterio y el archivo. Estos arcos ojivales, hechos de ladrillo, contrastan maravillosamente con la reconstrucción barroca del siglo XVIII.
La pared sur está adosada a la casa del ermitaño, un pequeño edificio de dos pisos con una cocina, comedor y sala de estar en la planta baja, y dormitorios y un baño en el piso superior. La escalera que conduce al piso superior presenta azulejos valencianos característicos con motivos florales. La pared norte de la ermita tiene contrafuertes que apoyan la estructura, y un patio accesible con un pozo que conduce a una cisterna subterránea utilizada para recoger el agua de lluvia del techo.
La fachada de la ermita fue restaurada en 1982, presentando molduras decorativas con dentículos que crean un efecto de transición entre la parte superior curva y la parte inferior lisa. La fachada también muestra el escudo de armas de las Escuelas Pías, añadido a principios del siglo XIX. El campanario está formado por un frontón mixtilíneo roto con dos pilastras dóricas en la parte superior. Los visitantes ascienden una escalera para llegar al atrio, pasando por un simple arco rematado con un balcón.
En el interior, la ermita consta de una sola nave cubierta por tres arcos semicirculares con lunetos, formando tres secciones. La cornisa está adornada con molduras dentadas, creando un ritmo ondulante que enmarca el inicio de los arcos y el arco triunfal. Los pequeños espacios bajo los arcos albergan imágenes, al igual que las capillas en iglesias más grandes. Una característica notable es el púlpito, al que se accede por una escalera y es de forma poligonal, ubicado entre la primera y segunda sección en el pilar izquierdo.
El ascenso a la Ermita de Santa Ana está marcado por el Calvario, un camino construido en 1925, con estaciones del Vía Crucis dispersas a lo largo de la colina. Después de la Guerra Civil Española, los fieles renovaron el Calvario, cubriendo los techos de los pequeños refugios que albergan las estaciones. Las estaciones finales se encuentran en la explanada frente a la ermita. A mitad del camino del Calvario se encuentra la Ermita de Santa María Magdalena, reconstruida en 1994 con un techo a dos aguas y planta rectangular. La entrada está decorada con dos azulejos: uno que representa el escudo de armas de la Orden Escolapia y otro que muestra a María Magdalena con el Cristo resucitado.
En conclusión, la Ermita de Santa Ana no es solo un lugar de culto, sino un testimonio de la rica historia y la fe perdurable del pueblo de Gandia. Su ubicación serena, su importancia histórica y su encanto arquitectónico la convierten en un destino imprescindible para cualquiera que explore la región. Ya sea que busques un retiro tranquilo, una mirada al pasado o simplemente una hermosa vista, la Ermita de Santa Ana ofrece una experiencia única e inolvidable.
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